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La diplomacia de Francisco I: tendiendo puentes en tiempos de muros

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Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9)¿Quiénes son los pacíficos? Los que construyen la paz. ¿Ves discordia entre determinadas personas? Actúa ante ellas como servidor de la paz (…) y dale el saludable consejo de la concordia”.

San Agustín, Sermón 53 A, párrafo 12.

Una vez concluidos los novemdiales e iniciado el cónclave, podemos hacer balance de la diplomacia vaticana durante los doce años de pontificado de Francisco I: el primer Sumo Pontífice jesuita y latinoamericano de la historia de la Iglesia Católica, quien ha dejado un legado valioso.

Lo primero que debemos decir, es que le tocó liderar a la Iglesia Católica en tiempos de interregno: la erosión de la hegemonía de Estados Unidos ha traído consigo una crisis del orden liberal internacional, tal como ha ocurrido con otras grandes potencias y sus órdenes hegemónicos en el pasado.

Se trata de un período discontinuo marcado por el resurgimiento de las rivalidades estratégicas –sobre todo entre EEUU, China, y Rusia– y el rearme global[1]; el aumento de los conflictos internacionales y las crisis humanitarias[2]; el debilitamiento del multilateralismo; la eclosión del neo-mercantilismo, las guerras comerciales y la globalización económica ralentizada (Slowbalization)[3]; el aumento de las desigualdades sociales, la recesión democrática[4] y el Cambio Climático.

Este intervalo fue definido por el Papa Francisco como una “Tercera Guerra Mundial en etapas”[5], con riesgo de “autodestrucción de la Humanidad”. No podía haber tenido más razón, aunque muchos llegaron a calificar en su momento esta fuerte aseveración como un tremendismo: los interregnos hegemónicos han desembocado históricamente en grandes guerras mundiales[6].

Desde un punto de vista complementario, Mark Leonard, Presidente de nuestro think tank homólogo Consejo Europeo de Relaciones Internacionales (por sus siglas en inglés, ECFR), la ha denominado la “era de no-paz” (age of unpeace)[7], donde las interdependencias creadas con la globalización en las últimas tres décadas, ahora se transforman en un formidable arsenal para nuevos “conflictos de conectividad”. En esta “era de no-paz”, las relaciones entre las potencias globales, y más concretamente las relaciones entre EEUU y China, se han convertido en un matrimonio sin amor en el que cada parte de la pareja no soporta la compañía del otro, pero son incapaces de reencontrarse o separarse definitivamente. Y como sucede en muchas ocasiones con las parejas infelices, las cosas que se compartían en los buenos tiempos se convierten en medios para perjudicar al otro durante los malos tiempos. Así, los actuales campos de batalla geopolíticos son todos los aspectos que deberían unirnos: el financiero y comercial, el energético, el sanitario, el alimentario, el tecnológico, el climático, y el migratorio. Esto explica por qué EEUU y sus aliados han puesto en marcha una política de de-risking (reducción y eliminación de riesgos en los vínculos) con China y Rusia; y también las advertencias del FMI y la OMC sobre una posible fragmentación de la economía mundial en bloques comerciales y financieros[8], todo lo cual plantea enormes riesgos y desafíos para el Sur Global.

En suma, al resquebrajarse el orden liberal internacional, los cimientos de la paz se ven sacudidos, porque como dijo San Agustín: “La paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden” (pax tranquilitas ordinis)[9]. Por tanto, el interregno hegemónico implica tiempos de inestabilidad sistémica, hasta que emerja un nuevo orden internacional desde una nueva hegemonía o una nueva distribución de poder aceptada. De allí que en una entrevista relativamente reciente, el Arzobispo Paul Gallagher, Secretario de Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede haya dicho:

“Todo esto es el resultado de la disolución de un orden que creíamos haber establecido tras las dos guerras mundiales, tras la Guerra Fría, donde los Estados resolvían sus conflictos negociando entre sí, hablando, dialogando (…) Hay que negociar para detener las guerras, desde Gaza hasta Ucrania (…) Cuando todo esto termine, habrá un nuevo orden mundial, y no sólo una división Este-Oeste, sino más grupos en el Mundo, esto es inevitable”[10].

En esta situación tan compleja, movediza y peligrosa, el Papa Francisco optó por la difícil labor de erigir una auténtica diplomacia de paz, la cual consideramos desplegó a partir de seis premisas fundamentales.

En primer lugar, impulsando una visión de un nuevo orden mundial multipolar y “poliédrico”, de encuentro plural, diálogo y aprendizaje colectivo en la búsqueda creativa del bien común:

“El modelo no es la esfera (…) donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aún las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos”[11].

