Por Francisco J. Contreras
Los años cuarenta fueron los de la aparición de una importante clase media conformada en las ciudades venezolanas por inmigrantes españoles, portugueses e italianos y por la migración interna de la Venezuela rural hacia la urbana. Los descendientes de esa capa demográfica se encontraron en la Venezuela del programa de febrero de 1936 con un crecimiento jamás visto de la infraestructura educacional, vial, de vivienda y de salud pública, mayoritariamente todos tuvieron acceso a una mejor existencia y a una educación gratuita y de calidad.
La renta petrolera aseguró una movilidad social importante, esa generación dio lugar a una clase media acomodada, se pensó que el modelo se generalizaría hacia el futuro, pero luego de los sucesos del 18 de octubre de 1945 se recreó toda una constelación de incentivos que transformó a los venezolanos en buscadores de renta y no en emprendedores, ya a comienzos del setenta teníamos un país con una gran parte de su gente excluida y sin posibilidades de acceder a esa clase media acomodada. Esos excluidos fueron el semillero electoral con el cual el populismo-iliberal se alimentó bajo la promesa de asegurar la suprema felicidad social, pero no se construyó una base productiva de reproducción del capital, lo que se hizo fue distribuir dádivas de todo tipo con una superposición de regulaciones que hacía más fácil el tránsito al éxito social por la vía política que a través del emprendimiento.
La destrucción de la clase media a través de sus valores y símbolos
La creciente masa de pobres en el país dio lugar a un nuevo modo de hacer política, el marketing transformó las campañas electorales y también la forma de concebir la política. Una clase media sin consciencia política de sí, pero a la espera del aprovechamiento de la renta petrolera, se inclinó electoralmente por quien ofreciera más dádivas o a lo sumo por un voto llamado “castigo” y cada vez menos por el esfuerzo creador de valor mediante el emprendimiento. El “asistencialismo” gubernamental no tuvo un proyecto de país para la sustentabilidad económica sino para distribuir los proventos del petróleo que alimentaron esa cultura parasitaria del venezolano durante los últimos 75 años.
La cultura “populista-iliberal” está tan arraigada en el venezolano que su discurso político difícilmente va más allá de la consideración de las condiciones impolutas de estadista del supuesto redentor que pondrá fin al desorden, no se tiene idea del sentido de propósito que debe ser el marcador de una propuesta diferente y mejor como relato de país, mucho menos una hoja de ruta clara de movilización para el día después.
Francisco Contreras
De proceso en proceso electoral el marketing político pasó a estar centrado esencialmente en el voto castigo. Aprovechar el descontento pasa por la búsqueda de un culpable: el gobierno anterior, supuestos enemigos externos y fue lo que con mucho tino aprovechó el Dr. Rafael Caldera cuando apeló al discurso fundado en el resentimiento social que le permitió gobernar por segunda vez, es la antesala del éxito electoral del Socialismo del Siglo XXI: la exhausta clase media cada vez menos importante políticamente como electores, pero muy útil como chivo expiatorio para endosarle todos los males púbicos generados por gobiernos incapaces en el servicio a los intereses de la nación y muy talentosos para beneficio de la clase política gobernante y sus aliados circunstanciales.
Para este proyecto político, la clase media representa una oportunidad electoral, pues no hay mejor apalancamiento político que mostrar a la inmensa masa de descontentos los valores de la clase media como el origen de los males y de ostentosos apegos materiales: un buen colegio, una hermosa vivienda, una vida plena de abundancia y de cosas, basta con recordar la expresión “ser rico es malo”. Se olvida que ser clase media es asumir cargas: riesgos, trabajo que nunca termina, renuncia de lo que hoy se tiene por una promesa incierta en el futuro, ser responsable de sí mismo, precisamente los valores de creación, ingeniosidad e innovación que se encuentran en el origen del éxito de las grandes naciones.
La destrucción de la clase media a través del morbo social
Un recurso muy utilizado por los gobiernos autoritarios es la banalización del delito de modo que las transgresiones a la institucionalidad parezcan “normales”, ese comportamiento se alimenta a sí mismo en la medida que los resentimientos van apropiándose de cada uno, en ese momento el gobierno autoritario cuenta con la propia gente que asume dicha conducta como propia y la propaga.
Ese morbo social recreado por el socialismo del siglo XXI se hace presente en la vida de la clase media cuando en lugar del humor, se inclina por la comicidad; cuando en lugar del reconocimiento a otro, prefiere la burla; cuando en lugar recurrir a la sabiduría, se pervierte en la viveza; cuando en lugar de confianza, propaga envidias.
Francisco Contreras
Se configura todo un cuadro de desunión y de falta de visión compartida, en el cual cada grupo o partido ve al otro como enemigo, como peor adversario que el propio gobierno y sus aliados. La perpetuación en el poder del socialismo del siglo XXI no solo procede del poder absoluto sino de la propia clase media.
El aprendizaje
Son las reglas de juego de una justicia compartida, que mejoran en sí mismas con el tiempo, las que convierten a los individuos en ciudadanos. Es lo que da a la clase media la fortaleza que facilita el desarrollo de una nación. Una auténtica democracia da libertad a la gente frente al gobierno, para decidir mas a partir de la creación de oportunidades de emprendimiento que para enfrentarse los unos a los otros en la apropiación de un festín rentístico que ya casi no existe. Una clase media poderosa hace más difícil a los políticos en gobierno sacar provecho personal a partir de la demagogia y del asalto al erario, el político en gobierno solo podrá obtener provecho personal si su actuación es cónsona con los intereses de la nación.
La frugalidad y un proyecto para hacer de todos unos venezolanos emprendedores son la clave de éxito, no puede haber futuro en una sociedad que reproduce gente olvidada en su miseria y otra gente llena de ostentaciones, es la búsqueda de una vida mejor, con movilidad social, de acceso al bienestar en todos sus órdenes: moral, material y social, esta la verdadera opción. La condición necesaria: una democracia con contra poderes autónomos e independientes, y también, una clase media emprendedora que no se canibaliza a sí misma. Incluso en los países autoritarios exitosos la clave de éxito económico ha sido al surgimiento de una clase media cada vez más importante por la vía de una gobernanza colegiada con contra-balances de poder que emulan a los poderes públicos autónomos, independientes y transitorios de las auténticas democracias deliberativas.