Antonio Pérez Esclarín
Según el diccionario de la lengua española, reconstituyente es una especia de remedio o medicina que se le da a un enfermo o una persona que está muy débil con la intención de que recupere la salud o las fuerzas. No me cabe la menor duda que lo que el gobierno ha convocado es una reconstituyente, más que una constituyente, con la intención de recuperar algo de su maltrecha salud. Como sabe que mediante el voto universal, directo y secreto no tiene la menor posibilidad de ganar elección alguna, recurre a esta táctica, de espaldas a la Constitución, para ganar tiempo, tomar un poco de aliento e intentar dividir a la oposición, estrategia que viene aplicando desde hace ya mucho tiempo. Por saber que perdieron el apoyo popular, impidieron a última hora mediante argucias y trampas el revocatorio, y se niegan a que haya elecciones de gobernadores que debieron hacerse en diciembre pasado, y seguirán haciendo todo lo inimaginable, como esta convocatoria, para que no haya elecciones de ningún tipo hasta que logren acomodar a su medida el sistema electoral.
Además, presentan la Constituyente con un lenguaje maniqueo, tremendista y apocalítptico y gritan sin el menor pudor: “¡Asamblea Nacional Constituyente o Violencia!”, “¡Asamblea Nacional Constituyente o Terrorismo!”, “¡Asamblea Nacional Constituyente o Guerra!”. Con estos gritos belicosos, que pretenden disfrazar invocando la paz, están afirmando que los que no aceptan la Constituyente convocada por Maduro, sin tener autoridad para ello, son violentos, terroristas y están optando por la guerra. No debería sorprendernos esta actitud pues estamos viendo cómo culpan de terroristas a los que convocan a marchas pacíficas y les acusan de una violencia que en la mayoría de las veces ha sido consecuencia de la represión. Yo he participado en varias marchas y doy fe del espíritu pacífico, democrático y no violento de ellas. La violencia siempre se ha dado cuando la guardia ha impedido llegar al objetivo final, alegando sin pruebas que los que marchan tienen una carta escondida bajo la manga y quieren destruir los organismos públicos a los que se dirigen. Cuando las fuerzas del orden público no han actuado ni reprimido, no ha habido violencia alguna. Hasta la fiscal ha debido reconocer que es explicable que la gente responda con actitudes violentas a la represión que sufren. Estoy convencido que los saqueos y destrucciones son efectuados por grupos anárquicos y de delincuentes que se aprovechan de la situación y no termino de entender por qué las fuerzas del orden público no las controlan a tiempo con la misma o mayor eficacia con que reprimen marchas pacíficas.
Por otra parte, ¿acaso con esta convocatoria se van e enfrentar los gravísimos problemas que sufrimos como la escasez, la inseguridad, el hambre? ¿Acaso es la constitución la culpable del caos que estamos viviendo? ¿No se trataría más bien, como afirman los Obispos, de cumplir y hacer cumplir la Constitución más que de cambiarla? ¿En verdad creen que puede ser un instrumento para la reconciliación cuando de entrada le arrebatan al soberano la potestad exclusiva de convocarla y no demuestran la menor voluntad de rectificar, sino más bien de profundizar, el camino que nos ha llevado a esta situación?