En segundo lugar, adoptando el liderazgo de servicio que recomendó San Agustín, a sabiendas de que extra muros se encuentra la pluralidad de ciudades terrenales con sus intereses y conflictos recurrentes por bienes temporales, a las cuales debía persuadir y convencer desde la humildad, la observancia de las virtudes y el amor pastoral para que trabajasen por el bien común:

“El que preside a un pueblo debe tener presente, ante todo, que es siervo de muchos. Y eso no ha de tomarlo como una deshonra (…) porque ni siquiera el Señor de los señores desdeñó el servirnos a nosotros […] Desde que se me impuso sobre mis hombros esta carga, de tanta responsabilidad, me preocupa la cuestión del honor que ella implica. Lo más temible en este cargo es el peligro de complacernos más en su aspecto honorífico que en la utilidad que reporta a vuestra salvación. Mas, si por un lado me aterroriza lo que soy para vosotros, por otro me consuela lo que soy con vosotros. Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la segunda una salvación”[12].

En tercer lugar, abandonando parcialmente el estilo diplomático tradicional de la Santa Sede, y optando en cambio, por un estilo más proactivo, cargado de simbolismo y empatía personal, para promover el diálogo sincero y la paz positiva como solución a los problemas y conflictos que aquejan a la Humanidad:

“La paz tampoco se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres. En definitiva, una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia”[13].

En cuarto lugar, incorporando nuevas prioridades diplomáticas de la Santa Sede, destacando –a partir del ejemplo de San Francisco de Asís, de quien tomó nombre como guía e inspiración al momento de ser elegido como Obispo de Roma– las preocupaciones ambientales y sociales, subrayando la responsabilidad de los países desarrollados del Norte Global con los países del Sur Global y “el desafío urgente de proteger nuestra casa común”, lo cual extendió a “la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”[14].

Al respecto, cabe destacar, la histórica participación del Papa Francisco en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York en septiembre de 2015, con motivo de la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El Papa Francisco decidió tender puentes y no levantar muros que terminarían aislando a la Iglesia Católica de un documento fundamental que goza de amplio consenso internacional, pero siempre con algunos matices y críticas con algunos de los postulados ideológicos que impregnan el documento, lo cual algunos olvidan con frecuencia para tergiversar sus posturas.

Igualmente, debemos recordar que con la Encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco impulsó la firma del Acuerdo de París de lucha contra el Cambio Climático firmado in extremis en diciembre de 2015, realizando luego constantes llamados a una “aplicación efectiva” del acuerdo –no olvidemos que Donald Trump ha retirado a EEUU en sus dos administraciones del mismo.

Además, el Papa Francisco se preocupó por las minorías perseguidas –gracias a la iniciativa diplomática de la Santa Sede por primera vez en las instituciones europeas empezaron a hablar de la persecución de los cristianos en el Mundo–, por las víctimas de la trata de personas, por los migrantes –impulsó la adopción del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular firmado en Marrakech en diciembre de 2018– y por el impacto del desarrollo de la Inteligencia Artificial –participó por primera vez en junio de 2024, en la Cumbre del G-7 en Borgo Egnazia (Italia) donde abordó los potenciales beneficios y peligros de esta nueva tecnología para el Mundo, sobre todo en cuanto a las eventuales aplicaciones militares.

En quinto lugar, no juzgando ni tomando partido a priori en los conflictos internacionales, sino entablando desde la autonomía estratégica y el amor cristiano una conversación útil con todos los líderes políticos y religiosos al servicio de la paz; incluso si esta disposición a dialogar e intentar ejercer mediación de ser necesario suponía el riesgo de ser malinterpretada, o incluso tenía altas probabilidades de fracaso:

“En muchos lugares del Mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia […] Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros”[15].

Para dar profundidad a sus esfuerzos de paz, fortaleció la Secretaria de Estado, liderada por el Cardenal Pietro Parolin y con el citado Arzobispo Paul Gallagher como segundo, quienes estudiaron en la prestigiosa Pontifica Academia Eclesiástica, y por tanto, aportaron conocimiento y experiencia diplomática en la ejecución de las iniciativas papales. Por otra parte, el Papa Francisco creó una tercera sección encargada del personal diplomático en 2017, colocando a cargo al Arzobispo Jan Romeo Palowski, quien luego fue sustituido por el Arzobispo Luciano Russo en 2022. Además, el Papa Francisco nombró al Cardenal de origen indio George Koovakad para dirigir el departamento que se centra en el diálogo interreligioso; y designó cardenales en zonas de conflicto, como Siria y Jerusalén, jurisdicción esta última que abarca Chipre, Jordania, Israel y los territorios palestinos, y está dirigida por el Cardenal Pierbattista Pizzaballa.

