La producción petrolera venezolana cayó en mayo a 570 mil barriles diarios, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un retroceso que la ubica en niveles de hace más de siete décadas y ensombrece aún más el panorama de una economía devastada. En este contexto superar el esquema rentista más que necesario, parece urgente.
Por Luis Oliveros*
La Venezuela pospetrolera parece haber llegado antes de tiempo y con un agravante: el país no desarrolló un sector (o varios) en su economía que pudiera compensar la pérdida de los ingresos en divisas que producía la industria de los hidrocarburos. El colapso observado en el sector petrolero venezolano es de una envergadura tal, que en pocos años pasamos de la más larga bonanza petrolera de nuestra historia a una terrible hiperinflación (que todavía nos azota).
No hay dudas en torno a quienes fueron los culpables de esta situación, ni a que el deterioro continúa y se profundiza, la incertidumbre radica en que más temprano que tarde, de no producirse un cambio radical en la política petrolera actual, Venezuela dejará de ser exportador neto de petróleo, destinando los –cada vez menos– barriles diarios de producción a pagar deudas con China, Rusia y Cuba para intentar abastecer parte del mercado interno. La situación es tan delicada que, en pleno año 2020, en un contexto de sobreoferta petrolera y de sus derivados, los venezolanos están padeciendo una escasez importante de oferta de combustibles debido a la delicada situación del sistema refinador nacional y a los problemas financieros que le impiden importar gasolina.
La actualidad petrolera venezolana es verdaderamente preocupante. El nivel de producción hoy (promedio anual) es similar al que tenía el país en el año 1944 –hace 76 años–, pero si analizamos y llevamos esa producción a términos per cápita, nos tenemos que trasladar al año 1926, unos 94 años atrás, la época de la Venezuela prepetrolera, para encontrar algo parecido.
En los gráficos 1 y 2 mostramos la evolución de la producción petrolera total y la producción per cápita venezolana, respectivamente. Destacamos cómo en 1970 alcanzamos nuestro pico (3.700.000 bd), luego cómo en 1998, con la llegada de Hugo Chávez al poder, estábamos cerca de los 3.500.000 bd y, más adelante, en el año 2013 cuando Nicolás Maduro inicia su periodo presidencial, se mantiene la tendencia en descenso de una producción cercana a los 3.000.000 bd y, finalmente, cómo a la fecha actual se espera que el promedio anual ronde apenas los 700.000 bd, casi un quinto de lo que producía el país en 1998.
Gráfico n° 1
Fuente: Pdvsa, INE, Ministerio de Petróleo.
Gráfico n° 2
Fuente: Pdvsa, INE, Ministerio de Petróleo.
A propósito de la situación actual de Pdvsa, el secretario de profesionales y técnicos de Venezuela Iván Freites, sostuvo a través de su cuenta en Twitter (@IvanRFreites): “Producción petrolera en Venezuela retrocede 100 años al bajar a un promedio de 470 mil barriles diarios de petróleo en mayo del 2020, @PDVSA dejó de ser una empresa petrolera, y pasa a ser una más del montón después de 45 años de creada, Venezuela deja de ser un país petrolero…” (1 de junio de 2020). |
Las causas de la Venezuela pospetrolera
El camino al colapso de la industria petrolera venezolana está lleno de innumerables errores, enmarcados en una desacertada política petrolera, en asesores mediocres y con un único objetivo: mantenerse en el poder.
Debemos iniciar por decir que Hugo Chávez, apenas llega al poder, rompe con la orientación productiva que traía la industria, cambiándola por una que privilegiaba la defensa de los precios por sobre los volúmenes de producción. No obstante, la transformación de las instituciones en torno a la industria petrolera, para hacerse del control total de sus ingresos, es de las decisiones más importantes y a la vez más negativas en toda la estrategia petrolera del chavismo.
El cambio institucional –incrementar el control gubernamental sobre la industria de los hidrocarburos en Venezuela–, llevado a cabo por el chavismo –disfrazado como la profundización del rol social que debía tener Pdvsa–, generó la exacerbación de un Estado clientelar que se basó en repartir buena parte de la renta petrolera de una forma equivocada e irresponsable, lo cual indujo comportamientos fiscales deficitarios que derivaron años después en hiperinflación y una crisis que aún padecemos. Esas falencias institucionales hacen que Pdvsa aumente de manera importante el portafolio de actividades que realiza, desviándose de sus actividades medulares. Así, la estatal venezolana pasa a velar por el desarrollo de la Misión Vivienda, asfaltado de vías, importación y suministro de alimentos, mantenimiento de estaciones de radio y televisión, entre un largo etcétera. Ninguna empresa petrolera en el mundo ha tenido tantas responsabilidades como Pdvsa.
El paro petrolero de 2002, fomentado desde el poder, produce un duro golpe en la calidad del recurso humano de la industria, pero le permite a Chávez el control operativo y financiero de Pdvsa. A partir de este hecho histórico concreto, la ideología política será un requisito a tener en cuenta para trabajar en la industria. El control financiero de los ingresos petroleros fomenta la voracidad fiscal de los dos últimos gobiernos, convirtiendo como práctica común la extracción de recursos a Pdvsa, para financiar políticas económicas –deficitarias– y sociales del gobierno, contribuyendo así al populismo, más clientelismo y el aumento vertiginoso del estatismo. También se decidió aumentarle la carga financiera a Pdvsa, en tanto que su deuda financiera pasó de un poco menos de $ 3.000 millones en 2006 a $ 46.000 millones ocho años después, vale destacar, sin que esos recursos se utilizaran para aumentar –además de financiar al gobierno, esa deuda se usó para mantener la sobrevaluación de la moneda y financiar campañas electorales– o al menos mantener los niveles de producción; recordemos que a la larga llegaría el default de la deuda financiera de la República y de Pdvsa. La élite en el poder desarrolló un entramado institucional-financiero, para manejar los recursos petroleros a total discreción del líder, eliminando la rendición de cuentas, lo que les permitió concentrar poder y disminuir el grado de acción de sus adversarios.
