Por Alejandro López
Reseña histórica
La electrificación y el desarrollo eléctrico en Venezuela está estrechamente ligado a la explotación petrolera de nuestro país. El primer gran impulso, o salto adelante, en la electrificación del país se produce como consecuencia del suministro confiable y seguro de combustibles venezolanos a las potencias aliadas, durante la segunda guerra mundial. Venezuela incrementó en 50% su producción petrolera durante la guerra y más del 80% del crudo venezolano iba hacia refinerías en el Caribe, que luego reexportaban los derivados hacia África, Asia y Europa para el abastecimiento de la maquinaria de guerra aliada.
Entre Estados Unidos y Venezuela aportaron casi todo el petróleo que necesitaron los aliados en el frente occidental europeo, mientras que en el frente oriental la extinta Unión Soviética era autosuficiente gracias a la producción petrolera de las repúblicas socialistas del sur. Sin embargo, proporcionalmente, el esfuerzo por elevar la producción, realizado por Venezuela en este período de guerra, no fue superado por ningún otro productor petrolero en el mundo. Esta actuación consecuente del gobierno venezolano para con los intereses geopolíticos de las potencias occidentales, le valió al gobierno de Isaías Medina Angarita (1941-1945) una posición de fuerza que le permitió exigir mayor inversión, en la industria petrolera venezolana y tener una capacidad de refinación propia.
De esta manera, luego de finalizada la segunda guerra mundial, las petroleras occidentales accedieron a la insistente solicitud del gobierno de Medina Angarita y se construyeron las refinerías de Paraguaná (Cardón y Amuay), lo que luego fue conocido como Complejo Refinador de Paraguaná (CRP), el de mayor capacidad del mundo. Es a partir de la disponibilidad nacional de destilados petroleros a bajo costo (gasoil, fuel-oil, gasolina, etc) que se comienzan a construir centrales termoeléctricas en todo el país y se avanza en la electrificación de pueblos, aldeas y caseríos, mejorando las comunicaciones, las infraestructuras públicas y de servicios en la mayor parte de las ciudades del país.
La capacidad eléctrica total instalada se incrementó de 82 MW hasta 650 MW, lo que representó una tasa media interanual de crecimiento de la capacidad eléctrica del 23,11%, que fue la más elevada en toda América Latina hasta 1960. En una primera etapa, el 45% de esta capacidad eléctrica instalada correspondía a plantas termoeléctricas que servían directamente a la industria petrolera. Sin embargo, entre 1969 y 1978, la recién creada empresa estatal Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (CADAFE) emprendió un programa masivo de electrificación, en el cual se cubrió el 50% de todo el territorio venezolano, en 1979 se inició una segunda fase en la que se concentraron los esfuerzos de electrificación en todos los pueblos con más de 1.000 habitantes, con lo que se logró el objetivo de plena electrificación de estos centros poblados para 1985.
Estos primeros grandes esfuerzos de electrificación ya habían colocado a Venezuela en el primer lugar de electrificación, en toda América Latina para el año 1978, dando al 77% de la población venezolana un acceso confiable y continuo a la electricidad. Paralelamente, los proyectos de electrificación del río Caroní permitieron que para 1986 se hubiesen instalado 10.235 MW hidroeléctricos, y el país contara con la Central Hidroeléctrica más grande del mundo para aquel momento (Guri). De esta manera, la generación eléctrica a partir de fuentes primarias renovables alcanzó el 53% del total nacional. El desarrollo hidroeléctrico del río Caroní tuvo, además, el propósito de suplir a las industrias básicas de alta intensidad energética de la minería y del acero, en la región de Guayana y liberar combustibles fósiles de las refinerías nacionales que se venían utilizando para la generación termoeléctrica y dirigirlos a la exportación hacia los Estados Unidos, incrementando los ingresos fiscales por hidrocarburos.