En sexto lugar, apostando por construir alianzas con las periferias del Sur Global –con especial énfasis en Asia–, tal como lo manifestó en un libro que recogió sus pensamientos, inquietudes y propuestas personales en plena pandemia del COVID-19:

“Hay que ir a la periferia si se quiere ver el Mundo tal cual es. Siempre pensé que uno ve el Mundo más claro desde la periferia, pero en estos últimos años como Papa, terminé de comprobarlo. Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia. Cuando Dios quiso regenerar la creación, quiso ir a la periferia: los lugares de pecado y miseria, de exclusión y sufrimiento, de enfermedad y soledad; porque también eran lugares llenos de posibilidad, pues ‘donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia’ (Romanos 5, 20). Pero uno no puede ir a la periferia en lo abstracto. Pienso mucho en los pueblos perseguidos […] Ir a la periferia en lo concreto (…) te permite tocar el sufrimiento y las penurias de un pueblo, pero te permite también descubrir las alianzas posibles que ya se están produciendo, para apoyarlas y alentarlas. Lo abstracto nos paraliza, en lo concreto se abren caminos de posibilidad”[16].

Más concretamente, el Papa Francisco instó a la Iglesia Católica a ser menos institucional y más misionera. Incorporó al Colegio Cardenalicio, que se encuentra seleccionando a su sucesor, a hombres de países que anteriormente tenían poca o ninguna representación en el liderazgo de la Iglesia. Entre sus nombramientos se encuentran cardenales de 25 países que nunca antes habían tenido una representación, entre ellos Papúa Nueva Guinea, Singapur y Timor Oriental.

También impulsó a las pequeñas comunidades católicas nombrando cardenales por primera vez en Bangladesh, Irán y Pakistán, países predominantemente musulmanes, y en Mongolia, Myanmar y Singapur, países mayoritariamente budistas.

Todos los papas utilizan cardenales como enviados, pero ningún los ha designado en tantos lugares. Esta red de nuevos cardenales ha contribuido al objetivo del Papa Francisco de hacer que la Iglesia Católica fuera menos eurocéntrica y se centrara más en los países donde el catolicismo se está extendiendo.

Como resultado, el Arzobispo Paul Gallagher ha reconocido que con el Papa Francisco hubo “menos identificación con un orden internacional, que se centra en Europa o América del Norte”, y una mayor apertura hacia el diálogo y entendimiento con otros actores internacionales, así como a planteamientos más audaces para la reforma del mismo.

En sus 12 años del pontificado, todas las acciones diplomáticas del Papa Francisco siguieron estas seis premisas; y si bien no todas rindieron los frutos que anhelaba, nunca dejó de apostar por su enfoque de  diplomacia de paz con independencia y valentía, más allá de la crítica fácil y desinformada de nuestros tiempos de redes sociales. Así, dejó una diplomacia vaticana más fortalecida y relevante en el escenario mundial.

La diplomacia de los viajes pontificios

El Papa Francisco realizó 47 visitas apostólicas internacionales, a un total 66 países, siendo el primer Obispo de Roma que visitó todos los continentes: con 20 viajes a Europa, 14 a Asia, 7 a América Latina y El Caribe, 4 a África, 2 a América del Norte y 1 a Oceanía.

La bitácora revela su preferencia por las naciones pequeñas como Cuba, Bolivia y Georgia donde se necesita una mayor labor pastoral y evangelizadora; por países de minoría católica como Egipto, Turquía, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia destacando su rol como líder religioso mundial y no sólo católico; por países notoriamente alejados de Roma como Corea del Sur, Sri Lanka, Myanmar, Bangladesh, Mongolia Timor Oriental, Indonesia y Singapur, abriendo además como buen jesuita caminos a la evangelización en el llamado “siglo de Asia”; y por lugares donde hay conflictos y dificultades que se olvidan con el paso del tiempo por una opinión pública global acostumbrada a la inmediatez de la era de la información, tales como Lesbos (Grecia), Colombia, Palestina e Irak.

Cuando eligió como destino un país desarrollado o mayoritariamente católico, fue casi siempre para asistir a un gran encuentro. Así, fue a Filadelfia (EEUU) para el VIII Encuentro Mundial de las Familias en 2015, a Dublín (Irlanda) para el IX Encuentro Mundial de las Familias en 2018, a Marsella (Francia) para los “Encuentros del Mediterráneo” en 2023 y Ajaccio (Francia) para el encuentro de la “Religiosidad Popular en el Mediterráneo” en 2024 –siendo este su último viaje.

Por otra parte, el Papa Francisco fue el primer Sumo Pontífice en ingresar audazmente a una zona de guerra activa. Lo hizo durante una visita a la República Centroafricana en 2015; en la reunión con el Ayatollah Alí al-Sistani –líder de los musulmanes shiítas del Mundo–, durante un viaje a Irak en marzo de 2021; y al emprender una visita ecuménica conjunta en febrero de 2023 a Sudán del Sur, donde el Papa Francisco, el Arzobispo de Canterbury (líder de la Iglesia Anglicana), Justin Welby, y el Moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, Iain Greenshields, rogaron a los líderes del país más joven del Mundo que trabajaran juntos por la paz, lo cual siguió al retiro espiritual efectuado con ellos mismos en El Vaticano en 2019.

