El papa Francisco proclamó el domingo, 12 de mayo, a los primeros santos de su pontificado: la monja colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949)*, la mexicana Guadalupe García Zavala, conocida como madre Lupita (1878-1963) y 800 mártires italianos asesinados en 1480 a manos de los otomanos.
Una razón para alegrarnos es el origen latinoamericano de las dos nuevas santas, pero otra la pertenencia de Laura a nuestra hermana Colombia. Cuando nos enfrentemos por razones políticas, no deja de ser hermoso un testimonio del servicio que va más allá de las fronteras.
Un jesuita de origen chileno y una congregación colombiana se dan de la mano para trabajar en los barrios de Venezuela.
En efecto la congregación de la madre Laura, popularmente conocidas como “lauritas”, es especialmente conocida en Venezuela por su participación en los inicios fundacionales de Fe y Alegría, como nos atestigua la hermana Teodora:
TESTIMONIO DE LA HNA MARIA TEODORA (Laurita)
Un grupo de religiosas lauras que trabajábamos en Maracaibo, Perijá, Sinamaica y Guarero, habíamos terminado un retiro espiritual con el P. Luis Olaso y nos encontrábamos conversando a orillas de la laguna de San Javier del Valle, en Mérida. Hacia las tres de la tarde se acercó a nosotros un Padre muy venerable, con su sotana negra y un rosario de semillas rojas. Nos preguntó con mucha amabilidad dónde trabajábamos, y cuando le respondimos que en el Zulia, nos dijo:
-¿No quisieran venir conmigo a trabajar en las barriadas de
Caracas, donde estoy comenzando a fundar una obra educativa?
Yo fui una de las primeras que le dije que sí con gran entusiasmo. Para ese tiempo ya había empezado a funcionar la primera escuelita en el rancho que donó Abrahán Reyes y el Padre Vélaz quería construir muchas otras para acabar con la ignorancia y la pobreza.
Estuvimos conversando un buen rato y el Padre nos pidió la dirección de nuestra Madre General, que en esos días era la madre del Perpetuo Socorro. La carta se la envió a Medellín pidiéndole la autorización para que algunas denosotras pudiéramos trabajar en la obra educativa que estaba iniciando por losbarrios.
Después de pasar unos días de vacaciones en Mucuchíes, cada una de nosotras regresó a su puesto de trabajo. Y recuerdo bien que el ocho de septiembre de 1956, día de la Virgen, ella nos trajo el bellísimo regalo a mí y a otras compañeras de ser destinadas a esa hermosa fundación. Eran las dos de la tarde y yo me encontraba en la capilla del Colegio Sagrado Corazón de Jesús en Villa del Rosario. Llegó la Madre Superiora y me dijo:
-Venga, llegó un telegrama donde dice que pase a Caracas a la fundación del Padre Vélaz.
Yo sentí una gran alegría y de inmediato me alisté para viajar a Caracas al día siguiente. Conmigo habían sido destinadas a Fe y Alegría las siguientes hermanas: La Hna. De los Mártires, que se encontraba en Cumaná; Eloísa e Ismaela que viajaban de Medellín a reunirse con nosotras; y la Madre San Cayetano que estaba en Caracas.
Al día siguiente, nueve de septiembre, fiesta de San Pedro Claver, llegamos a Caracas. Fuimos directo a la Universidad Católica donde residía el Padre Vélaz. Cuando nos vio y vio nuestra alegría, los ojos se le llenaron de felicidad. Nos atendió muy cariñosamente y como estaba lloviendo y hacía frío, nos llevó a una salita para brindarnos un café con leche. Estuvimos conversando un buen rato y nos regaló a cada una un cobertor marrón y una linterna. Nos indicó que como la obra no estaba todavía terminada y en el barrio no tenía donde meternos, nos alojaríamos por los momentos en la ResidenciaUniversitaria.
Al día siguiente nos vino a buscar y nos llevó por los negocios de San Jacinto para que compráramos las ollas, los platos, los cubiertos, las telas… Con qué solicitud y entusiasmo nos ayudaba a escoger los cucharones, las olletas, las jarritas… Era tan sencillo y cercano… Parecía una verdadera mamá.
Al otro día nos llevó a la Supervisión, que quedaba en Petare, donde hoy está la Escuela Arocha, para averiguar qué papeles necesitábamos para hacernos cargo de la Dirección de una escuela que iba a funcionar en el Barrio Unión de Petare. Habló con el supervisor y desde aquel momento empezamos a hacer las gestiones para nacionalizarnos, pues no podíamos encargarnos de la escuela sin estar nacionalizadas. Por esos días, gobernaba Venezuela Pérez Jiménez.
Vea las memorias escritas por Antonio Pérez Esclarín:
* Wikipedia: María Laura de Jesús Montoya Upegui (Jericó, Estado Soberano de Antioquia, Estados Unidos de Colombia, 26 de mayo de 1874 – Medellín, Colombia, 21 de octubre 1949), mejor conocida comoMadre Laura, es una santa colombiana que fue una misionera católica, oriunda del municipio de Jericóen Antioquia; fue fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena y fue declarada beata de la Iglesia católica en el año 2004 habiéndose conocido un milagro obrado por intercesión suya. En diciembre de 2012 se dio a conocer el veredicto por parte del grupo de evaluación del proceso de su canonización, según el cual, un segundo milagro fue obrado por intercesión suya, con lo que se completaron los requerimientos para su declaración como santa, lo que la convirtió en la primera santa de nacionalidad colombiana. El Papa Francisco inscribió su nombre en el libro de los santos mediante la fórmula canónica en solemne concelebración eucarística en la Plaza de San Pedro el 12 de mayo de 2013.