El papa Benedicto XVI hizo un llamamiento a cientos de miles de jóvenes peregrinos, que participaron en la denominada Eucaristía del Envío de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid, para que amen a la Iglesia y no cedan a la tentación de “ir por su cuenta”.
El trabajo de los 40.000 voluntarios que han colaborado desinteresadamente con la organización de la JMJ para atender a unos dos millones de peregrinos, que han resistido calor y lluvias, es un mentís a quienes consideran a los jóvenes unos rebaños dóciles del consumismo mercantil y del clientelismo político sufragado por un partido. (A los escépticos de la jornada, preocupados por los gastos, les ha faltado visualizar los ingresos turísticos de cerca de un millón de visitantes a las ciudades españolas, ya que no se han limitado al encuentro madrileño).
La Jornada mostró más con gestos y símbolos la indignación del Papa y la juventud cristiana, especialmente católica, contra el cliché de una generación, esclavizada por los ídolos del consumismo y del individualismo, incapaz de reflexionar y meditar sobre los retos de la vida, la crisis del empleo juvenil o de la crisis ética mundial.
Ante el individualismo reinante en las sociedades actuales, el Papa insta a la juventud a amar a la Iglesia, comunidad de encuentro, y les recuerda que el seguimiento a Jesús es un camino de solidaridad: “No se puede seguir a Jesús en solitario”.
Quien así lo hace, aseveró el Santo Padre, corre el riesgo de no encontrar “nunca” a Dios o de acabar siguiendo una “imagen falsa” de Él, pues el llamado de Jesús insta a participar en las comunidades y hacerse solidario de los más necesitados.
“Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor”.
Así, Benedicto XVI pidió a los jóvenes que reconozcan la importancia de su inserción en las parroquias, las comunidades y movimientos a los que pertenecen, así como la participación en la eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón y el cultivo de la oración y la meditación de la palabra de Dios.
El Papa, quien fue aclamado y aplaudido continuamente, citó a los presentes al encuentro mundial de la juventud que se celebrará en Río de Janeiro en 2013, lo que causó una gran ovación de los brasileños, que agitaron fuertemente sus banderas.
Los jóvenes españoles entregaron a los brasileños la cruz símbolo de la JMJ, mientras que Benedicto XVI bendijo además cinco cruces y se las impuso a otros tantos jóvenes, uno por continente, como señal de envío y mandato misionero.
“Pidamos al Señor ya desde este instante que asista con su fuerza a cuantos han de ponerla en marcha y allane el camino a los jóvenes de todo el mundo para que puedan reunirse nuevamente con el Papa en esa bella ciudad.