En 2023, el Papa Francisco visitó por segunda vez Budapest del 28 al 30 de abril, que definió como “un viaje al centro de Europa donde siguen soplando gélidos vientos de guerra”, donde reclamó “esfuerzos creativos por la paz” en Ucrania, apertura hacia los migrantes y refugiados, e instó a rechazar los “populismos autorreferenciales”, marcando así distancia con el gobierno de Viktor Orbán.

Del 2 al 6 de agosto de 2023, visitó por segunda vez el Santuario de la Virgen María en Fátima para implorar por la paz en Ucrania, y por primera vez Lisboa para asistir a la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud donde hizo votos por una Unión Europea más afirmativa, que aporte “…su originalidad específica, forjada en el crisol de los conflictos mundiales, haciendo posible el sueño de construir el mañana con el enemigo de ayer, de abrir caminos de diálogo e inclusión, desarrollando una diplomacia de paz que apague los conflictos y alivie las tensiones”.

Y más recientemente, el Papa Francisco visitó Mongolia entre el 31 de agosto y el 4 de septiembre de 2023; una nación con un pequeño rebaño católico que nunca había sido visitado por un Sumo Pontífice y ad portas de China, donde había elevado recientemente al Cardenal Giorgio Marengo.

Además, el Papa Francisco siempre quiso enfatizar el diálogo ecuménico en sus viajes apostólicos. En Europa, por regla general, visitó lugares donde los católicos son minoría: Bulgaria, Rumania y Macedonia del Norte en 2019; los Países Bálticos en 2018 (donde sólo Lituania es mayoritariamente católica); Grecia y Chipre en 2021; Suecia en 2016; Albania en 2014; y la visita a Ginebra (Suiza) en el marco del 70º Aniversario del Consejo Mundial de Iglesias en 2018. En las fronteras de Europa, el Papa Francisco ha viajado a Tierra Santa, Turquía, Armenia, Georgia y Azerbaiyán.

En algunos casos, la elección de un destino la hizo cuidadosamente para impulsar la apertura de procesos de diálogo. La visita a Bulgaria, por ejemplo, fue también ocasión de un encuentro con la Iglesia Ortodoxa Búlgara, la cual no participa en la Comisión Teológica Mixta Católico-Ortodoxa.

Asimismo, en 2024, a pesar de los problemas de salud, el Papa Francisco visitó Papa Nueva Guinea, convirtiéndose así en el primer Obispo de Roma que visitó Oceanía. Quiso visitar Vietnam, India, y su tierra natal Argentina, pero no le alcanzó la vida.

Las mediaciones por la paz: de Cuba a Ucrania, pasando por Venezuela

Cuba fue escenario de dos de los éxitos más importantes del pontificado del Papa Francisco: (a) el primer encuentro de un Papa de la Iglesia Católica con un Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Rusia, en La Habana el 12 de febrero de 2016, que llevó a la firma de una declaración conjunta donde destaca la exhortación a poner fin a la persecución de cristianos y las guerras religiosas en Medio Oriente; y, (b) la mediación secreta para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba durante la Administración Obama en 2014 que facilitó la diplomática vaticana.

A su lista de éxitos, también debe apuntarse la labor discreta de apoyo a los acuerdos de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC el 26 de septiembre de 2016, los cuales fueron negociados en La Habana; y su visita a Colombia un año después para apoyar la implementación de los mismos, la cual fue agradecida por el entonces Presidente Juan Manuel Santos.

Sin embargo, otras mediaciones no fueron exitosas. En Venezuela, por ejemplo, a solicitud del Gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática, la Santa Sede envió primero a Monseñor Emil Paul Tscherrig y luego a Monseñor Claudio María Celli, en el segundo semestre de 2016, pero en palabras del Papa Francisco: “la cosa no anduvo”. No obstante, luego buscó mantener interlocución con todas las partes y mantener los espacios de libertad religiosa, evitando pronunciamientos públicos que no ayudaban en nada. Además, poco tiempo antes de su muerte, el Papa Francisco firmó la canonización del Dr. José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles, y seguramente más allá de los méritos de ambas figuras cristianas, lo hizo teniendo presente el aliento moral que podrían dar al pueblo venezolano en estos tiempos difíciles.

