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Lección inglesa

Cortesía de El Economista

Por Félix Arellano

En los últimos años el Reino Unido ha acaparado la atención mundial por la fascinación que genera en muchos el boato de la monarquía, en particular la longevidad y fortaleza de la reina, pero también por las excentricidades y escándalos del Sr. Boris Johnson, su primer ministro. Sin embargo, en estos días nos encontramos con un panorama aleccionador, una prueba de ética política. El Partido Conservador en el poder y el gabinete del Sr. Johnson, ante el fracaso de la gestión del premier y luego de una intensa presión, han logrado el objetivo: su renuncia como líder del partido y la próxima sustitución como premier.

En estos tres años como primer ministro, el Sr. Johnson fue perdiendo progresivamente credibilidad y liderazgo. La tendencia a mentir sistemáticamente, los diversos escándalos que ha generado, el errático manejo de la pandemia del COVID-19 y el rotundo fracaso del retiro del Reino Unido de la Unión Europea —el llamado Brexit, su proyecto bandera y que lo catapultó en el liderazgo del partido y del país— son algunos de los factores que fueron minando su auctoritas.

Para principios del presente año, los medios de comunicación destacaban que el rechazo popular del Sr. Johnson alcanzaba el 59 %, francamente un desastre luego de haber logrado una victoria arrolladora en las elecciones del 2019. Un contundente triunfo que fue el resultado, entre otros, de un estilo personal que rompía con el clásico esquema del Partido Conservador y atraía a las nuevas generaciones; una narrativa manipuladora, pero estimulante, cargada de nacionalismo y euroescepticismo.

Un representante del nuevo populismo conservador que crece en Europa, pero con un verbo culto y atractivo, todo un conjunto de factores que le catapultaron como el gobernante de los nuevos tiempos; para algunos el Donald Trump del Reino Unido. Pero muy pronto las mieles del poder, en combinación con sus contradicciones y excentricidades, generaron un cóctel explosivo y su progresivo fracaso.

La compleja personalidad del Sr. Johnson muy pronto se hizo sentir, y en plena pandemia del COVID-19, cuando se exigía al país un riguroso confinamiento, miembros de la cúpula del Gobierno celebraban en grande y sin ningún distanciamiento social. En esos saraos destacan el Ministro de Sanidad, quien se vio obligado a renunciar, pero también el Sr. Johnson, quien celebró su cumpleaños en una “reunión social” con miembros del Gobierno.

Por otra parte, el irresponsable manejo de la pandemia del COVID-19, con sus graves consecuencias sociales para los más vulnerables, y las negativas consecuencias de la aplicación del acuerdo del Brexit en el plano económico y comercial, fueron destruyendo el apoyo popular. Deterioro que él se encargó de exacerbar con su tendencia a mentir para enfrentar los problemas, práctica nada eficiente en una sociedad democrática con sólidos medios de comunicación.

En el Reino Unido y en el mundo se conocieron los detalles del escándalo de las fiestas en Dowing Street en pleno confinamiento, y los medios resaltaron las lapidarias conclusiones del informe sobre la investigación que, entre otras, resaltó “las graves deficiencias del ejecutivo y las fallas de liderazgo del Primer Ministro”.

En ese contexto, resulta admirable que su propio partido se convierta en un crítico determinante y no asuma el clásico papel de cómplice mecánico de las arbitrariedades del líder. No se reproduce en el Reino Unido el manual del autócrata, que compra con dádivas las conciencias de los miembros del partido para lograr el control hegemónico.

Frente al deterioro moral del Primer Ministro, un buen número de miembros de su Partido Conservador en el Parlamento, promovieron una moción de confianza, que le obligaría a la renuncia; pero la iniciativa, efectuada el pasado 6 de junio, fracasó, pues el Primer Ministro logró un apoyo de 255, bastante superior al mínimo necesario de 180 votos.

Pero ni los escándalos ni las mentiras se superaron. Recientemente, un nuevo incidente con la conducta inapropiada de su vocero saltó en los medios, y de nuevo el problema se concentra en las falsas declaraciones del Sr. Johnson ocultando los hechos. Esta situación se ha convertido en un punto de inflexión, y más de treinta altos funcionarios de su Gobierno presentaron su renuncia en rechazo al comportamiento del Primer Ministro, lo que ha sido definido como “la rebelión del gabinete”, incrementando la presión a su renuncia, que finalmente ocurrió el pasado 7 de julio.

Con la renuncia del Sr. Johnson como líder del Partido Conservador, el partido ha iniciado un proceso algo complejo y de varias semanas para elegir su nuevo líder, quien debe sustituir al premier. Durante el proceso el Sr. Johnson se mantendrá en el cargo hasta que las consultas en el partido culminen. Queda por ver si el partido tiene un liderazgo alternativo y logra capitalizar esta lección o se verá obligado a convocar próximas elecciones, en las que la oposición puede tener una interesante oportunidad.

Seguramente, sobredimensionamos las expectativas si esperamos que en esta atmósfera de enmienda e introspección, el Partido Conservador pudiera iniciar una reflexión crítica y creativa sobre la irracional decisión de retirarse de la Unión Europea que, como se ha podido observar, solo ha generado negativas consecuencias en lo económico, comercial, social y particularmente en el ámbito político.

En efecto, en estos momentos cuando Europa se encuentra amenazada por el expansionismo militarista de Rusia, el ascenso global de China y la acción combinada de la geopolítica del autoritarismo contra los valores liberales, pilares fundamentales de la integración europea, se requiere la mayor coordinación y unidad.


Fuente:

Arellano, F. (12 de julio de 2022). Lección Inglesa. TalCual Digital. Disponible en: https://talcualdigital.com/

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