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La pervivencia del chavismo

Isaac Nahón Serfaty

chavez.jpgNo era difícil prever lo que le está pasando al chavismo. Después de la muerte de Hugo Chávez se podía vislumbrar la caída en su popularidad y capacidad de arrastre. Maduro “ganó” de vaina (apenas 1.5% de diferencia con Henrique Capriles). Las elecciones municipales las ganaron gracias al “Dakazo”, el truco bajo la manga que tenía a disposición este gobierno tramposo. Ahora los trucos se le agotan. El precio del petróleo cae, Venezuela no tiene cómo aumentar su producción de hidrocarburos, su capacidad de refinación está disminuida, y en general la industria nacional y la agricultura están debilitadas como resultado de las políticas que Chávez implementó.

Se favorecieron las importaciones baratas, se abrieron las puertas a la corrupción, se confiscaron tierras y fábricas, se re-nacionalizaron empresas, se regaló dinero y petróleo para comprar votos en la escena internacional; es decir, Venezuela perdió su oportunidad de oro para desarrollar la industria, el campo, la infraestructura, la salud y la educación de la gente.

Además no se preparó para el tiempo de las “vacas flacas”. La crisis agarró a Maduro y al país con los pantalones abajo.

Sin embargo, esta crisis no significará el fin del chavismo. Maduro, dicen las encuestas, es un presidente impopular. El gobierno es evaluado negativamente por una mayoría significativa de venezolanos. Si las elecciones parlamentarias se celebran con un mínimo de pulcritud y los resultados reflejan el estado de la opinión de los electores, la oposición debería lograr una mayoría en la Asamblea Nacional en 2015. Pero nada de esto quiere decir que hay que descartar al chavismo. Más bien la debacle del gobierno de Maduro, herencia directa del desaparecido “Líder Galáctico”, reforzará la idea en mucha gente que con “Chávez se vivía mejor” (lo que no es totalmente incierto para una parte de la población). Incluso muchos pensarán que con “Chávez esto no habría pasado”, pues no verán la relación directa que existe entre el desastre de Maduro y el legado nefasto de Chávez. La diferencia está en que Chávez pudo compensar los efectos desastrosos de sus decisiones con los dólares del ingreso petrolero.

La pervivencia del chavismo se nutrirá de una mitología alrededor de los “buenos tiempos de Chávez”. Mientras el sector chavista repudie más a Maduro, a Cabello y a los herederos de la franquicia del PSUV, eso reforzará la idea que con Chávez la vida era más sabrosa. Esa idea será rescatada por gente del PSUV o fuera del partido. Ellos se reclamarán como “verdaderos herederos” del Comandante. Es probable que nazcan varios partidos que se definirán como chavistas. Todos volverán sobre la mitología de quien, al morir relativamente joven y con una alta popularidad, pudo “lavar” sus pecados, que fueron muchos y muy graves.

En esto el chavismo se parecerá, como en otras cosas, al peronismo que ha prevalecido en Argentina bajo distintas invocaciones. El “neoliberal salvaje” de Menem y los populistas autoritarios de los Kirchner dijeron ser seguidores de los ideales de Perón. En un libro de Tomás Eloy Martínez titulado  “Las vidas del General”, el escritor argentino recoge esta declaración de Perón: “A mí ya no me interesa que sean peronistas puros. Me interesa que luchen. Todo el que lucha por la liberación del país es un compañero. El peronismo es lo más heterodoxo que hay: cabe todo”.  Y así ha sido en los hechos, pues el llamado “justicialismo” es una mezcla de tendencias e intereses que dicen todas representar la visión original de su fundador y de Evita, la otra figura clave del movimiento.

El chavismo como ideario nebuloso e híbrido prevalecerá. Es probable que lo haga bajo la denominación oficial del PSUV. No hay que descartar que las hijas de Chávez sean las que se apoderen de la franquicia que creó el padre; podrían argumentar que ellas son las “auténticas” chavistas. Esta pervivencia del fenómeno chavista tendrá consecuencias sobre el futuro político, social y cultural de Venezuela. Basta verse en el espejo argentino para comprender lo nefasto que resultan estos mitos asociados con líderes carismáticos y cuasi religiosos en los países.

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