Javier Contreras
Actúa arbitrariamente quien tiene el poder, quien controla, reprime; pero es importante no perder de vista otro aspecto, también es arbitrario quien siente temor porque sabe que su capacidad de convencer y persuadir se extingue. El pequeño grupo de poderosos que hoy gobierna en Venezuela es, sin duda, un ejemplo de lo señalado.
La realidad indica que el temor conduce a la improvisación, ya que cambiar e imponer pautas, leyes y normas, en base a la sensación que genera un momento determinado, es característico de la ausencia de un plan nacional, instalando a la incertidumbre como rasgo cotidiano.
En ese marco, se desnuda la incapacidad que muestra la falta de profesionalismo y la falta de libertad de quienes cumplen una función pública desde el servilismo, ciudadanos que empeñando su prestigio y conciencia se convierten en ejecutores de acciones guiadas al detrimento de los Derechos de las personas.
Para el Gobierno nacional, en sus distintos niveles, abusar del poder, controlar a cualquier costo, intentar silenciar las iniciativas de quienes piensan distinto, es hoy su marca de fábrica. A continuación, mencionaré algunos ejemplos que sustentan la afirmación realizada.
El uso propagandístico del espectro radioeléctrico mediante cadenas; la pretensión de participar protagónicamente en el control de la distribución de alimentos y artículos de primera necesidad; la descarada obstaculización impuesta a la iniciativa en pro del Referendo Revocatorio; la alarmante cantidad de procedimientos ilegales llevados a cabo por los cuerpos de seguridad (y con la anuencia del Poder Judicial) que han conducido a la privación de libertad (con visos de secuestro) de muchos venezolanos.
El gobierno tiene claro su objetivo: mantenerse en el poder político y económico. Si para lograrlo requiere ser cada vez más arbitrario, lo hará, lo está haciendo, evidenciando con cada abuso de poder y con cada violación a la Constitución, el temor que siente ante la realidad.