Solidarite Fwontalye /
Service Jésuite aux Réfugiés et Migrants (SJR/M), Haití
El tráfico de personas es una realidad cotidiana tanto en Ouanaminthe como en toda la frontera haitiano-dominicana. Cada día se organizan viajes irregulares y clandestinos en los que niños y mujeres son víctimas de este tráfico a partir de la frontera y en dirección a República Dominicana. Las redes mafiosas constituidas por “pasantes” haitianos que operan de acuerdo con sus homólogos dominicanos llamados “buscones”, actúan como dueños de la frontera, mientras que en realidad no son otra cosa que delincuentes, traficantes de personas, que disfrutan de impunidad frente a las autoridades y la ley haitianas.
Durante largo tiempo los “pasantes” esperaron a sus clientes en Ouanaminthe y en algunos otros lugares de la línea norte fronteriza. Ahora, se desplazan hacia los lugares de origen de sus clientes para reclutarlos conducirlos hasta las ciudades fronterizas del norte de Haití, para finalmente organizar el viaje clandestino hacia la República Dominicana. Cambio verdaderamente nuevo! Puesto que el mercado de los “pasantes” ha crecido considerablemente hasta el punto que se han visto obligados a desplazarse a los lugares de origen para obtener el mayor numero de clientes, y más aún cuando no se sienten inquietados por nadie. Ellos mismos camuflan las personas objeto del tráfico, haciéndolas pasar como estudiantes o como pasajeros que van al aeropuerto en busca de su avión.
Todas las estrategias les resultan positivas, dado que logran alcanzar el objetivo de sus dudosas actividades económicas. El engaño es una de las características del tráfico irregular, utilizado para conseguir que sus víctimas acepten pagar una fuerte suma de dinero, desde los 2000 gourdes hasta los 5000 que perciben estos “pasantes” delincuentes que viven a expensas de sus víctimas. Estos engaños y sus intenciones adornadas con mentiras, se realizan bajo formas de falsas promesas de trabajo y de la mejora de sus condiciones de vida en un tiempo record.
Fascinados por estas ofertas a primera vista atractivas, estas personas que se encuentran en plena calle en Haití, se embarcan en una aventura hasta la desnudez, siempre fracasada, puesto que las ofertas son hechas desde propósitos falaces. Solidarite Fwontalye / Service Jésuite aux Réfugiés et Migrants (SJR/M) en Haití, que mantiene una vigilancia cotidiana en la frontera norte, es testigo de los sufrimientos soportados por nuestros compatriotas caídos en las redes de estos “pasantes” malhechores, corrompidos y traficantes que están siempre al acecho de su fácil presa, con la intención de enriquecerse a sus espaldas sin ningún escrúpulo. Damos la voz de alerta a cuantas personas se someten ciegamente a estos traficantes.
¿Quién será capaz de poner término a esta situación? Las autoridades haitianas no dan todavía signos claros de preocupación por estas víctimas. ¿Son insensibles a sus padecimientos, o se sienten impotentes para desmantelar las redes de gangs de estos mafiosos traficantes?
Cada día observamos a personas desamparadas, víctimas de golpes bajos por parte de “pasantes” o de ciertas autoridades dominicanas, que desfilan por la oficina de Solidarite Fwontalye en Ouanaminthe para explicarnos lo que les pasó en su tentativa de viaje clandestino. Reiteramos que el papel del Estado esta comprometido en ello. Le toca prevenir estas aventuras peligrosas del tráfico de migrantes y enviar mensajes claros a los traficantes para que sepan que no tienen carta blanca. Mientras esperamos la adopción y la votación de una ley contra el tráfico y la trata de personas.
En un estado democrático y respetuoso con la ley, los ciudadanos tienen derecho a ser protegidos contra las trampas y las agresiones de los delincuentes. Por otra parte, quienes pretenden abandonar el país, lo hacen porque sienten no tener ante sí un futuro claro en Haití.
Solidarite Fwontalye invita al a crear condiciones socioeconómicas para interesar los Haitianos a permanecer en el país; al mismo tiempo invita también al Estado a investigar esta situación, identificar los “pasantes” y castigarlos. No tiene por qué ser un asunto difícil, pues no faltan informaciones en torno a este tema. Hace falta tan sólo un poco de voluntad política para llegar a ello.