Héctor Ignacio Escandell Marcano
En las últimas semanas, la cantidad de personas en situación de calle aumenta como la inflación en un país sin cifras.
El último aumento presidencial extrañamente nos puso a ganar menos. Todo se sigue calculando a dólar paralelo y el abastecimiento está más desabastecido.
Se pusieron de moda los comercios con productos importados, ¿Quién está a la altura de un arroz a dos mil quinientos?, ¿Quién puede pagar constantemente los rubros básicos a precio de miles?
El cierre del año está siendo tan duro como lo pronosticaban los profetas del desastre. Antes del aumento navideño, el “salario integral” era de 62 dólares y ahora apenas llega a 51 billetes verdes.
Sigo tomando la moneda gringa como referencia porque es a esa divisa que están importando los gobernadores de frontera y es a “Dolar Today” que están calculando los precios.
Mientras las cuentas no den, seguirá aumentando la presencia de compatriotas en la calle, seguirá esfumándose el sueño de pobreza cero y de niños en las escuelas.
Aunque parezca increíble, existe gente que intenta justificar la realidad. La adjetivizan hasta más no poder y siguen sembrando falsas promesas.
¡Seguiré, aunque sea de la minoría!
Una lectora de las crónicas me cuestionó por graficar la historia de un niño de la calle, por publicar una foto de los miles que cada día sortean la basura para comer algo.
Lo más cumbre es que familias enteras se van a los basureros a buscar comida y no necesariamente están en situación de calle.
A estas alturas del partido me cuestiono. ¿Será que estamos así porque nadie visibiliza lo real? ¿Será que ya dimos por normal que el lugar de muchos chamos es la calle y no la familia?
Como un porfiao, como un albañil que no para hasta ver su obra edificada. Si no lo hago, ¿para qué estoy?, ¿para qué escribo semana tras semana? Sería una tontería hablar de fiesta cuando la masa no está pa’ hallaca.
La agenda es la gente
Si la ciudadanía no visibiliza sus problemas, ¿quién más lo hará? ¿quién, sino tú y yo?
Para muestra un botón: mientras los venezolanos pasamos roncha, la agenda política y de los políticos es otra.
Mientras el que puede se gasta la vida en comida, los políticos dialogan con jamón serrano, queso, casabe y salmón.
Mientras la gente muere de mengua, las cúpulas negocian puestos en la silla. El hampa sigue uniformada, vestida de OLP y matando en cada barrio. La MUD y el PSUV siguen en lo suyo, peleando por las migajas que salpican del poder.
¿Cómo no graficar el hambre si cada día somos más miserables?
Por cierto, esta crónica la escribo entre balde y balde, hace cinco días el agua no llega a mi piso.
Los chamos de Hidrocapital tienen dos días tratando de echarle pega a un tubo que hace 70 años nadie lo mira. Así es la desidia.
La recta final del 16 será como la última serie de Grandes Ligas, ojalá que los venezolanos seamos como los Cachorros de Chicago y le pongamos punto final a esta mala racha.
En todo caso, esperemos que de la crisis siga aflorando la solidaridad entre hermanos. Es también responsabilidad de la ciudadanía dar a quien necesita y trabajar para que el entorno cambie.
Pd: Insisto, lo del diálogo no debería ser un orgasmo político, debe ser una práctica constante de toda la ciudadanía.
Fuente: https://cronicadelviernes.wordpress.com/2016/11/13/la-miseria-no-se-dialoga/