En Nicaragua, el Papa Francisco avaló la mediación de los obispos en el conflicto político en abril de 2018, pero tampoco cosechó buenos resultados en este país. Tras la expulsión de Monseñor Stanislaw Sommertag en marzo de 2022 y la persecución  a la Iglesia Católica nicaragüense, reveló su malestar públicamente con la “dictadura grosera” fomentada por el “desequilibrio” de Daniel Ortega.

Asimismo, el Papa Francisco abogó repetidamente por la paz en muchos países. En su visita a la República Centroafricana en 2015, pidió el cese de la violencia entre cristianos y musulmanes desde la gran mezquita de Bangui; en su visita a Irak en 2021 pidió el cese de la violencia entre grupos étnicos y religiosos. Además, tenemos su frecuente mención de Yemen y Siria, cuyo Nuncio, Mario Zenari fue nombrado Cardenal por el Papa en 2016, como testimonios de sus esfuerzos de paz en países aquejados por conflictos internos.

El Papa Francisco condenó el ataque de Hamas a Israel del 7 de septiembre de 2023, y exhortó al grupo islamista a que liberase los rehenes israelíes. Hizo múltiples llamados a un cese al fuego y la liberación de los rehenes, ofreciendo los buenos oficios de la Santa Sede. Luego, no titubeó para condenar los excesos cometidos por Israel en la Guerra de Gaza e indicar que se estaba cometiendo un “genocidio” que ya no tenía que ver con la legítima defensa. Asimismo, abogó por una vuelta a las negociaciones de paz sobre la base de la solución de los dos Estados, y reconoció el trabajo del Rey Abdallah de Jordania por alcanzar un cese al fuego en septiembre de 2024.

En un mensaje a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede del 9 de enero de 2025, el Papa Francisco expresó su deseo de que “israelíes y palestinos puedan reconstruir los puentes de diálogo y de confianza recíproca para que las generaciones venideras logren convivir, en paz y seguridad en ambos Estados, y que Jerusalén sea la ciudad del encuentro, donde convivan en armonía y respeto cristianos, judíos y musulmanes”[17].

Como último deseo cargado de gran simbolismo, el Papa Francisco donó el “papamóvil” que utilizó en su vista a Belén en 2014, con equipos médicos, para que funcione como clínica móvil para atender a los niños de Gaza.

En otro orden de ideas, resultan destacables los esfuerzos de paz del Papa Francisco respecto a la Guerra de Ucrania, en medio de una clara falta de liderazgo global al respecto. En este sentido, quiso mantener los canales abiertos con Moscú desde el primer momento, acudiendo personalmente a la Embajada de la Federación Rusa para expresar su preocupación por la guerra  e intentar hablar con el Presidente Vladimir Putin, lo que supuso un gesto sin precedentes.

Asimismo, se distanció de EEUU y la Unión Europea en su respuesta a la guerra en Ucrania. Se opuso a las sanciones contra Rusia, siguiendo la postura sostenida por la Iglesia de que las sanciones no debían utilizarse como arma diplomática porque perjudican el bienestar de la ciudadanía. En cambio, habló de la tragedia del “fratricidio” entre hermanos cristianos y llamó a evitar “un desastre nuclear” en medio de la amenaza nuclear de Putin y el discurso del “Armagedón” de Biden por Ucrania.

Asimismo, dijo con mucha sinceridad y valentía, que la guerra no podía reducirse a una distinción entre “buenos y malos”, porque no se trataba de “una película de vaqueros”; indicando que la causa profunda de la guerra se hallaba en “los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia”, en referencia a la expansión de la alianza hacia el antiguo espacio soviético.

No obstante, el Papa Francisco también se pronunció incesantemente en contra de lo que describió como una guerra injusta, absurda y cruel, donde dijo claramente que Rusia era el agresor, y ofreció oraciones públicas por el “pueblo ucraniano martirizado”.

A medida que continuaba la guerra sin un final a la vista, y el Presidente ucraniano Volodymyr Zelensky urgía a los países de la OTAN para que enviasen más armamento; el Papa indicó sin ambages, que podía ser moralmente aceptable sólo si era para la autodefensa, pero no con la intención de “hacer más guerra”.

El Papa Francisco dijo repetidamente que estaba listo para ir a Kiev, pero sólo si ese viaje se puede combinar con un viaje a Moscú. Recibió al Presidente Zelensky en sendas audiencias privadas en mayo de 2023 y octubre de 2024. Alentó en una conversación telefónica la iniciativa de paz para Ucrania del Presidente Lula tras su regreso al poder en junio de 2023, y acordó trabajar juntos para lograrla.

Nombró como Enviado especial para la paz en Ucrania al Cardenal Matteo Zuppi, Arzobispo de Bolonia y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana en junio de 2023, quien discretamente se reunió con el Patriarca Cirilo I y con Yuri Ushakov, Asistente del Presidente Putin para Asuntos de Política Exterior en Moscú; con Zelensky en Kiev; con Joe Biden en Washington; y con Li Hui, Encargo de Asuntos Euroasiáticos de la Cancillería china en Beijing.

