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La fuerza transformadora del trabajo en Venezuela: “Ora et labora”

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Por :Addison Lashly

Introducción

En los claustros monásticos medievales, el lema “ora et labora” se alzaba como principio vital: rezar y trabajar, fusionados en la búsqueda de una vida mejor y más plena. Hoy, en la Venezuela contemporánea, ese mismo principio resuena con urgencia, no solo como consigna espiritual sino como imperativo social. La realidad venezolana, marcada por profundas carencias y desafíos, exige una reflexión sobre el valor del trabajo como eje fundamental para la superación personal y la movilidad social. El reto aquí, a priori, es intentar interpretar los datos, las experiencias y el testimonio académico para explorar el papel transformador del trabajo en nuestro país y la responsabilidad de la empresa privada en su promoción.

El trabajo como motor de superación y movilidad social

Las cifras hablan por sí solas: según estudios recientes del Centro Gumilla y la UCAB, más del 80% de los venezolanos consideran que el trabajo es la vía más legítima para mejorar su calidad de vida, incluso en un entorno marcado por la precariedad y la migración forzada.Informes anteriores de  SIC apuntan a que, en comunidades vulnerables, el empleo formal favorece la reducción de la pobreza multidimensional y fortalece el tejido social, mientras que la ausencia de oportunidades laborales incrementa la exclusión y la fragmentación.

De acuerdo con el Observatorio de Mercado Laboral de la UCAB, las personas con acceso a empleos estables y dignos muestran una mayor movilidad social ascendente: el 65% de los trabajadores que han recibido formación técnica o profesional en los últimos cinco años han mejorado su situación socioeconómica. La correlación entre trabajo, educación y superación es, pues, incontestable, aunque las cifras también revelan la fragilidad del sistema: solo el 24% de los jóvenes entre 18 y 30 años logra acceder a empleos formales, mientras que el resto se ve obligado a sobrevivir en la informalidad, la economía de subsistencia o, peor aún, en actividades de alto riesgo.

El valor del trabajo en la empresa privada venezolana

Desde una perspectiva corporativa, la empresa privada venezolana reconoce el valor del trabajo como piedra angular del desarrollo económico y social. No son pocos los diferentes entes Gremiales que han afirmado reiteradamente que la recuperación del país pasa por la dignificación del empleo y el fortalecimiento de la cultura laboral.

El sector privado, en medio de dificultades operativas y regulatorias, ha puesto en marcha estrategias de formación y retención de talento, impulsando programas de capacitación, bienestar y apoyo alimentario, conscientes de que el trabajo no solo genera riqueza, sino dignidad, autonomía y sentido de pertenencia.

El valor que se otorga al trabajo desde la empresa privada no se limita a la productividad; es también una apuesta por valores fundamentales como la honestidad, la perseverancia y el respeto. Sin embargo, este esfuerzo se enfrenta a un entorno marcado por contravalores y amenazas que ponen en riesgo la consolidación de una ética laboral sólida.

Desafíos actuales: contravalores, dinero fácil y carencias estructurales

La Venezuela de hoy, especial pero no exclusivamente en sectores semi urbanos y rurales, es un escenario donde el trabajo compite, a menudo en desventaja, frente a la seducción del dinero fácil y las actividades ilícitas. El auge de la economía informal, el contrabando y la corrupción han erosionado el valor del esfuerzo honesto y el mérito, desplazando la cultura del trabajo por el culto al atajo.

Según el Centro Gumilla, más del 40% de los jóvenes de sectores populares perciben que las oportunidades para progresar mediante el trabajo son escasas o nulas, lo que fomenta la búsqueda de alternativas ilícitas o migratorias. La falta de alimentación adecuada, la precariedad en la formación educativa y la debilidad de los valores éticos constituyen un triángulo de carencias que dificulta la consolidación de una cultura laboral genuina.

Las empresas privadas, conscientes de este panorama, han expresado la necesidad de reforzar el valor del trabajo y la educación para el empleo como tarea prioritaria y urgente, tanto para el crecimiento como para la subsistencia. Como se afirma en elmas reciente Nro. De esta misma revista (#856, de noviembre de 2025), “la reconstrucción de Venezuela pasa por recuperar el sentido del trabajo como herramienta de dignidad y progreso”.

El papel de la educación y el sector privado: estrategias y tareas prioritarias

La educación para el trabajo emerge entonces como tarea central. Los estudios de la UCAB y el Centro Gumilla insisten en que el acceso a formación profesional, pasantías y programas de inserción laboral es esencial para revertir la tendencia a la informalidad y fortalecer la movilidad social. El sector privado ha asumido parte de este reto, creando alianzas con universidades y organizaciones civiles para capacitar y motivar a jóvenes y adultos en competencias técnicas y valores éticos, pero a decir verdad, ese esfuerzo, vis a vis las necesidades que pretende cubrir, luce, si no insufience, en construcción.

Las estrategias más exitosas, según datos recogidos por la revista SIC, combinan formación, apoyo alimentario y acompañamiento psicosocial, logrando que trabajadores en situación vulnerable puedan sostenerse y aspirar a mejores condiciones. La tarea, sin embargo, es titánica y exige una mirada realista: los recursos son limitados, las necesidades, abismales, y la inercia de los contravalores, poderosa.

Pero, como enseña el lema monástico, el esfuerzo constante y la fe en el valor del trabajo pueden abrir caminos de esperanza. “Ora et labora” no es solo una consigna para tiempos de bonanza, sino para los momentos de adversidad, donde el trabajo se convierte en oración y resistencia.

Conclusión: el potencial transformador del trabajo

La Venezuela que sueña con la superación y la justicia no puede renunciar al trabajo como herramienta principal de cambio. Entre carencias y amenazas, entre la tentación del dinero fácil y la exigencia de la ética, la apuesta por el trabajo sigue siendo —de manera realista y esperanzadora— la vía más legítima para el progreso.

Las cifras y testimonios académicos, la experiencia diaria en la empresa privada y el esfuerzo de miles de venezolanos confirman que el trabajo dignifica, une y transforma. Restituir su valor, promover la educación para el empleo y combatir los contravalores son tareas prioritarias para el sector privado y para toda la sociedad.

Frente a la adversidad, la voz del monje y del trabajador se funden: “ora et labora”. Porque trabajar es, también, rezar por una Venezuela mejor. Y si la esperanza es un deber, el trabajo es su camino.

Addison Lashly*
Abogado. Director de Asuntos Corporativos de Laboratorios LETI

 

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