Arturo Peraza s.j*
Si algo ha marcado la historia venezolana es la relación entre el mundo militar y el mundo civil. Ambos se han visto con profunda desconfianza y mutuo resentimiento. El problema visto desde el mundo civil es cómo se controla al poder militar, o lo que es lo mismo, cómo se le circunscribe a los cuarteles y a funciones de defensa del territorio. El sector militar percibe el mundo civil como mercantilizado y poco confiable, por lo que mal se le puede confiar el Gobierno.
La república civil que se estableció de 1959 a 1999 logró progresivamente someter a los militares al claustro del cuartel. Se les prohibió cualquier incursión en la política, al menos formalmente. Así los voceros fundamentales de ese período son civiles que militaban en instancias partidistas. Pero desde 1999, con el arribo del Teniente Coronel Hugo Chávez a la primera magistratura nacional, los voceros cada vez más dejaron de ser civiles para convertirse en voceros militares. Si bien del lado de la oposición hay algunos voceros civiles, también hay que contar con un contingente importante de voceros militares de ese sector. Esto es aún más claro en el sector que apoya el proceso.
De allí la importancia que se le ha dado a las declaraciones dadas por el Gral.(r) Raúl Isaías Baduel. Éste no ha señalado algo que otros personajes de la oposición no hayan dicho ya. Incluso gente que antes estuvo unida al gobierno como los diputados de PODEMOS ya señalaban los mismos argumentos esgrimidos por el General, pero en ninguno de los casos causaron el revuelo de las declaraciones de Baduel. Por eso no se trata de los argumentos usados, sino de la persona que los enuncia. Se trata del héroe militar del 13 de abril. Se trata de alguien que tiene aparente ascendiente sobre la FAN. Se trata de alguien que es miembro de la logia militar inicial.
Lo grave de todo esto es que nuestra República ha vuelto a ser simplemente una república militar, donde los civiles jugamos un papel de comparsa. La reforma en este sentido, al estructurar un sistema centralizado, presidencialista, con una Fuerza Armada ideologizada, no hace más que reforzar esta realidad. Pero habría que decir que la salida de este juego de opuestos no debería ser volver nuevamente a la república civil de finales del siglo XX, sino buscar caminos de superación dialéctica que permitan integrar el mundo militar y el mundo civil, aunque cada uno en su perspectiva propia.
El voto militar debe estar garantizado. Pero de igual forma debe seguir garantizado la institucionalidad de quienes portan las armas. Mal puede seguirse en la FAN la frase “Patria, Socialismo o Muerte” ni alguna otra de connotaciones políticas, pues armas y política juntas van mal y normalmente terminan en las escenas de golpe o de represión cruenta, y en ambos casos se pierden los derechos de todos.
* Director de Sic.