Entrevista a Arturo Peraza sj en el diario El Nacional.
Domingo 04 de Noviembre de 2007
GLORIA M. BASTIDAS
El jesuita recuerda el caso de la URSS: de todo el poder para los soviets se pasó a todo el poder para Stalin. “¿Qué ocurre con este sistema de agregación de un cuadrito y otro cuadrito? Que quien controla la maquinaria, controla el partido y quien controla el partido, controla el sistema. El objetivo es que el poder central nunca se mueva”
E l 13 de abril de 2002, Arturo Peraza –sacerdote jesuita y defensor de los derechos humanos– irrumpió contra el blackout informativo. Desde Radio Fe y Alegría dio cuenta de lo que ocurría en la calle y en el país político.
El director de la Revista SIC -la más antigua del país, próxima a cumplir 70 años– es de los que no hacen concesiones.
“El rojo, rojito es la tendencia totalitaria de este Estado. Porque quieren uniformar. Y el venezolano no es uniforme. Este país es multicolor. Pero si tú me preguntas: ¿Y la oposición? Yo, lamentablemente, siento que la oposición no entiende ni le importa el discurso de los sectores populares”.
Peraza, abogado egresado de la UCAB (mención cum laude), con estudios de Teología en el Instituto para Religiosos de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma (mención magna cum laude), doctor en Ciencias Políticas (hace actualmente la tesis), profesor universitario, tiene apenas 42 años de edad. Todos los domingos oficia misa en el barrio San Blas de Petare, y vive en La Pastora.
–En la más reciente edición de SIC, ustedes se preguntan si la reforma constitucional no es una estrategia velada para concentrar poder en manos del Gobierno Nacional. ¿Qué diría en este sentido?
–Negar que en el actual proceso ha habido un camino de empoderamiento de los sectores populares es torpe y es ciego. Eso hay que decirlo duro y fuerte. Porque se puede generar la impresión, cuando uno critica, de que no se reconoce lo que ha sucedido socialmente en el país. Y, por lo menos desde la perspectiva del Centro Gumilla y de la nuestra, si hay algo que hay que rescatar es que, efectivamente, ha habido un proceso de movilización popular, que está innegablemente asociado con lo que este gobierno ha promovido dentro de las comunidades.
Ahora, la pregunta que uno se hace es: ¿La reforma constitucional está encaminada a empoderar efectivamente a los sectores populares y hacer que crezca una verdadera democracia participativa? Ese es, al menos, el desiderátum de la Constitución del 99.
–¿Y se mantiene?
–La reforma hace un reconocimiento del poder popular. El problema es que se liga ese poder popular (las comunidades) a un único centro, de donde depende toda la relación: el Gobierno nacional.
Se ha creado una estructura paralela a la de los alcaldes y gobernadores, a quienes se les ha quitado cualquier cantidad de competencias y recursos, para darle al Gobierno nacional la posibilidad de designar funcionarios en el ámbito distrital, municipal, de ciudad. ¿Y por qué el pueblo, si es verdaderamente el poder, no puede designarlos, sino que tiene que hacerlo el presidente de la República? Ahora, yo elijo a un funcionario que no tiene funciones y me designan a un funcionario que yo no elegí.
La comunidad, ciertamente, puede discutir los temas de su ámbito. Pero cuando uno intenta ascender en la escala, se consigue con funcionarios designados. Recordemos el caso de la CTV: los sindicatos elegían a los representantes sindicales; los representantes sindicales elegían a los de la federación; los de la federación elegían a los de la confederación; y los de la confederación elegían a la cúpula de la CTV, que era inmovible. Y ahora nos dicen que el poder popular no nace del sufragio, lo cual hace aparecer las elecciones como si fueran malas. En el fondo, le roban el poder al pueblo para dárselo a la maquinaria.
–Usted recordaba en su artículo de SIC el caso de la URSS.
–Exactamente. Primero fue todo el poder para el pueblo; después, todo el poder para los consejos, que eran los soviets; posteriormente, se pasó a todo el poder para el partido; y de allí, al final, a todo el poder para el secretario general del partido, que era Stalin.
¿Qué ocurre con este sistema de agregación de un cuadrito y otro cuadrito y otro cuadrito? Que quien controla la maquinaria, controla el partido y quien controla el partido, controla el sistema. Ese esquema piramidal está concebido para que el poder central nunca se mueva. Eso fue lo que pasó en la Unión Soviética. Se crearon aquellos consejos donde el pueblo ejercía la democracia directa. Pero este tipo de agregaciones, que vimos en AD y ahora vemos en el PSUV, hace que se impongan estructuras autoritarias. Y en el caso de la Unión Soviética, fueron estructuras totalitarias.
–Si el presidente Chávez cuenta con el respaldo de la mayoría, ¿por qué habría de temerle al voto?
–Detrás de esto está el mito de la democracia directa a mano alzada, que cercena libertades y masifica a la gente. Las sociedades no son colectivos. Las sociedades son personas en interacción. El modelo que ellos manejan es un modelo donde lo colectivo está siempre presente y lo individual queda eliminado.
Las discusiones asamblearias ayudan, pero pueden terminar en la perversión tumultuaria: la golpiza, los gritos. Es distinto decidir a mano alzada que mediante el voto secreto.
Otro asunto que me parece muy importante sobre el poder popular es el tema de los referendos. Si es verdad que el pueblo tiene poder, ¿por qué hiciste más difícil que lo ejerciera? Si tú me estás diciendo que lo que quieres es salir de la democracia representativa para ir a una democracia más directa, me perdonas: más oligárquico y representativo que prorrogar el período, hacer más difícil que el pueblo intente el revocatorio e incluir la reelección indefinida -con un Estado volcado hacia una de las opciones- no hay.
–¿Vamos hacia un esquema totalitario?
–¿El gobierno de Chávez es dictatorial? No, no es una dictadura. La palabra dictadura en el contexto latinoamericano significa un ejercicio violento del gobierno, sanguinario, de presos políticos, de torturas. ¿Eso es Hugo Chávez? No, él es un líder popular, carismático. Ahora bien, si hay algo que genera institucionalidad en un país es que no se personalice a los líderes. Por ejemplo, Betancourt dio paso a otras figuras dentro de su partido. Él pudo haberse reelecto a los 10 años, y no lo hizo. Eso significa que tenía conciencia democrática de institucionalidad. Su actitud fue mucho más democrática que creer que yo soy un líder mesiánico absolutamente necesario para el proceso. Eso no lo decía Betancourt. Y eso sí lo está diciendo el ciudadano Presidente. Es altamente probable que la profecía bolivariana (un pueblo que se acostumbra a obedecer y un gobernante a mandar, de donde nace la tiranía) se pudiera cumplir con Hugo Chávez.