Por José Guerra
El 9 de mayo de 2019 fue detenido de manera arbitraria por parte de un grupo comando del Sebin, el diputado Edgar Zambrano y, de allí, fue trasladado al Helicoide, donde permaneció incomunicado y posteriormente, enviado a una celda en Fuerte Tiuna donde estuvo cautivo durante cuatro meses. En ese tiempo, prácticamente no recibió visitas ni fue presentado ante el tribunal y pudo juramentar a sus abogados cuando había transcurrido mas de tres meses de prisión. El fiscal usurpador y jefe de la persecución en Venezuela, Tareck William Saab, le formuló a Zambrano los siguientes cargos: conspiración, rebelión civil, traición a la patria, concierto para delinquir e instigación a la insurrección, entre otros. La acumulación de las penas derivada de esa acusación, era de treinta años. Conviene resaltar que ninguna de esos alegatos contra Zambrano tenía sustento y solo los pudo haber tenido en la mente vengativa e ideologizada de Tareck William Saab y de quienes le ordenan perseguir a opositores. Y ha sido el mismo formato, una especie de plantilla que utilizan los fiscales del régimen para imputar a opositores en una operación de copiar y pegar, porque el odio le secó hasta la capacidad para recrear nuevos delitos.
Ahora bien, tras la parodia de la llamada Mesa de Diálogo, instalada por el régimen con un grupo de supuestos opositores, se procedió a excarcelar a Edgar Zambrano, mas no a liberarlo, porque persiste la presentación cada quince días y la prohibición de salir del país. La noche del pasado lunes, fue exhibido Zambrano como una especie de trofeo ante los firmantes del pacto, quienes fotografiados, presentaban el primer producto de ese pacto. Está muy bien la excarcelación de Zambrano, pero ello evidencia la putrefacción de la justicia en Venezuela. Le formularon cargos, nunca lo presentaron ante el tribunal de la causa y, de un día para otro, sin que mediase un acto de indulto presidencial o amnistía, el mismo fiscal que lo había acusado, le retiró los cargos y procedió a excarcelarlo. Ello quiere decir que la acusación carecía de valor y, por tanto, Zambrano estuvo cuatro meses de su vida preso injustamente. Pero esto no es causalidad. Se trata del mismo sujeto, Tareck William Saab, que ha acusado sin fundamentos a personas honorables, el mismo que dijo que Fernando Albán se había arrojado desde el piso 10 del Edificio del Sebin en Plaza Venezuela, cuando fue evidente que Fernando Albán fue torturado para que delatara a Julio Borges y no lo hizo y también el mismo que calló mientras los esbirros de la DGCIM demolían a golpes al Capitán de la Marina, Rafael Acosta Arévalo hasta provocarle la muerte. La acusación contra los agentes torturadores y no contra aquellos que ordenaron la tortura, fue homicidio no intencional. Una barbaridad jurídica. Juan Requesens y Roberto Marrero, son igualmente presos de Tareck William Saab.
La lección que debemos extraer de esta situación es que, una de las tareas urgentes de la Venezuela que viene es la reinstitucionalización del país para poder contar con un sistema de justicia acorde con los tiempos modernos y que nunca más Venezuela tenga a una figura como Tareck William Saab fungiendo como fiscal. Nunca más, para hacer valer aquel famoso discurso del doctor Julio César Strassera, quien como fiscal acusó y llevó a la cárcel a los dictadores argentinos. Que prevalezca la justicia y que cese la injusticia.
Fuente: Diario 2001