En este marco, el Cardenal Zuppi se centró en impulsar iniciativas en el campo humanitario con el fin de abrir caminos a la paz, como la búsqueda de un mecanismo para el retorno de los niños ucranianos enviados a Rusia y la reactivación del acuerdo del grano.

Por consiguiente, el Papa Francisco habría sonreído con las reuniones de Donald Trump y Volodymyr Zelensky al margen de su misa funeral, para retomar las conversaciones sobre la paz en Ucrania, tras el áspero incidente entre ambos en la Oficina Oval.

La diplomacia de la oración, el diálogo ecuménico y la fraternidad

En septiembre de 2013, el Papa Francisco proclamó un día de ayuno y oración por el cese de la guerra civil en Siria y los conflictos en Medio Oriente.

En junio de 2014, el Papa Francisco invitó al entonces Presidente israelí Shimon Peres, al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, y al Patriarca Ecuménico Ortodoxo Bartolomé I para un momento de oración conjunta y la plantación de un olivo dentro de los jardines de El Vaticano en un esfuerzo por promover la paz en Medio Oriente.

El citado retiro espiritual con los líderes de Sudán del Sur en abril de 2019 fue otro ejemplo de “diplomacia de la oración”.

Por otra parte, en la visión del Papa Francisco, las religiones deben encontrarse para crear el bien común de la Humanidad. En consecuencia, el diálogo interreligioso ha sido una prioridad de la diplomacia vaticana a lo largo de la última década.

En este sentido, el Papa Francisco aprovechó los llamados del Concilio Vaticano II a un mayor ecumenismo y diálogo interreligioso, especialmente con los cristianos-ortodoxos y los musulmanes, construyendo relaciones personales con los líderes religiosos para ayudar a las personas de diversas religiones y tradiciones a ver más allá de sus diferencias. Ha forjado relaciones de amistad con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y tal como indicamos, con el Patriarca de Moscú, Cirilo I.

Las relaciones restauradas con la Universidad Al-Azhar en El Cairo –uno de los principales centros del Islam sunita– tras un desencuentro ocurrido con el Papa Benedicto XVI, pueden leerse bajo este prisma.

Durante su viaje a Egipto en 2017, el Papa Francisco participó en la Conferencia Internacional por la Paz organizada por esta institución, donde afirmó que no puede haber violencia en el nombre de Dios y logró reconciliarse con el Gran Imán de Al-Azhar –líder de los musulmanes sunitas–, Ahmed al-Tayyib.

El deseo de diálogo interreligioso marcó la decisión de viajar a los Emiratos Árabes Unidos y Marruecos en 2019. En Abu Dhabi, el Papa firmó con el Gran Imán de Al-Azhar, la “Declaración sobre la Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia”, que fue un gran avance en las relaciones de la Iglesia Católica con el mundo musulmán, marcó pautas para la diplomacia vaticana y constituyó un hito la lucha contra el extremismo religioso a nivel mundial.

Las directrices se pusieron en práctica durante el viaje del Papa Francisco a Irak, que culminó con el encuentro con el Gran Ayatolá al Sistani y con las demás religiones en la Llanura de Ur. También fue evidente en el viaje del Papa Francisco a Bahréin en 2022.

El tema de la fraternidad luego fue desarrollado en la Encíclica Fratelli Tutti, la cual fue presentada en un evento de alto nivel en las Naciones Unidas el 15 de abril de 2021, que pedía el rechazo a la guerra, el diálogo entre civilizaciones y una profundización de la solidaridad mundial.

La visita del Papa Francisco a Indonesia, el país musulmán más poblado del Mundo en septiembre de 2024, reafirmó su compromiso con la colaboración interreligiosa. Asistió a una reunión con otros líderes religiosos en la Mezquita Istiqlal de Yakarta, la más grande del Sudeste Asiático, y expresó su admiración por el sano enfoque de Indonesia hacia la coexistencia religiosa.

La cuestión china

El objetivo del Papa Francisco hacia China fue mejorar tanto la comunicación con el liderazgo chino como la situación de la Iglesia Católica china, a pesar de no existir relaciones diplomáticas formales.

Esto ha traído a la memoria dos capítulos históricos. En primer lugar, el antiguo dialogo entre la Europa del renacimiento y el Imperio chino a través de los jesuitas, quienes llegaron a instalarse y aprender la cultura china e intentaron explicar la cultura europea y el cristianismo, a diferencia de los viajeros y comerciantes ocasionales como Marco Polo. Tal como ocurrió en el pasado, la Santa Sede podría llegar a convertirse ahora en un puente entre China y Occidente.

