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La Mirada

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portada¡Cómo me gustaría que -en este tiempo donde tantas cosas se hipotecan y secuestran–  no nos secuestraran nunca la mirada sobre la realidad de los niños en nuestro mundo!. Expreso este deseo ante el regalo que me ha hecho Mari Fran de la Sección de Menores en Riesgo de la CEE,  recomendándome el Informe anual de UNICEF sobre el estado mundial de la infancia.

José Luis Pinilla

Una lectura diagonal del mismo me abre el apetito para hacerlo sosegadamente en el próximo fin de semana. Pero al menos quiero que ya quede la huella y la impronta de un impacto brutal: Unicef, a nivel mundial, alerta sobre los  69 millones de menores que  podrían morir por causas evitables para 2030. Casi la mitad en África subsahariana y una tercera parte en Asia meridional. Y  para ese año otros 167 millones vivirán en la pobreza.

pobrezaDe lo global a lo local: la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en España se sitúa en el 34,4 por ciento. La pobreza infantil ha aumentado hasta alcanzar a 2,5 millones de niños. España está invirtiendo en protección social de los niños y sus familias un 1,4 % del PIB, cuando la media europea es del 2,2 %. En España, la tasa de riesgo de pobreza de los niños batió récords: pasó del 30 % de 2014 al 34,4 % en 2015. Y ¡cómo no¡, esta cifra llega hasta el 60,3 % de los nacidos en familias extranjeras en  hogares de migrantes con hijos pequeños, dato que pone en evidencia las barreras de estos colectivos en el acceso a derechos y servicios.

Un panorama desolador para el futuro de los niños en situación de mayor pobreza en el mundo, si los gobiernos, los donantes, las empresas y las organizaciones internacionales no aceleran los esfuerzos para responder a sus necesidades básicas. Este informe no hace más que reiterar el convencimiento de que, desde hace muchos años en muchas regiones del mundo, la migración afectando a los niños fue una piedra incomoda en el zapato de los gobiernos de las regiones de Centro y Norteamérica o de otras partes del mundo. Situación de la que se desentendían casi por completo desviando la mirada y minimizando el asunto. Eso seguiremos haciendo. Para  nuestra desgracia. Desviar la mirada Mucho antes de que esta migración alcanzara  las sorprendentes dimensiones que ahora la hacen “visible”,  por ejemplo a la sociedad mexicana e internacional,  ya era un problema que, por sus características y no sólo por sus proporciones numéricas, era ya estremecedor y suficientemente grave por sí mismo.

unicefRepito: ¡Cómo me gustaría que tampoco nos secuestraran la mirada sobre la realidad de los niños en nuestro mundo!,  especialmente la de la pobreza infantil. Y para que,  en mi caso, eso no suceda ante las cifras sangrantes de un informe como este quiero retener la mirada en lo concreto. En el Libro de los abrazos de Eduardo Galeano, se nos narra cómo  Santiago Kovadloff, ensayista argentino, poeta, traductor y autor de relatos para niños (además de músico) escuchó cómo su hijo –cuando le acercó al mar–  le hacía un ruego: “Ayúdame a mirar”. El crío quedó estupefacto ante la magnitud del espectáculo. El menor pedía ayuda, necesitaba saber la verdad de aquel majestuoso panorama que estaban contemplando sus ojos. Necesitaba mirar, pero necesitaba saber mirar, porque “la mirada es la verdad”, que dirían muchos poetas.

Y ante informes como este pongo delante las miradas de los niños. Hago una  lectura en diagonal. Éstas son siempre selectivas. Por eso, además de hacer un avance rápido de pasajes especiales o titulares de cada capítulo y alguno gráficos llamativos… me detengo selectivamente en las fotografías y en algunos de los pocos testimonios  de niños que aparecen en el libro.

De las fotografías  me impresionan las de un niño que da de comer a otro más pequeño en el campamento para refugiados de Nyarugusu, en Tanzanía. O las de  Moses, Sarah y Paul, de 1, 2 y 7 años respectivamente, junto a su madre, Lucy, y su prima Joslyn, de 7 años, en el exterior de su vivienda, destruida por el supertifón Pam, en la isla de Tanna.

O la de los niños y niñas en Supaul, sonriendo, en un distrito proclive a las inundaciones del estado de Bihar, India. Y me he detenido un poco más de tiempo en la de un niño que intenta obtener algo de dinero… ¡pesando a la gente!  en la calle en Sana’a, en Yemen. O en la mirada de una niña fabricando ladrillos en una factoría de Shahdra, al norte de Lahore, Pakistán.

Y de entre los testimonios recojo al menos algunos de los que rescata Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz 2014 por su lucha contra la represión de los niños y jóvenes, y por su derecho a la educación. Y que desde los años 90 ha trabajado activamente contra el trabajo infantil, habiendo liberado con su organización Bach20160630_094737pan Bachao Andolan a más de 80.000 niños de varias formas de esclavitud. Narra,  –y me imagino la mirada infantil – cómo un niño de Sudán le cuenta su secuestro por una milicia extremista que le había obligado a matar a sus amigos y familiares, y que le preguntó una vez: “¿Es mi culpa?”

O la parecida de aquel niño trabajador, pequeño y flaco en la cordillera del Himalaya que, dirigiéndose a Satyarthi, le preguntó: “¿Está el mundo tan pobre que no puede darme un juguete y un libro, en lugar de obligarme a tomar un arma o una herramienta?”.

En fin, cierro el informe. Espero al domingo . Las miradas rápidas sobre la  realidad emocionan fácilmente. Ver es fácil; es un fenómeno biológico. Pero es necesario mirar, contemplar sosegadamente , dejar que cale el cruce de miradas. Y que los textos, números, y gráficos que acompañan la compleja y cruel realidad de la pobreza infantil sean digeridos  por un sano ejercicio del raciocinio, por una  atención detenida, y sobre todo, por la experiencia del tiempo que sabe depositar en el alma humana los ecos de verdades incuestionables que empujan a la imprescindible rebeldía. Educar la mirada sobre la vida de los pobres es una habilidad necesaria para construir interpretaciones más ricas de la realidad.  Y así buscar lo verdadero dejándonos llevar por el rescoldo que se posa en el corazón, dejarnos llevar es ver. Profundizar en el magma de las cosas es un ejercicio de retórica que nos hace más humanos y mejores. Somos lo que somos capaces de mirar en profundidad. Nuestra mirada puede retener el poso y el paso por la existencia, una cotidianidad conquistada, ¡Contemplativos, en suma!.

El informe de Unicef contempla la realidad y la perfora. Y la denuncia diciendo a cualquier gobernante que se ponga a tiro  que la inequidad no es “ni inevitable ni infranqueable” . O que ¡no nos andemos con zarandajas! Que el  objetivo a largo plazo es mucho más simple: demos una oportunidad a los niños. Demos a los niños una voz. El futuro es suyo.

Fuente: http://entreparentesis.org/la-mirada/

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