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Juventud: desafíos y oportunidades

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Se cumplen 75 años de la instauración oficial del Día de la Juventud en Venezuela. Fue durante el trienio adeco –el 10 de febrero de 1947– cuando la Asamblea Constituyente de aquel entonces “en reconocimiento a los servicios hechos a la república por los jóvenes” decretaba la celebración, todos los 12 de febrero, del Día de la Juventud en homenaje y conmemoración de aquel puñado de universitarios y seminaristas que acompañaron a José Félix Ribas y Vicente Campo Elías durante la batalla de la Victoria en 1814.

Si la participación de aquellos muchachos en la batalla fue determinante o no para el triunfo, no es tema que deba ocupar las líneas de este editorial, lo cierto es que allí estuvieron esos jóvenes estudiantes y seminaristas, luchando, asumiendo, sacrificándose ante la realidad de su tiempo, que no es la misma realidad de la Venezuela de hoy.

Pero ¿podemos decir que los jóvenes venezolanos hoy luchan, asumen y se sacrifican por el país?

Venezuela en el 2022 se nos presenta llena de retos o llena de problemas, depende de cómo queramos verlo. Son muchas las aristas que debemos atender: la pobreza, la exclusión, la migración, la preocupante situación de la educación, la fragilidad democrática, la destrucción institucional, pero el problema más urgente y el más importante al cual debemos avocarnos y en el cual debemos centrarnos todos es la delicada crisis que vivimos los venezolanos atacados en nuestro fuero más íntimo, con la amenaza que nos lleva a dejar de entendernos y comprendernos como seres humanos dignos y sujetos libres.

La Conferencia Episcopal Venezolana, en su más reciente Exhortación Pastoral de enero 2022, acertadamente lo dice:

Lo que está verdaderamente en juego, en medio de todo este deterioro, es la persona humana en la plenitud de su vocación. Cuando una ideología se antepone como un sistema de poder, que violenta los derechos humanos y rechaza la dignidad de la persona, genera injusticia y violencia institucional.

Es esta la principal batalla que nos toca librar hoy a todos los venezolanos, pero especialmente a los jóvenes.

Tuvimos la oportunidad de visitar y conocer el trabajo que desde la Diócesis de Carúpano realiza Cáritas en esa zona tan deprimida del país. Y realmente resultó inspirador ver que la principal fuerza de acción, que lleva adelante la actividad, es una legión de voluntarios (más de quinientos) jóvenes entusiastas, comprometidos con el país y su gente, y convencidos de que son ellos con su trabajo y su dedicación quienes deben hacer que las cosas cambien y en efecto lo logran. El P. Arrupe, s.j. cuando hablaba de los jóvenes insistía en la necesidad de que fuesen hombres y mujeres de servicio, nuevos, abiertos y equilibrados, es decir, sujetos libres que ven y reconocen en cada uno de los hombres a un hermano y que entienden y asumen en la fraternidad universal la base de su vida personal, familiar y social.

Por supuesto que la amenaza de estos tiempos es real y evidente, el hedonismo tecnológico, la alienación ideológica, la indiferencia que postra, están allí. Afectan a jóvenes y no tan jóvenes. Pero podemos decir con esperanza basada en testimonios y vivencias que sí, que sí podemos contar con los jóvenes venezolanos para echar este país adelante. Nos toca entonces escucharles, formarles, acompañarles y –sobre todo– hacerlos parte.

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