Por otra parte, el chavismo privilegió el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, en desmedro de las áreas tradicionales, lo que ocasionó una disminución importante en los volúmenes de producción de los crudos livianos y medianos. Según informes de Pdvsa, mientras en el año 1998 los crudos livianos y medianos significaron el 70 % del total producido, para el 2016 eran solo el 33 %, ¿la razón? Simplemente cambiar el foco de la industria, vender la nueva política petrolera “revolucionaria” e intentar eliminar lo realizado por la “cuarta”.
Se debe agregar a la lista la creación de acuerdos para diversificar los destinos de las exportaciones petroleras venezolanas, muchos de los cuales implicaron venta de petróleo a descuento, como por ejemplo Petrocaribe, o en condiciones de poca transparencia, como los acuerdos con China, como otro factor que ayudó al deterioro de la industria. Las expropiaciones de empresas de servicios petroleros y la salida de empresas transnacionales por la migración forzosa a empresas mixtas, también contribuyeron.
Datos y hechos sobre la gasolina y los barcos iraníes
Por José Guerra | (26 mayo 2020)
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¿Cómo lograr la recuperación?
En primer lugar, es fundamental la elaboración y puesta en práctica de un robusto plan petrolero que revierta el marcado deterioro de la industria de los hidrocarburos en Venezuela, para esto es necesario reformar de manera urgente buena parte de las leyes que rigen el sector, generando incentivos a la inversión privada extranjera, pero también dotando al Estado de suficientes recursos para mantener la gobernabilidad, los equilibrios macroeconómicos, renegociar el default de la deuda en divisas y un flujo de caja en divisas que le permita acceder a financiamiento con multilaterales. Es necesario entender que, sin recuperación de la industria petrolera, a Venezuela le costará mucho recuperar su economía. Con las divisas que se generen en la industria petrolera, el país podría desarrollar otros sectores de su economía –algo similar a lo que están haciendo países como Arabia Saudita, Catar, Kuwait, Emiratos Árabes, entre otros–, buscando disminuir la exposición que tiene a los ingresos petroleros. Es difícil pensar en otro sector económico, que pueda suministrar al resto de la economía las divisas, en tiempo y volumen, que es capaz de ofrecer el sector de los hidrocarburos.
Por otra parte, es menester desarrollar una institucionalidad de calidad en el país. Debemos tener en cuenta que las instituciones son las que definen y limitan el esquema de incentivos de los agentes económicos. Las instituciones son las reglas del juego de una sociedad. El marco institucional es una variable muy importante para explicar la diferencia entre casos exitosos y fracasos en el manejo de las riquezas naturales. En consecuencia, una baja calidad institucional, con presencia de altas rentas, conduce a una asignación de los recursos discrecional, poco transparente y negativa para la población, en una nula rendición de cuentas, en persecución a grupos opositores utilizando recursos del Estado y sus instituciones, en escasa seguridad jurídica, pobre respeto a los derechos de propiedad, políticas económicas que no buscan el bienestar en la población, sino ganancias políticas para el gobierno y hasta maniobras fraudulentas en elecciones.
Lamentablemente en Venezuela no hay incentivos políticos para cambiar las reglas de las instituciones actuales. El deterioro en el arreglo institucional es una de las causas de la actual crisis y debe cambiarse urgentemente.
Ideas finales
Venezuela no se preparó para la llegada de la era pospetrolera, muy por el contrario, las desacertadas políticas petrolera y económica emprendidas por Hugo Chávez, y luego por Nicolas Maduro, aceleraron su aparición. La bonanza petrolera no se tradujo en disminución de la pobreza, más ahorros del Estado para enfrentar escenarios negativos o en una necesaria diversificación de la economía. Por el contrario, le dejó al país una crisis económica sin precedentes, de alcance regional incluso. El saldo ha sido traducido en depresión económica e hiperinflación.
La recuperación del sector petrolero es condición necesaria más no suficiente para rescatar la economía de Venezuela pero, sin lugar a dudas, hoy es la mejor y, prácticamente, única herramienta con la que cuenta el país para generar cambios positivos en su economía y enfrentar los desafíos de los próximos años. Para hacerlo, hace falta un plan petrolero ambicioso, promercado, competitivo e innovador.
Para cambiar la tendencia actual de nuestro sector petrolero, es imprescindible un nuevo diseño institucional, que debería tener mecanismos que incrementen la transparencia, nos conduzcan a una economía de mercado, con instituciones regulatorias independientes, que reduzcan la discrecionalidad del Estado en el uso de los recursos públicos, entre otras cosas.
Aún Venezuela tiene posibilidades de recuperar su industria petrolera y monetizar parte de sus reservas, pero para eso necesita llevar a cabo profundas transformaciones que ameritan consensos y drásticos cambios políticos. Por el bien del futuro de los venezolanos, ojalá y lo logre.
*Economista. Profesor universitario UCV (postgrado de Política y Comercio de Hidrocarburos) y Unimet (pregrado de Economía Empresarial).
Fuente: Revista SIC 825