Por Isaac Daniel Velásquez, S.J.
12 de febrero, la marcha convocada por el Frente Amplio en Ciudad Guayana abarca más de 5 puntos en Puerto Ordaz. A las 6 de mañana, de camino a San Félix, di inicio a la otra marcha. En mí había una especie de dilema producto del enfrentamiento mente-corazón que vivía a tempranas horas de la mañana, por un lado, hacer presencia y seguir avanzando en la ruta trazada por millones de venezolanos, las ya famosas, cese de usurpación -en referencia a la Presidencia de Nicolás Maduro-, Gobierno de transición y elecciones libres.
Por otro lado, el corazón, me empujaba a acompañar a Vanessa. Vanessa Thomas, hija de Amarilys, feligresa de la capilla en la que colaboro los fines de semanas, desde noviembre del año pasado está necesitando una Histerectomía. Los elevados costos de los exámenes, la ausencia de médicos en los hospitales, en el caso de Vanessa, tiene una falla en su corazón y necesita ser revisada por un cardiólogo y el Hospital Dr. Raúl Leoni, “Guaiparo” en San Félix no cuenta con ese servicio impidiendo que pueda realizarse una intervención con urgencia.
Vanessa apunta hacia la otra marcha, hoy la acompañé. Hablar de la otra marcha, es hacer referencia a ese pequeño o gran constructo social de venezolanos que no están en las estadísticas de apoyo a Juan Guaidó o Nicolas Maduro. Para ellos su lucha es distinta, que vale acotar no difieren a las otras, ni rayan en la antítesis. Por el contrario, mientras hoy miles de venezolanos caminaban en los diferentes puntos de concentración a nivel nacional exigiendo el acceso al país de la ayuda humanitaria, otros tantos iban tras esa ayuda de sus casas a los hospitales, también a pie, pues el transporte, otro tema, es limitante. No es indiferencia, no es ignorancia, es una realidad que, si no la enfrentan, se los come.
Más que un tema de dos marchas, el fondo de este relato está en lo necesario de un ejercicio reflexivo de todos los ciudadanos a nivel político, social, ético. Nuestros hermanos que hoy están “en otra marcha” nos lo exigen, no es mi salvación, es la de nuestro país, nuestra coyuntura nos sigue convocando. Es necesario pedir a Dios proactividad, encarnar el “en todo amar y servir”, del que tanto se critica por ser considerado un simple eslogan.
A mi juicio, el esperar cuando será la próxima movilización y participar en la misma debe estar acompañado de la batalla del día a día: trabajar, estudiar, “dar la pelea” para que ese tan famoso y esperanzador “vamos bien” siga adquiriendo consistencia en los corazones de cada venezolano.