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La Convención del Niño: conocerla para exigirla

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Por Luisa Pernalete

La Convención es un medio

de protección a los niños,

por eso hay que difundirla,

y ponerle mucho cariño.

Nos referimos a la Convención Internacional del Niño, promulgada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989. El próximo 20 de noviembre celebramos otro aniversario de este instrumento, del cual es signatario el Estado venezolano y, en consecuencia, de obligatorio cumplimiento. Y dada la orfandad de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país en materia de protección integral, debemos aprovechar estas fechas para recordarla e insistir en su aplicación.

A raíz de su promulgación, los Estados partes –prácticamente todos, excepto algunos pocos que no la han ratificado todavía– debieron adecuar sus leyes nacionales a este instrumento. De esta aplicación salió la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA). Nos llevó unos años lograrlo, pero finalmente se consiguió.

En esta oportunidad haremos unos subrayados de la Convención, la cual debe ser difundida y respetada por la familia, la sociedad, y el Estado que se supone es el garante de la misma, y el que maneja las arcas públicas, pues, los derechos requieren de recursos, así como de políticas públicas, voluntad política y dar cuentas de su actuación.

Empecemos por recordar que los niños, niñas y adolescentes, según la Convención, son sujetos de derechos, no solo objetos de derechos; claro, pero dada las etapas de su desarrollo, necesitan de atención especial. Eso lo leemos en el preámbulo.

Lo primero que queremos subrayar es que este instrumento es para todos los niños, sin distinción (Art. 2). Pareciera una tontería recordarlo, pero no lo es. ¿No son excluidos muchas veces los niños indígenas, o los campesinos, o los hijos de extranjeros, o los hijos de padres privados de libertad? A veces los hijos de extranjeros no tienen papeles en regla y hay colegios que no los aceptan, por dar un ejemplo que me consta. En la práctica lo son, y si sus familias no están en capacidad de garantizar los derechos de los menores de 18 años, el Estado tendría que ayudarles.

Los derechos de los niños

se aplican sin distinción

ni color, sexo, ni raza

ni idioma, ni religión.

Otro elemento importante, ya lo mencionamos rápidamente arriba, es que los Estados deben destinar recursos para garantizar esos derechos. Los niños no pueden esperar, la infancia pasa rápido. Aquí hay dinero para armas, pero no siempre para el desarrollo de los niños y niñas (Art. 4).

Los estados signatarios

recursos deben poner

los más que tengan a la mano

para niños proteger.

Los niños tienen derecho de vivir y crecer con su familia. Sin embargo, hoy, entre la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela, hay mucho “niño dejado atrás”, cuyos padres se han ido o a las minas del Estado Bolívar o a otros países, y estos chicos no cuentan con atención especial… Estamos viendo también cómo hay países a donde van a parar familias completas, como migrantes forzados, y hay gobiernos que separan a hijos de sus padres, o no facilitan su reconocimiento como refugiados (Art. 22).

Y los niños que se van

tienen normas especiales

a los Estados los obliga

normas internacionales.

Todavía se escucha en medios “adultos” que a los niños no se les debe pedir opinión ni hacerle mucho, porque “el niño no es gente”. Por eso me gusta subrayar que en la infancia y adolescencia hay derecho a opinar, expresarse, reunirse y organizarse (Art. 12, 13 y 15).

Los niños tienen derecho

a expresar sus opiniones

eso deben de velarlo

muchas organizaciones.

Siendo maestra, no puedo dejar pasar, que la Educación es un derecho contemplado en la Convención. La primaria, gratuita y obligatoria, y también menciona la necesidad de posibilitar también la educación media y la superior. Hoy sabemos que en Venezuela hay muchos niños y niñas, en edad de cursar primaria, que están fuera de las aulas. La Convención también contempla que los Estados partes deberán “adoptar medidas para fomentar la asistencia regular a las escuelas y reducir las tasas de deserción escolar” (literal e, Artículo 28). En lo personal, me gustaría saber cuáles medidas está adoptando el Estado venezolano para lograr que los chicos vayan a las escuelas.

El Artículo 28

habla de la Educación

primaria obligatoria;

educar sin excepción.

Algo que es bueno saber es que los Estados partes tienen la obligación de dar a conocer la Convención (Art. 42) ya se sabe, lo que no se conoce, no se exige. Nos toca a nosotros, educadores, medios, familias, sociedad en general, contribuir a su conocimiento.

En la casa y en la escuela

tenemos que difundir

lo que dice este instrumento

y así poderlo exigir.

La Convención tiene 54 artículos, y dedica unos cuantos a recordar a los Estados que se les hará seguimiento para ver su cumplimiento en sus respectivos países. Un Comité de expertos hará una especie de “examen” para chequear si están avanzando en la aplicación del instrumento. La sociedad civil, digo yo, también debe crear observatorios para ello, pues los niños, niñas y adolescentes nos importan a todos (Artículo 43).

Hay que hacer un seguimiento

la ONU y la sociedad

para ver si los Estados

cumplen su responsabilidad.

Es mucha la orfandad de la infancia y la adolescencia en este país. No basta una campaña como reacción a algún evento que nos haya conmovido, como los casos de estas semanas. Hay que sostener la exigencia de la protección a los niños, niñas, hay que formar a los educadores, a los padres, a los funcionarios.

La protección de los niños

es asunto muy urgente,

cosa suya y cosa mío,

y cosa de mucha gente.


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