Por José Guerra
El elemento fundamental alrededor del cual se estructura un Estado es el monopolio para ejercer la coacción institucional y esta se materializa mediante tres instituciones fundamentales: la fuerza armada, las fuerzas policiales y el aparato de justicia.
En Venezuela el Estado moderno tuvo dos padres, Juan Vicente Gómez y el petróleo. Gómez logró vertebrar a un país azotado por los caudillos orientales a partir de 1903 cuando los derrotó definitivamente en la batalla de Ciudad Bolívar, con lo cual desaparece el fenómeno del caudillismo y las montoneras.
Gómez tenía claro que aquel país insurrecto y díscolo requería orden y éste vendría de la mano de un Ejército incipiente conformado por andinos y por su temida y brutal policía llamada La Sagrada. De forma tal que cuando los taladros de la Royal Dutch Shell comienzan explorar el suelo venezolano en el Zulia, en 1910, para luego comenzar a extraer el petróleo de las entrañas de la tierra, ya Venezuela estaba pacificada gracias a la novel fuerza armada y a la policía.
De otra manera no era posible iniciar la explotación del petróleo, para lo cual se demandaba disciplina laboral y seguridad en los campamentos donde se alojaban los capataces de las compañías y los obreros. La exploración y explotación del petróleo era incompatible con un país desintegrado y en manos de parcelas caudillistas. La centralización era un requisito y esa obra la realizó Gómez, aquel campesino tenido por ignorante, pero que se supo rodearse de la intelectualidad de la época.
Con base en los ingresos petroleros que el fisco empezó a recibir, Gómez dio un paso fundamental con la construcción de una red vial que conectó al occidente con el centro del país con la carretera Trasandina para que transitaran los vehículos del Ejército, la policía y el transporte de personas que la comunicación exigía. De igual manera, se instituye la moderna Administración Pública como instrumento para que fluyera el copioso ingreso petrolero que la hacienda pública recibía por el petróleo y se transformaba en obras públicas, principalmente vialidad, algunas escuelas y hospitales.
Gómez encarga al doctor Gumersindo Torres para la difícil tarea de lidiar con las fuerzas más avanzadas del capitalismo de aquel tiempo, representadas en las compañías petroleras que en masa llegaron a Venezuela atraídas por las facilidades otorgadas para hallar y explotar el petróleo. Luego, al sistema judicial se agregaron los ministerios de obras públicas, sanidad y educación, labor que fue continuada con altos y bajos por los Generales López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez hasta que la democracia dio forma más robusta al moderno Estado Venezolano como lo conocimos.
Ese Estado ya no existe. Sus funciones básicas como la prestación de servicios son inexistentes, como lo refleja la destrucción de la industria petrolera, la de electricidad y la del agua. El sistema judicial está corrompido y funciona como brazo político del PSUV. Y lo más peligroso es que Maduro literalmente le ha entregado el control del orden público a grupos para militares, llamados colectivos. Así, se está disolviendo el Estado venezolano y habrá que reconstruirlo sobre nuevas bases.