Scroll Top
Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Las relaciones Colombo-Venezolanas

7.1.1_@NicolasMaduro

Félix Gerardo Arellano*

Es prácticamente una tendencia que los países fronterizos enfrenten diversidad de problemas y el nivel de conflictividad puede llegar al plano bélico; es el caso de países europeos que, en la complejidad de sus relaciones, han enfrentado múltiples enfrentamientos armados, dos de ellos definidos como guerras mundiales.

En ese contexto, las relaciones comerciales se presentan como una variable que propicia el diálogo, la cooperación, la convivencia y la construcción de proyectos que pueden generar beneficios para ambas partes; empero, para lograr el objetivo de una relación comercial estable y próspera, se requiere de voluntad política para superar los obstáculos que, paradójicamente, la propia política tiende a generar.

Al abordar el tema comercial en las relaciones fronterizas nos enfrentamos con un panorama complejo y paradójico; por una parte, se requiere que desde la política se adopten las decisiones para avanzar en el tema comercial, más concretamente la voluntad política para construir las condiciones favorables al comercio; empero, también desde la política emanan obstáculos, como la concepción rígida y excluyente de la soberanía, que pueden deteriorar las relaciones comerciales.

La política en la relación comercial

Brevemente conviene mencionar el caso europeo, claramente ilustrativo del dilema planteado. Las diferencias políticas, una visión rígida de la soberanía, contradicciones religiosas e ideológicas generaron un clima de tensión y conflicto, que los llevó a las guerras. Fue necesario implementar progresivos cambios políticos para lograr una relación comercial estable y, al respecto, los acuerdos del carbón y del acero (1951) en los que participaron activamente Francia y Alemania, con sus rivalidades tradicionales, abrieron el camino para proyectos más ambiciosos.

En efecto, la creación del Mercado Común Europeo, con la firma del Tratado de Roma (1957), generó las bases para una sólida relación económica y comercial que se fue ampliando y fortaleciendo en el tiempo, pero no ha estado exenta de contradicciones políticas; en tal sentido, en estos momentos enfrentan la amenaza política del euroescepticismo, que ya ha generado el retiro del Reino Unido del bloque (Brexit).

En América Latina también encontramos diversas experiencias que evidencian el dilema señalado, y las relaciones comerciales entre Venezuela y Colombia constituyen un interesante ejemplo. En términos generales, los países latinoamericanos han enfrentado una larga historia de diferencias, viviendo a espaldas unos de los otros y las relaciones económicas y comerciales fundamentalmente concentradas con los países centros del poder económico.

En la fase de conformación republicana, básicamente con Europa; luego, en el contexto de la conformación del orden internacional liberal, el eje central ha sido los Estados Unidos y, en los actuales momentos, una creciente presencia del expansionismo económico chino, que está desplazando a los viejos socios comerciales en la mayoría de los países de la región.

Con el ánimo de aprovechar las bondades que ofrecen las relaciones comerciales, los países de la región deciden la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), mediante la suscripción del Tratado de Montevideo de 1960. Un esfuerzo ambicioso, que pretendía conformar una zona de libre comercio entre unos países con relaciones comerciales muy limitadas o inexistentes; en su mayoría, cargados de resistencia e indiferencia con sus vecinos.

La decisión política de asumir la integración económica en la región no contó con la suficiente voluntad política para enfrentar y superar los obstáculos políticos que impedían avanzar en el proyecto. En consecuencia, luego de veinte años de esfuerzos, los países deciden asumir un proyecto más modesto, pero más factible, y adoptaron un marco para las negociones comerciales, sujetas a las posibilidades reales de cada país, mediante acuerdos parciales de preferencias; es así como se crea la Asociación Latinoamericana de Integración ALADI, con el Tratado de Montevideo de 1980.

El fracaso de la ALALC evidencia cómo la política condiciona, desvirtúa y, en algunos casos, determina los proyectos económicos comerciales. En la experiencia de la ALALC, viejos factores políticos, tales como la visión rígida de la soberanía y la autodeterminación, pero también las resistencias y visiones excluyentes frente a los países vecinos, impidieron los avances del proyecto.

Ahora bien, la ALALC también estimuló nuevas iniciativas, como fue el caso de la creación del Pacto Andino, que estableció como objetivos fundamentales: conformar progresivamente, siguiendo el Tratado de Roma, una zona de libre comercio, una unión aduanera y un mercado común. El proyecto ha resultado complejo, cargado de contradicciones, pero el balance se puede considerar positivo en las relaciones comerciales entre Venezuela y Colombia.

LAS RELACIONES COLOMBO-VENEZOLANAS
Crédito: REUTERS / Leonardo Fernandez

La experiencia del Pacto Andino también confirma los dilemas de la política en las relaciones comerciales. Por una parte, destaca el ingreso tardío de Venezuela, que participó activamente en las negociaciones que culminaron con la formulación del Acuerdo de Cartagena; empero, no firmó el Acuerdo en el año 1969 y se incorporó, luego de un proceso de negociación en 1973.