En segundo lugar, a la famosa doctrina del Cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado de la Santa Sede entre 1979 y 1990, quien diseñó la Ostpolitik vaticana, esto es, el esfuerzo diplomático de acercamiento a los regímenes comunistas de Europa del Este para fomentar el catolicismo[18].

Lo cierto es, que el 22 de septiembre de 2018, el Papa Francisco logró concretar un histórico acuerdo bilateral con China, el cual fue firmado en Beijing por el Sub-secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Antoine Camilleri, y el Viceministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Chao.

Aunque el texto sigue siendo confidencial, se conoce grosso modo que establece los procedimientos de selección de obispos para el país que son aprobados por la Santa Sede antes de la ordenación, en consulta con el gobierno chino. Además, tiene una naturaleza “provisional”, por lo cual debe ser renovado cada dos años, lo cual se ha hecho en 2020 y 2022.

Hasta ahora, se han nombrado ocho obispos llamados “no oficiales” –al margen de los protocolos impuestos por el gobierno chino– tras el acuerdo, mientras que Beijing ha endurecido el control de las religiones que considera foráneas. El objetivo de Beijing es poner fin al reconocimiento de la Santa Sede a Taiwán, mientras que el objetivo de la diplomacia vaticana es mantener canales de diálogo con Beijing y dotar a la Iglesia Católica china de pastores decentes que lleven a cabo la obra de evangelización, respetando las costumbres y tradiciones locales y colaborando con las autoridades del país. Con un enfoque pragmático, la diplomacia vaticana espera que la solución de los otros temas venga progresivamente como consecuencia de buenos nombramientos episcopales y el desarrollo progresivo de las relaciones bilaterales.

El 14 de febrero de 2020, el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, y el Arzobispo Paul Gallagher, se reunieron mientras ambos asistían a una reunión de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Esta ha sido la reunión de más alto nivel desde el triunfo de la Revolución china en 1949.

Durante la visita del Papa Francisco a Mongolia del 31 de agosto al 4 de septiembre de 2023, hizo “un llamado especial, encomendando la tarea de ser “cristianos y ciudadanos honestos”. Dicha interpelación directa supuso un hito que demuestra de manera indudable la voluntad que tuvo el Papa Francisco de profundizar su interacción con China y, también, la disposición de hacerlo sin desafiar su orden político. Este enfoque pragmático recuerda a San Agustín:

“La paz de los pueblos alejados de Dios. De ella se sirve el pueblo de Dios durante su exilio en este Mundo para fomentar la religión”[19].

En varias ocasiones, el Papa Francisco expresó su deseo de visitar China como durante su viaje a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur en septiembre de 2024, pero nunca se presentó la ocasión. Sin embargo, el 22 de octubre de 2024, la Santa Sede sorprendió al anunciar la renovación del acuerdo provisional con China por tercera ocasión, pero esta vez por cuatro años.

La red diplomática

Producto del activismo del Papa Francisco, y su esfuerzos en restaurar relaciones que se habían deteriorado antes de su llegada, dejó tras de sí una red diplomática vaticana fortalecida y con acceso a los actores internacionales más relevantes el Mundo.

Tal como mencionamos, fortaleció las capacidades diplomáticas de la Secretaría de Estado y nombró muchos cardenales en países que nunca habían tenido.

Además, cuatro naciones establecieron relaciones diplomáticas con la Santa Sede durante el pontificado de Francisco. Así, el 26 de junio de 2015, la Santa Sede reconoció a Palestina como Estado soberano y estableció relaciones diplomáticas, aunque el Delegado Apostólico ha sido el mismo Nuncio Apostólico ante Israel. El 9 de diciembre de 2016, estableció relaciones diplomáticas con Mauritania. El 4 de mayo de 2017, estableció lazos con Myanmar, allanando así el camino para el viaje del Papa Francisco a este país. Y, el 22 de febrero de 2023, estableció relaciones con Omán.

Por otra parte, el 27 de julio de 2023, Vietnam anunció que permitiría el establecimiento de un Representante papal permanente en Hanoi, lo que constituyó un avance significativo hacia el establecimiento de relaciones diplomáticas. El 23 de diciembre de 2023, el Papa Francisco designó en el cargo al Arzobispo Marek Zalewski.

La Santa Sede ahora tiene relaciones diplomáticas con 184 países alrededor del Mundo, a los que hay que sumar la Unión Europea y la Soberana Orden de Malta. También mantiene membresía y participación estable de tipo multilateral en muchos foros y organizaciones internacionales.

El sucesor de Francisco I que será electo en el cónclave en marcha, tendrá el reto de continuar su legado internacional y seguir siendo sal de la tierra; esto es, hacer que la Santa Sede siga siendo una voz moral autónoma, dinámica y de progreso en los grandes temas y conflictos que marcan la agenda internacional actual. La buena voluntad acumulada y las herramientas para llevar a cabo una diplomacia vaticana significativa estarán al alcance de su mano. ¡Hasta siempre Francisco!