El sistema eléctrico venezolano actual
La caída en los precios del petróleo a partir de 1988, y hasta 2003, provocó una caída en la inversión en el sector eléctrico que repercutió en las primeras fallas graves que iniciaron en 2001. Sin embargo, luego de la recuperación de los precios petroleros el gobierno nacional inicia un proceso acelerado de inversión, aunque ahora mucho más centralizado y burocratizado que en períodos anteriores. En este sentido, entre 2004 y 2014 el incremento interanual en la capacidad nominal de generación de electricidad se sitúa en un 3,63%, aunque insuficiente con relación al déficit heredado, fue muy superior a la media de inversión interanual de países como Colombia, México y Argentina. Es decir, el problema actual no es consecuencia de una falta de inversión, el gobierno nacional asignó importantes sumas de dinero al sector eléctrico; el problema ha sido la centralización, burocratización y pésima asesoría extranjera en el direccionamiento de esas inversiones. Esto ha provocado que la inversión pública se encuentre hoy perdida en obras inconclusas, obras ineficientes o compras de tecnología de poca aplicabilidad al contexto venezolano. Un ejemplo claro, son las plantas termoeléctricas de ciclo combinado.
En el estado Zulia, se instaló el primer ciclo combinado del país (Termozulia I), para el año 2001. Esta obra fue consecuencia de una inversión administrada y ejecutada por ingenieros y técnicos zulianos, dentro de la extinta empresa pública estatal, con poco capital extranjero, Energía Eléctrica de Venezuela (ENELVEN). El plan era continuar con los ciclos combinados Termozulia II, Termozulia III, Termozulia IV y Termozulia V. Estos proyectos ya comenzaron a ser manejados directamente desde el nivel central y, para actualidad, aunque se han comprado los equipos, se han iniciado las obras, no se ha completado ninguno de estos ciclos combinados y el dinero fue ciertamente asignado por el gobierno nacional.
El funcionamiento de los ciclos combinados es óptimo cuando se utiliza gas natural como combustible primario. En el occidente de la república (Falcón y Zulia), existen importantes reservas de gas, superiores a todas las reservas de gas con que cuenta la república de Colombia. La inversión necesaria para extraer y llevar ese gas a las plantas de ciclo combinado en Zulia y Falcón correspondía a la empresa Petróleos de Venezuela, S.A (PDVSA), esta inversión nunca se realizó y estas máquinas (Termozulia II-V) que fueron diseñadas para funcionar con gas natural y en ciclos combinados, se han venido utilizando con gasoil proveniente de las refinerías del CRP (algo que ya se había superado con la construcción de las centrales hidroeléctricas del Caroní, durante los 70´s y 80´s, como se ha explicado en el primer apartado de este artículo).
De esta manera, la república derrocha 6 millones de litros al día para generar electricidad en plantas diseñadas para funcionar con gas natural, a las que se fuerza a funcionar con gasoil provocando un incremento del 300% en la tasa de fallas y un incremento en los costes de mantenimiento que, de igual manera, tampoco son realizados oportunamente. Hoy la república no solo no exporta combustibles, sino que se ha visto obligada a importarlos.
Cabe destacar que el gasoil es un combustible que ya no se usa para generación de electricidad debido a que provoca emisiones acidificantes de la atmósfera que provocan la llamada lluvia ácida deteriorando los suelos y las cosechas agrícolas. De hecho, el único país que apuesta hoy fuertemente a la electrificación con gasoil, en Latinoamérica, es la República de Cuba. A pesar de la resistencia de los ingenieros de las empresas eléctricas venezolanas a estas tecnologías y al uso de gasoil como fuente primaria para las plantas destinadas a gas natural, esto fue impuesto desde un burocratizado nivel central cada vez más poderoso y hegemónico, a través del Ministerio del Poder Popular para la Energía Eléctrica (creado en 2010).
Esto provocó además un éxodo masivo de especialistas electricistas, ingenieros, gerentes y profesionales venezolanos en el sector eléctrico con experiencia reconocida a nivel nacional e internacional (Venezuela hasta 1990 tenía uno de los sistemas eléctricos más tecnificados del mundo).
En la actualidad, menos del 50% de las plantas termoeléctricas nuevas adquiridas entre 2004 y 2014 está realmente operativa. Es decir, se invirtió en tecnologías que fueron mal gestionadas, mal operadas debido a proyectos inacabados y operaciones en una permanente improvisación, presionados por burócratas sin ningún conocimiento del sistema eléctrico, que han destruido máquinas con muy poco tiempo de operación. Tenemos hoy máquinas nuevas en un estado de funcionamiento precario, “chatarras nuevas”, máquinas “prematuramente envejecidas” debido a su uso con gasoil, en lugar de gas.
