Por Víctor Álvarez R. | @victoralvarezr
Sin estadísticas oficiales, cualquier balance o pronóstico sobre el desempeño pasado y futuro de la economía venezolana es muy incierto. Tratar de hacer un balance es tirar los dados, proyectar el desempeño futuro es jugar la lotería. Es tanta la incertidumbre que los datos generados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) reflejan entre sí una gran diferencia. Dadas estas restricciones, apenas se pueden proyectar algunos escenarios a la luz de las pocas variables macroeconómicas con datos, tales como la emisión de dinero base, liquidez monetaria, reservas internacionales, tasa de cambio, inflación y extracción de petróleo.
Balance 2020
En 2020, el impacto de los errores de política económica fue agravado por el endurecimiento de las sanciones económicas y por la pandemia del Covid 19. La apertura comercial para enfrentar la escasez estimuló toda clase de importaciones que desplazan y arruinan la producción agrícola e industrial del país. Comparado con 2019, en 2020 se estima una nueva contracción del PIB de 30%, para una contracción acumulada de 80% desde 2013. Las empresas cierran el ejercicio fiscal con pérdidas y esto merma la recaudación de ISLR e IVA.
Después de haber alcanzado 3 millones 300 mil barriles diarios, la extracción de petróleo se redujo a menos de 400 mil, arrastrando el ingreso en divisas, las regalías y demás ingresos de origen petrolero. El gobierno no genera suficientes ingresos fiscales para cubrir el gasto público y financia a las empresas públicas a través de emisiones de dinero sin respaldo que realiza el BCV. Pero sin producción nacional ni reservas internacionales que respalde esta emisión desordenada de dinero, la moneda nacional pierde valor y por eso los precios se disparen. En 2020, la hiperinflación se mantuvo por encima de los dos dígitos, registrando picos de 65 % en los meses de enero y noviembre:
El Observatorio Venezolano de Finanzas de la AN estima que la inflación de diciembre se ubicó en 21,2% y la acumulada en 2020 llegó a 3.713 %.
Según la encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), la reducción del 80 % del tamaño de la economía, el aumento del desempleo y la hiperinflación generaron un empobrecimiento de la población superior al 80%. En los hogares venezolanos, los ingresos que se obtienen no alcanzan para cubrir las necesidades básicas.
Con una caída de 30 % del PIB, un aumento de los precios de 3.713 % y 54,4% de la población económicamente activa sin trabajo, en 2020 Venezuela se llevó la siniestra triple corona de ser el país con mayor colapso económico, mayor hiperinflación y mayor tasa de desempleo del mundo.
Perspectivas 2021
Con el inicio de la campaña de vacunación contra el Covid se espera la reactivación de la actividad económica global. En ese contexto, los migrantes venezolanos recuperarán sus trabajos y reanudarán el envío de remesas a sus familiares y contribuirán a reanimar el consumo privado que será la principal fuerza motriz de la dinámica económica interna.
El gobierno ya no cuenta con la otrora renta petrolera cuyo reparto utilizó como un instrumento de dominación económica y social, tampoco cuenta con recursos para recuperar la industria petrolera. Y en una economía largamente contraída, el fisco no recauda suficiente ISLR e IVA para financiar el gasto público.
Para sobrevivir, el gobierno se ha visto obligado a levantar los controles y flexibilizar cada vez más las regulaciones a fin de estimular la inversión privada. La apertura a la inversión extranjera en los sectores de petróleo, gas y minería, así como la privatización de empresas públicas deficitarias le servirá al gobierno para recuperar la recaudación de ISLR e IVA, moderar la emisión de dinero inflacionario y evitar el costo político que no quiere pagar en un año en el que están previstas las elecciones de gobernadores y alcaldes.
Para estimular la inversión extranjera y las exportaciones que generen divisas, el BCV está emplazado a revisar la política monetaria restrictiva que tiende a frenar la evolución normal del tipo de cambio, genera una tendencia a la sobrevaluación y castiga la competitividad de las exportaciones privadas no petroleras. En Venezuela, no resulta fácil producir para exportar. La mala calidad de los servicios públicos y de la infraestructura genera un sobrecosto que castiga la competitividad internacional. Y si a esto se le suma un tipo de cambio sobrevaluado que no permite cubrir los altos costos de producción internos, se hace inviable producir para exportar, ni generar las divisas que ya no aporta el petróleo.
En el año 2021, las sanciones comerciales y financieras acelerarán la apertura del mercado interno, la liberalización económica y la privatización de empresas públicas. Un cambio económico sin cambio político se ha puesto en marcha en Venezuela. El capitalismo de clientes anuncia su llegada y comienza a dar sus primeros pasos sobre los escombros que dejó el fracasado modelo estatista del socialismo del siglo XXI.