Por Alfredo Infante sj
El profeta Elías está en el desierto (1Rey 19,4-8). Ante la adversidad mide sus fuerzas y, deprimido, decide echarse a morir, pues considera que caminar, es caminar en vano. «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que no valgo más que mis padres!» Abandonando todo y a sí mismo, mientras duerme, el ángel del Señor le toca el hombro y le dice: «¡Levántate y come!». El profeta despierta y ve sobre su cabecera pan y agua, come, pero vuelve a echarse para aguardar la muerte. El ángel lo reprende insistiendo: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.» Elías obedece la voz del ángel, se sobrepone y echa a andar con aquel alimento cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb.
No basta el pan, aunque es necesario como seres de necesidades que somos. Lo que levantó a Elías fue la fuerza de la palabra de aliento de parte del Señor que acompañó al pan y al agua. ¡Cuántos Elías hay en este desierto inhóspito llamado Venezuela!
El otro día, en un taller con educadores, una profesora comentaba: «¡A veces me siento bipolar, amanezco sin fuerzas, con ganas de abandonarlo todo!, pero una voz interior me dice ¡No, de ninguna manera, vamos, de pie, hay muchos motivos para vivir! Me pongo de pie y, así es, descubro valiosos motivos para seguir andando, soñar y construir». No, no es bipolaridad. Es un conflicto espiritual como el de Elías. Hay fuerzas enemigas a la de Dios, pero la voz de Dios en nuestra consciencia, el ángel, nos fortalece en el desierto y nos pone a caminar con el corazón puesto en nuestro Horeb, una tierra justa donde reluzca nuestra dignidad de hijos y hermanos.
En el evangelio de Juan (6,41-51), Jesús nos dice: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Jesús es la palabra hecha carne, es palabra viva, alimento verdadero, en él y con él podemos transformar en jardín este desierto inhóspito llamado Venezuela. ¡Es la hora! ¡Que el poder despótico no nos arrebate los sueños! Escuchemos la voz del ángel que susurra en nuestra consciencia: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Oremos Señor, que en medio de este desierto inhóspito donde el poder criminal aterroriza y desmoviliza, danos la sabiduría para distinguir tu voz que nos dice, ¡Pónganse de pie y caminen!
Sagrado corazón de Jesús, en vos confío Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega. Caracas-Venezuela.