Aproximadamente 13 mil personas se congregaron en la explanada del parque Bicentenario para participar en la misa de clausura del máximo congreso eucarístico que se desarrolló desde el 8 al 15 de septiembre en la capital de Ecuador. Un llamado a la fraternidad como gran conclusión.
El Statio Orbis estuvo presidido por el cardenal Baltazar Porras, Legado Pontificio, quien instó a los presentes a comprender que, para los cristianos, “la fraternidad no es una opción que puede o no tomarse, es consustancial a la fe cristiana y, además, un imperativo evangélico”. Del mismo modo, el cardenal se refirió a la fraternidad como “el lazo de unión entre los seres humanos como expresión de una auténtica filiación, en el respeto a la dignidad de la persona, la igualdad de derechos y la solidaridad de unos hacia los otros, de una radical familiaridad con paternidad creadora y maternidad consoladora”.
Con respecto al sacramento eucarístico, el Legado Pontificio expresó que “la eucaristía quita en nosotros el hambre por las cosas y enciende el deseo de servir, nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas para alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo”.
El panorama Latinoamericano
Para el cardenal Baltazar Porras no pasó inadvertida la situación de América Latina, frente a la cual señaló que “desde América Latina, continente devastado por la explotación irracional de la naturaleza, la dimensión ecológica adquiere ciudadanía de virtud a construir, los sínodos de la Amazonia y su defensa de luz oracional del agua, la vegetación y el embellecimiento del escenario en el que vivimos, sea la ciudad o el campo, adquieren en este contexto una dimensión que no podemos soslayar”.
En este sentido, el prelado enfatizó que existe un “campo de particular necesidad” el cual es “la tragedia mundial que significan las migraciones masivas y forzada por carencias económicas, represiones políticas, discriminaciones étnicas o culturales, por terrorismo ideológico, por persecuciones religiosas”, por tal motivo, exhortó a los cristianos a ayudar y a hacerse cargo “de los que tienen hambre de comida y de dignidad, de los que no tienen trabajo y luchan por salir adelante; la fraternidad del creyente que se alimenta de la eucaristía replantea las relaciones con el otro, la dimensión del perdón y de la ayuda samaritana”.
Tarea cumplida con la fraternidad en la mira
Al concluir la ceremonia, monseñor Alfredo José Espinoza Mateus, Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador, se dirigió a los fieles con las siguientes palabras “hoy podemos decir, con mucha alegría, a la Iglesia universal, a la Conferencia Episcopal del Ecuador, al Santo padre, al pueblo ecuatoriano, a la ciudad de Quito: tarea cumplida, hemos cumplido el encargo y créanme que todos nosotros vamos a respirar un poquito”, por lo tanto, el prelado destacó que, como compromiso social subsecuente al Congreso Eucarístico, “vamos a hacer una red, a fortalecer la red de los comedores parroquiales, para niños y ancianos, para los más pobres, y esa red se va a llamar el Pan de la Fraternidad”.
Finalmente, el Legado Pontificio anunció que la próxima sede del Congreso Eucarístico Internacional será Sídney, Australia, en el año 2028, con ocasión del centenario del primer Congreso Eucarístico realizado en la nación.
Tomado de : Vatican News