Arturo Peraza s.j.*
Si se tiene que explicar la victoria es que tal victoria no ha ocurrido. Este era el problema de Hugo Chávez hasta el día domingo. No es un problema de número que están suficientemente claros (ver Análisis de los resultados electorales 2008). No es un problema de ciudades, municipios o estados ganados. Es un problema de percepción, por cierto, no de la oposición, sino del mismo chavismo (para ello bastaba con leer aporrea esos días). Por eso la estrategia que al final parece haber elaborado el Presidente junto con sus asesores y el partido es desconocer en la práctica las pequeñas pero significativas victorias de la oposición a fin de lograr imponer nuevamente la agenda política y evitar el sentimiento de frustración que parece tuvo la militancia del PSUV con los resultados.
Esto nos ha llevado nuevamente y en menos de una semana a otra agresiva campaña política. Como nos tienen acostumbrados, esta campaña se manifiesta en constantes cadenas nacionales. Pero parece que el Presidente no cae en cuenta que su gente y el país puede estar realmente agotado de lo que significó la reciente campaña electoral regional, por demás violenta debido al verbo que él mismo uso.
Por otro lado, a pesar del reconocimiento formal de las victorias electorales de la oposición, se le ha entregado en muchos casos cascarones vacíos, realizando transferencia de competencias que en muchos casos son nulas constitucionalmente y por otro lado con expresa intensión de impedir el ejercicio del poder público al cual legítimamente están llamados por la elección popular. Este comportamiento está reñido gravemente con lo que pueda ser definido como comportamiento democrático.
La conducta del Presidente de nombrar, en los estados donde ha ganado la oposición, a un alcalde como su representante directo y como miembro del Consejo de Ministro, supone un modo práctico de desconocimiento de la función del gobernador de estado e incluso una tácita desautorización. En ese sentido y en varios otros los discursos de esta semana han vuelto a tensar el ambiente político, cuando todos esperábamos un respiro navideño que permitiera darle paso a la gobernabilidad. En realidad la gente no importa, sólo importa el poder.
El Presidente ha dicho que la oposición ha llegado agrediendo. Si éste es el caso deberían establecerse las responsabilidades que hubiera lugar, pues no puede un gobernador o un alcalde definir y/o obstruir las políticas públicas desarrolladas por el nivel nacional, así como tampoco se puede hacer al contrario, si bien se espera que hubiera colaboración entre los distintos niveles. Lamentablemente esto no ha ocurrido. Una señal grave en ese sentido es que quienes han entregado gobiernos a la oposición han actuado con el erario y bienes públicos como si se tratase de bienes privados.
Pero la acción más importante para revertir la sensación (no objetiva y por eso llama la atención) de derrota ha sido proponer la reelección indefinida vía una enmienda constitucional que deberá ser sometida a referendo seguramente durante el primer trimestre del año 2009. Esto impone la agenda nacional y tensa nuevamente el ambiente político.
Se trata de una propuesta inconstitucional, tanto porque la misma ya fue decidida en el referendo del 2 de diciembre de 2007 en el sentido negativo, como por el hecho que tal modificación supone un cambio a una principio fundamental del sistema constitucional que es el principio de alternabilidad, es decir, el principio por el cual una misma persona no puede permanecer en un cargo (ni aun siendo reelecto) de forma indefinida, por la razón que ya desde el siglo XIX señaló el Libertador. El hecho es que nos veremos nuevamente enfrascados en una campaña política como contraataque que busca romper la imagen de dos años de derrota. Quizás logre revertir el proceso y por fin anotar un gol político, pero puede también ocurrir que sus bases se cansen de tanta política vacía y decidan nuevamente no ir a votar. Todavía queda algún trecho para saber cual será la reacción de nuestra gente que otra vez deberá esperar, quizás hasta el día en que este mismo pueblo decida que él lleva el contraataque.
* Director de la revista Sic