Por Albe Pérez-Perazzo
A propósito de esa costumbre tan propia de nosotros, los venezolanos, de tomar un momento del día para detenernos en torno a algún sabor, hay una anécdota muy hermosa, que cuenta la costumbre que tenía el Dr. José Gregorio Hernández.
Todas las tardes, entre visitas y recetas médicas, nuestro personaje solía degustar una acemita andina con queso ahumado y una taza de chocolate o de guarapo de guanábana. Merienda por demás propia del terruño del médico oriundo de Isnotú, en el Estado Trujillo.
Han sido meses de mucho trabajo, recompensados con las gratas conversas y los encuentros virtuales que solemos tener entre la Comisión Nacional por la Beatificación de JGH y nuestros aliados; en una de esas conversas, el Cardenal Baltazar Porras contó sobre la merienda de nuestro beato y, por supuesto, todos quedamos fascinados con la historia.
A raíz de esa anécdota, nos pusimos en contacto con el equipo de la panificadora caraqueña Julio Bakery, quienes de inmediato comenzaron a investigar sobre esta tradición andina. Unos días más tarde, nos propusieron varias versiones de la receta, hasta que dimos con la que debe ser la más similar a aquella, según la tradición y las condiciones de la época, comienzos del siglo XX en Venezuela.
Ahora, con la imagen diseñada por el equipo de AVB Taller y con la sazón de Julio Bakery, podemos tener esta merienda cualquier tarde en nuestras casas. En estos momentos de confinamiento, ellos tienen servicio de entrega a domicilio o si no, con todas las medidas de seguridad, se puede acercar al café y buscarla.
Dentro de esas hermosas cajitas, está la acemita andina con el queso ahumado y un melaíto de papelón, que sublima aún más la merienda. Tiene la carta que cuenta con más detalle, la anécdota de la costumbre de nuestro próximo beato. Y lo más especial de todo, con la compra de cada cajita, colaboramos con los fondos que se deben reunir para todo lo que viene en adelante, a propósito de la Beatificación de JGH.
En días pasados, una amiga cercana decidió encargar 20 cajitas y enviarlas a 20 personas que ella sabe atraviesan en este momento una situación complicada de salud. Varias personas, que viven fuera del país, han encargado cajitas para hacerlas llegar a sus padres, abuelos y familiares que viven en Caracas. Y así se ha ido construyendo una red de intercambio de sabores y tradiciones, de recuerdos y voluntades, de proximidad aún en la distancia y de solidaridad ante una causa común.
De este modo, cuando compartimos la reacción de quien recibe como un regalo, o quien adquiere por sus propios medios, la Merienda de JGH, nos encontramos con ese sentimiento que definitivamente nos une como venezolanos, ese que despierta nuestra solidaridad y que nos reconcilia con lo mejor de nuestro gentilicio: la caridad.
De alguna manera, esta sencilla propuesta gastronómica, tan criolla, se convierte en una suerte de comunión, en este caso, la comunión con nuestros afectos, con nuestra fe, con nuestras raíces. Y ya eso es motivo de celebración.
En @juliobakery y a través del teléfono +58 424-177.57.12, se consigue la Merienda de JGH, en caso que quieran darse el gustico o sorprender a alguien con este detalle.
Por cierto, bien vale la pena acercarse a la historia de nuestro José Gregorio Hernández, un venezolano civil, laico, dedicado a la ciencia, profesor, investigador, un hombre que disfrutaba de sus amigos y de las fiestas, que además escribió sobre filosofía y sobre arte, un hombre de fe… Pero lo más importante, y lo que más debemos imitar, un venezolano que decidió vivir haciendo el bien.
#HazElBien