Por Alfonso Congostrina
Las bodas por la Iglesia caen por debajo del 20%. La mitad de los jóvenes no cree en Dios. España se aproxima a Francia en el aumento de la secularización
Francesc Romeu se ordenó sacerdote hace 34 años. Actualmente, es el párroco de Santa Maria del Taulat en el barrio barcelonés de Poblenou. “El domingo es la celebración de Ramos. Ya le he preguntado a la florista que vende las palmas y me dice que tendré un lleno absoluto. La plaza estará a rebosar. El Jueves Santo volveré a la realidad y oficiaré para unos pocos”, ironiza. La percepción del sacerdote coincide con los resultados del informe Laicidad en Cifras, 2018, de la Fundación Ferrer i Guàrdia, que constata que el 27% de los españoles son “ateos, agnósticos o no creyentes”. Un porcentaje “histórico”, según Sílvia Luque, directora de la fundación.
Evolución de los no creyentes
Los datos —extraídos, entre otros, del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del Instituto Nacional de Estadística (INE)— no son halagüeños para el futuro de la Iglesia. Los jóvenes de 18 a 24 años son los menos creyentes entre todas las franjas de edad, una situación que ilustra el futuro como ninguna: la proporción de estos jóvenes que pasan de la religión (48,9%) es similar a la de aquellos que confiesan su fe en alguna creencia (el 48,5%). La situación es radicalmente distinta entre las personas mayores de 65 años: en esas franjas, los españoles aún creen en el Dios de su infancia (88,6%), que durante 40 años además fue un dios obligatorio, tanto como la asistencia a misa, bajo la dictadura de Franco. Pero entre los jóvenes, la realidad es otra: “En realidad”, sostiene Vicenç Molina, vicepresidente de la Fundación Ferrer i Guardia, los chicos “han cambiado las fórmulas metafísicas por manifestaciones tecnológicas, que también son dogmas”.
La sociedad ha cambiado mucho en las tres décadas que Romeu lleva dando misa. “La gente cada vez es más indiferente a la religión”, constata el sacerdote. Hoy, el porcentaje de creyentes en España es del 69,5%, aunque solo el 26,6% se declara practicante lo que, según Josep Mañé, técnico responsable del informe, representa un “nuevo mínimo”. Como atestiguan las cifras, desde 1980, cuando quienes no creían apenas eran un 8,5%, el número de quienes ahora dan la espalda a la religión no ha dejado de crecer, lo que se refleja también en los matrimonios.
Según la edad
El estudio de la fundación Ferrer i Guàrdia sostiene que en España, el pasado año, el 80,2% de las uniones matrimoniales fueron civiles frente al 19,8% de religiosas. Una evolución que ha dado la vuelta por completo a la situación de hace 27 años. En 1992, el 20,60% de los matrimonios fueron civiles frente al 79,4% de confesionales. En 2008, se llegó a un equilibrio y a partir de ahí las uniones civiles han sido las elegidas mayoritariamente por los españoles. Los catalanes y los vascos son los que más se casan por lo civil y los extremeños y ceutíes, los que menos.
Luque compara la situación de España con la de los países más cercanos. “La encuesta European Social Survey sostiene que el país con mayor porcentaje de ciudadanos que manifiestan creencias religiosas es Polonia (91%) debido al anticomunismo y al posterior papado de Juan Pablo II”, apunta. Después Lituania (88%), Italia (74%), Irlanda (74%), Portugal (73%), Austria (73%) y España (69%). “En Francia solo se confiesa creyente el 53% de la población y es debido a que la división del Estado y la religión es de principios del siglo XX”, asegura la directora de la Fundación Ferrer i Guardia. Luque sostiene que la tendencia en España es ir acercándose a Francia conforme “las generaciones estén menos influidas por el nacionalcatolicismo franquista”. En su opinión, los escándalos de pederastia en la Iglesia católica no han influido todavía en la estadística.
Compromiso con la religión
Para Enrique Gil Calvo, sociólogo y catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, el descenso del número de creyentes en la población joven se debe a un proceso de secularización como resultado de la modernización, la escolarización y la emancipación femenina. “Los jóvenes de hoy son menos religiosos que los de ayer pero más religiosos que los de mañana. La religión es incompatible con la racionalidad científica. Por lo tanto, como las nuevas generaciones están cada vez más formadas, con estudios superiores, aumenta el nivel general de racionalismo científico, y en consecuencia disminuyen los residuos premodernos de superstición religiosa”, argumenta.
María Lara, historiadora y antropóloga, destaca que, a lo largo de la historia, el miedo y la incertidumbre han sido dos de los factores que más han contribuido a situar la religión en la cumbre de la escala de valores de los humanos. “Si tú, entre los 14 y los 24 años, estás estudiando y tienes los gastos pagados por tus padres, no tienes preocupaciones. Ante esta escasez de incertidumbre, hay menos necesidad de recurrir a la religión”, asegura.
Matrimonios
El párroco Romeu admite que “a los jóvenes les cuesta más ir cada domingo” a la iglesia. Aun así, cree que es una cuestión generacional: “Las ancianas que tenía cuando empecé como sacerdote han muerto y ahora tengo otras que se jubilan, los nietos ya se han hecho mayores, y ellas aparecen un día por la iglesia y se quedan”.
Fuente: El País