[1] El gasto militar mundial alcanzó 2,72 billones de dólares en 2024, esto es, un nuevo máximo posterior a la Guerra Fría. Vid. Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Trends in World Military Expendure 2024. Estocolmo, abril de 2025. Disponible en: https://www.sipri.org/sites/default/files/2025-04/2504_fs_milex_2024.pdf

[2] El índice de pacificación se ha deteriorado por quinto año consecutivo, con las guerras de Gaza y Ucrania como las principales causantes de víctimas mortales, heridos, refugiados y desplazados. Vid. Institute for Economic and Peace (IEP). Global Peace Index 2024: Measuring Peace in a Complex World. Sydney, junio de 2024. Disponible en: https://www.economicsandpeace.org/wp-content/uploads/2024/06/GPI-2024-web.pdf

[3] Según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, la globalización económica alcanzó un “pico” con la Gran Recesión (2007-2009), a lo cual debe sumarse los posteriores desacoplamiento comercial EEUU-China, la pandemia del COVID-19 y la Guerra de Ucrania. Más concretamente, el comercio mundial de bienes y servicios se ha mantenido en torno al 60% del PIB mundial en el período 2008-2023. De manera que, la tendencia hacia una mayor integración de la economía internacional se ha desacelerado desde 2008, y presenta riesgos de retroceso. Vid. IMF. Globalization’s Peak. Washington, junio de 2023. Disponible en: https://www.imf.org/en/Publications/fandd/issues/2023/06/PT-globalization-peak-Stanley

[4] El panorama democrático a nivel mundial es el peor de los últimos 25 años. La tendencia apunta a una “tercera ola autocratización” en plena expansión, el cual incluye el debilitamiento de algunas democracias consolidadas. Apenas 29 países tienen democracias liberales, siendo el régimen político menos común del Mundo; mientras el 72% de la Humanidad vive bajo alguna forma de autocracia. Vid. V-Dem Institute. Democracy Report. 25 years of Autocratization – Democracy trumped?  Gotemburgo, marzo de 2025. Disponible en:  https://www.v-dem.net/documents/54/v-dem_dr_2025_lowres_v1.pdf

[5] Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli Tutti, 3 de octubre de 2020, párrafo 25. Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html

[6] Vid. Robert Gilpin, “The Theory of Hegemonic War”, Journal of Interdisciplinary History, XVIII (4), pp. 591-613.

[7] Mark Leonard, The Age of Unpeace. How connectivity causes conflict. Penguin Random House, Londres, 2021.

[8] Puede leerse por ejemplo, el discurso de la Primea Sub-Directora Gerente del FMI, Gita Gopinath, pronunciado en el Stanford Institute for Economic Policy Reserach el 7 de mayo de 2024, bajo el título Geopolitics and its Impacto n Global Trade and Dollar. Disponible en: https://www.imf.org/en/News/Articles/2024/05/07/sp-geopolitics-impact-global-trade-and-dollar-gita-gopinath

[9] San Agustín, De Civitate Dei, Libro XIX, Cap. 13, párrafo 1.

[10] Entrevista al Arzobispo Paul Gallagher en la TG1 recogida por Vatican News, 27 de marzo de 2024. Disponible en: https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-03/gallagher-es-necesario-negociar-para-detener-las-guerras.html

[11] Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 24 de noviembre de 2013, párrafo 219. Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html

[12] San Agustín, Sermón 340 A, párrafo 1 y Sermón 340, párrafo 1.

[13] Papa Francisco, Evangelii Gaudium, párr. 219

[14] Papa Francisco, Carta Encíclica Laudato si’, 24 de mayo de 2015, párrafo 13.Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

[15] Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti, párrafo 225 y párrafo 284.

[16] Papa Francisco. Soñemos Juntos. El camino a un futuro mejor. Plaza & Janés, Barcelona, 2020, pp. 11-13.

[17] Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2025/january/documents/20250109-corpo-diplomatico.html

[18] La Ostpolitik vaticana partió de una premisa y una pregunta: salvar a la Iglesia Católica tras el “Telón de Acero” requería el acceso del pueblo católico a los sacramentos, pero, ¿cuál era la mejor manera de mantener ese acceso bajo unos regímenes totalitarios? La respuesta de la Ostpolitik fue la siguiente: el acceso a los sacramentos requería sacerdotes; la ordenación de sacerdotes requería obispos; ordenar obispos significaba establecer acuerdos con los regímenes comunistas; lograr esos acuerdos significaba evitar enfrentamientos retóricos estériles.

[19] San Agustín, De Civitate Dei, Libro XIX, Cap. 26.

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