Yhoban Camilo Hernández Cifuentes
El cierre de un acuerdo final de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, anunciado públicamente este 24 de agosto por la Mesa de Conversaciones en La Habana, Cuba, le demuestra a Colombia que sí es posible un camino diferente de la guerra, un futuro en el que los conflictos puedan resolverse por la vía del diálogo y no de la violencia. Pero eso implica grandes desafíos, porque la construcción de la paz apenas comienza.
De momento las FARC y el Gobierno han hecho las paces para poner fin a 52 años de confrontación armada, pero queda pendiente empezar a transformar esos problemas estructurales del país que dieron lugar a este conflicto interno. Desarrollo rural, participación política y reparación integral a las víctimas, temas acordados en la negociación, serán claves de aquí en adelante, como bien lo expresó el jefe de la delegación negociadora de las FARC, Luciano Marín Arango, alias “Iván Márquez”, durante su discurso.
Construir la paz dependerá en buena medida de la implementación de este acuerdo. “Pero de la sociedad colombiana depende que sea ejecutado. Primero, si lo aprueba con el voto —al plebiscito por la paz el 2 de octubre—. Segundo, si se comprometen a hacer parte de la transformación que se necesita para conseguir la paz”, advirtió el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, quien dijo que el acuerdo no es perfecto pero es el más viable, “el mejor acuerdo logrado posible”.
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