Jesús María Aguirre
“Juntos romperemos el círculo de la pobreza… con transparencia, austeridad, eficacia y honradez ”. Discurso del presidente Salvador Sánchez Cerén en el acto investidura.
Nos ha alegrado escuchar esa consigna de un exguerrillero en término de “Juntos”: por cuanto el lenguaje de las investiduras en Venezuela se ha caracterizado por polarizar a la población maniqueamente. Ojalá este empeño se traduzca en la realidad, porque, como señala el Informe Nacional sobre Desarrollo Humano El Salvador 2013 “invertir en la gente y reinventar continuamente la economía del país mediante apuestas productivas intensivas en la generación de trabajos decentes que permitan un mejoramiento sostenido de la productividad y los salarios reales, son dos tareas que se han vuelto ineludibles para cualquier gobierno que quiera evitar una crisis de desarticulación del Estado”.
Pero lamentablemente, como señala el mismo informe, estas apuestas no se pueden lograr sino en condiciones en que los actores sociales conjuguen sus esfuerzos en aras del bien común: “Si por el contrario, este mínimo de sensatez colectiva no se alcanza y los principales actores sociales y políticos continúan encerrados en fundamentalismos de distinta naturaleza (de Estado o de mercado, de derechas o de izquierdas, neoliberales o populistas) que solo conducen a la confrontación, el país se volverá inviable. Al final de cuentas, la inviabilidad como nación, al igual que el desarrollo, puede ser también una opción colectiva”.