La responsabilidad es genuina y absolutamente adjudicable a la dirección central del sector eléctrico en la presidencia de Corpoelec, Ministerio de Energía Eléctrica y del extinto viceministerio de energía eléctrica del Ministerio de Energía y Petróleo (MENPET), desde 2004 hasta la actualidad (autoridades de este último hoy detenidas en España por crímenes de alta corrupción, atentar contra la libre competencia y recibir sobornos astronómicos en componenda contra licitaciones libres y transparentes donde participaron empresas españolas y norteamericanas).
Alternativas sustentables para la superación de la crisis
A continuación, replicamos las propuestas que insistentemente hemos propuesto al gobierno nacional a través de diversas publicaciones científicas, técnicas, sociales y a través del Frente de Resistencia Ecológica del Zulia (FREZ). Para iniciar la transformación del sector eléctrico venezolano y reducir la dependencia de los combustibles domésticos, se ha de comenzar con el aprovechamiento de los recursos energéticos renovables de la región noroccidental del país (Zulia- Falcón), partiendo de las siguientes premisas:
A partir de datos satelitales y en consideración de las condiciones de interconexión eléctrica, se tiene que 35% del territorio del estado Zulia y el 20% del territorio del estado Falcón, presentan condiciones económicamente favorables para el aprovechamiento solar fotovoltaico. En cuanto a la energía eólica, las cifras estimadas son del 8% y 15% para Zulia y Falcón, respectivamente [8].
La capacidad eléctrica instalada en la región noroccidental es la segunda en el país, sólo superada por las centrales hidroeléctricas del sur (estado Bolívar). Las centrales termoeléctricas de Zulia y Falcón consumen, para generación eléctrica, más de 6 millones de litros de gasoil al día, producido en las refinerías nacionales [9], lo que representa un elevado costo de oportunidad para el país.
El estado Zulia es el más poblado de Venezuela, concentra el 14% del total nacional y, juntamente con Falcón, suman una población de 4,7 millones de personas. Por tanto, la densidad poblacional de la región es más alta que en el 86% del territorio venezolano. Si se considera que el consumo eléctrico es cada vez más residencial, toda transformación del sector debe iniciarse por las zonas de mayor concentración poblacional, es decir, por el estado Zulia.
Las capitales de los estados Zulia y Falcón se encuentran en el extremo occidental del país, al final del sistema troncal de transmisión en 765 kV, a más de 1.100 kilómetros del 70% de la capacidad eléctrica de generación del país (centrales hidroeléctricas del sur del país). Por tanto, instalar capacidad de generación alternativa en este punto mejoraría la estabilidad del sistema interconectado nacional.
En el estado Zulia, se pueden instalar hasta 10.000 MW de capacidad de generación eléctrica por medio de energía eólica, en la península de la Guajira (Municipio Guajira). Esto sería equivalente a la solución eficaz que se obtuvo en los 80´s a través de las centrales hidroeléctricas del Caroní, pero con menos consecuencias ambientales.
En un corto y mediano plazo, se debe recuperar el parque termoeléctrico migrando de gasoil hacia el uso de gas natural y procurar recuperar parte de la inmensa inversión perdida por la mala gestión entre los años 2004-2014. Apostar por tecnologías como la del Carbón, podrían aportar un máximo de 2000 MW, a un costo ambiental incuantificable y con consecuencias catastróficas para el medio ambiente nacional.
Finalmente, pero no menos importante, es fundamental recuperar el capital humano perdido y disolver el sistema basado en la centralización burocrática en Corpoelec y el Ministerio del Poder Popular para la Energía Eléctrica, y volver a un esquema de empresas públicas regionales. Estas pueden ser gestionadas por gobernaciones, alcaldías y/o poder popular en cuanto a la gestión administrativa, pero enteramente gerenciadas por ingenieros venezolanos seleccionados de acuerdo con su cualificación técnica y experiencia profesional. En una primera fase, se pueden implementar esquemas de Joint Venture con capital privado nacional, u otros esquemas mixtos, en el que las extintas empresas públicas regionales puedan recibir capital fresco rápida y eficazmente con un aporte adicional de talento humano que no se podría recuperar sin una inmensa inversión en sueldos y salarios competitivos.
La más eficaz inversión que puede hacerse para restablecer la calidad del sistema eléctrico venezolano es recuperar el capital humano criollo que hoy se encuentra tanto en el exterior como dentro del país, excluidos de los procesos productivos por razones políticas, sociales y económicas.
Fuente: http://periodicoellibertario.blogspot.com