Mayte Navarro Serrano (*)
Una huelga feminista casi rompe los récords en España. Las mujeres de la península ibérica reclamaban igualdad de derechos en todos los ámbitos. Mientras eso sucedía en Europa, en Caracas, el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, miles de mujeres hacían cola frente a los supermercados o bodegas esperando comprar artículos alimenticios regulados, de los que sólo pueden llevarse una cantidad limitada, por lo que pronto tendrán que someterse al mismo suplicio de una nueva y larga espera bajo el sol de la Zona Tórrida.
Otras se apostaban en alguna de las tantas filas de las que imperan en las instituciones bancarias para poder obtener efectivo, cantidades ínfimas que apenas alcanzan para costear el transporte. No faltaron tampoco las que se recorrieron la ciudad buscando un medicamento para un hijo un familiar enfermo y lloraron la muerte de uno de ellos porque se les negó el acceso a la diálisis o a la quimioterapia. Y lo más triste, las niñas, que, a falta de una verdadera educación, esperaban en un hospital depauperado el turno para parir, adolescentes que no llegan a los 15 años y que a falta de una verdadera educación no alcanzan su futuro y se convierten en madres prematuras, eternizando así la línea de la pobreza. El bono del embarazo y el del parto, ideado por Nicolás Maduro, ha anulado las becas para estudiar y sin lugar a dudas estimula la maternidad en adolescentes.
Ninguna de estas mujeres tiene fuerzas, ni tiempo para luchar por sus derechos ciudadanos, para exigir la equidad en los sueldos, para denunciar el acoso en el trabajo o en el hogar, para reclamar mejor educación para estar a la par de los hombres. Donde hay equidad es en la imposibilidad de acceder a un sistema educativo moderno y emancipador, el existente es precario y atrasado que imposibilita la competencia.
Mientras eso sucedía los medios del Estado centraban su programación en recordar al líder muerto, el causante de estas desgracias, pero que gracias a la manipulación de la información se presenta como un salvador de esa clase social que hoy es la que más padece, y que gracias a la capacidad para cultivar la ignorancia y fomentar la dependencia a un Estado castrador, hace imposible que esta gente pueda transitar por su propia cuenta hacia el desarrollo y el progreso. El carnet de la patria los somete y les aplasta la dignidad. Los medios de información del Estado, que son de todos los venezolanos, secuestrados como están por la dictadura y sus secuaces, hacen de la propaganda el medio más eficaz para anular las iniciativas particulares.
Otro tema delicado que testimonia el antifeminismo de la revolución chavista es la dificultad de acceso a la justicia para que ésta actúe en contra de la violencia hacia la mujer. Ya la ONU lo informó en una oportunidad que los casos de violencia van en aumento. Igualmente denunció la falta de establecimiento donde las víctimas puedan refugiarse.
Las mujeres, lejos de lograr reivindicaciones durante el gobierno chavista, tanto de Hugo Chávez como en el de Nicolás Maduro, han sido instrumento político. Se les utiliza para la propaganda y se les margina cuando estas quieren hacer valer sus derechos.
La figura de la Primera Dama en el país logró tener cierta independencia. Su trabajo se centró en la defensa de la infancia, en la atención de las madres trabajadoras. Muchas de ellas lograron levantar a sus hijos gracias a la creación de los Hogares de Cuidado Diario. Hoy esa institución no existe y muchas madres se encuentran desempleadas, angustiadas ante la responsabilidad de alimentar a los hijos. En estos tiempos la primera dama es una combatiente que sólo sirve para llegar a un acto de la mano del macho. Su voz se perdió bajo las amenazas contra la libertad de expresión y las mentiras del tirano.
Este gobierno que tanto habla de la cuota de representatividad femenina impide que las mujeres de los sectores más vulnerables puedan decidir cuándo y cuántos hijos tener, pues por la escasez de medicamentos, de hospitales y de galenos les imposibilita el acceso a los programas y tratamientos para la planificación familiar.
La participación de la mujer no la entienden como un logro adquirido a través de la educación y los méritos que haya podido alcanzar, sino que se considera como una dádiva que se le otorga para mantenerla sumisa a los intereses del partido único.
Para la mujer en Venezuela ejercer su derecho a expresarse libremente resulta altamente peligroso. La cárcel, las torturas y las vejaciones han sido los testimonios de muchas periodistas y activistas que se han manifestado en contra de una dictadura que aplasta a sus ciudadanos y que lo único que persigue es perpetrarse en el poder.
El desprecio hacia lo femenino de este régimen se resume en una frase transmitida en cadena nacional por el líder fallecido y que todavía resuena como un mazazo en los oídos, por lo grotesca, vejatoria y humillante para una mujer: “Esta noche te doy lo tuyo”.
(*) Miembro de Expresión Libre
Fuente: http://www.expresionlibre.org.ve/articulos/la-mujer-esclava-de-la-revolucion