Tanto la resistencia inicial de Venezuela para ingresar en el bloque, como los pocos avances del proceso en su primera década, responden, en gran medida, a razones políticas, la visión rígida y excluyente de la soberanía, la desconfianza y recelos cultivados históricamente; un conjunto de procesos que, para superarlos, se requiere de un enorme esfuerzo político y la activa participación de la sociedad en su conjunto.

Pero los tiempos cambian, aires de apertura avanzan en la región a finales de la década de los ochenta, lo que propició, entre otros, el pleno cumplimiento del programa de liberación, la eliminación de la mayoría de los obstáculos que impedían el acceso a los mercados, la eliminación de la Junta del Acuerdo que se transformó en Secretaría General, e incluso el cambio de nombre a Comunidad Andina.

En el nuevo contexto de apertura, las relaciones comerciales entre los miembros de la Comunidad Andina se incrementaron significativamente, en particular, las relaciones entre Venezuela y Colombia. Cambios políticos, como una visión más flexible de la soberanía y un ambiente de mayor confianza entre los sectores productivos, estimuló relaciones comerciales más diversificadas, dinámicas y ambiciosas.

Por las implicaciones con el tema comercial, conviene recordar el delicado caso de la temeraria decisión del gobierno colombiano de enviar la “Corbeta Caldas”, a las aguas territoriales del Golfo de Venezuela (11/08/1987), un evento que encendió las alarmas militares en la relación bilateral. Para calmar las tensiones, la relación comercial y, en particular, la vinculación al bloque andino, facilitaron el proceso de acercamiento, contribuyendo a la construcción de los puentes necesarios para retomar la senda de la paz y la convivencia. El caso de la corbeta ilustra las oportunidades que puede propiciar el tema comercial.

En el caso andino, la decisión política de abrir los mercados, estimuló la confianza para la inversión, el comercio, incluso para proyectos de producción conjunta; las balanzas comerciales se dinamizaron, las cestas de exportación se diversificaron; todo un conjunto de cambios que conllevó efectos positivos en la generación de empleos, la participación de la pequeña y mediana industria en las relaciones fronterizas y, en la generación de bienestar social.

Ahora bien, en el marco de la apertura, algunas debilidades políticas van apareciendo en escena; la liberación comercial conlleva ganadores y perdedores, corresponde a los gobiernos estar atentos para promover los mecanismos de equidad y los incentivos necesarios y evitar mayores costos sociales.

Pero, los gobiernos andinos no actuaron con la disciplina que exigía la situación; en consecuencia, los movimientos y partidos políticos radicales y populistas, aprovecharon las debilidades para avanzar con una narrativa que sataniza el libre comercio, sin reconocer sus bondades en la generación de empleo, bienestar y oportunidades. De nuevo la política se posiciona como una amenaza frente a los proyectos comerciales y de integración.

En ese contexto, cuando la relación comercial entre Venezuela y Colombia se encontraba en pleno auge, con una mayor diversificación de la cesta de exportación, una balanza comercial dinámica –que llegó a cifras de siete mil millones de dólares– y con amplias oportunidades para los sectores productivos y exportadores de los dos países, de nuevo el fantasma de la política aparece en escena, para distorsionar los avances, llegando incluso a generar el colapso del proyecto.

Ahora, las divergencias políticas de proyectos ideológicos, populistas y personalistas generaron un ambiente de conflicto y enfrentamiento. Un primer impacto se presenta en el marco de la Comunidad Andina con el anuncio del gobierno venezolano de retirarse del bloque en el año 2006, e inmediatamente presentó la solicitud de incorporación como miembro pleno del Mercosur: por razones ideológicas, sin las necesarias consultas y existiendo mayores divergencias técnicas con el nuevo bloque.

Luego del retiro de la Comunidad Andina, las relaciones con Colombia se van deteriorando progresivamente; en materia comercial se suscribió un acuerdo en el marco de la ALADI, (AAP. Nro. 28), vigente desde el 2012, que incluye algunos avances normativos de la Comunidad Andina, a los fines de lograr una relación comercial efectiva y sostenible.

Ahora bien, los constantes choques entre ambos gobiernos, la permanente diplomacia de micrófono que les ha caracterizado, las antipatías y los recelos fueron minando las relaciones, generando un clima político de desconfianza que afectó directamente las relaciones comerciales, situación que llegó al punto de quiebre en el 2019 con la ruptura de las relaciones diplomáticas, consulares y comerciales.

En estos momentos, luego de la toma de posesión del presidente Gustavo Petro en Colombia, se presenta un nuevo escenario político y, aunque está avanzando la reapertura de las relaciones comerciales con grandes expectativas, debemos ser prudentes, puesto que son muchos los problemas que se han creado en una frontera tan larga y porosa. Una vez más, se requiere de mucha voluntad política para superar los obstáculos que las políticas irracionales han generado en contra de una relación comercial estable y próspera.

Entradas relacionadas

Nuestros Grupos