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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

José Gregorio Hernández, memoria viva

A priest stand in front of a painting depicting Jose Gregorio Hernandez during a mass in Caracas
Foto: REUTERS | Manaure Quintero.

Por Alfredo Infante s.j. | Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco N° 64.

“¡José Gregorio es nuestro!” gritaba la gente de Caracas en su funeral y, acompañando el grito, la multitud se echó el féretro al hombro, llevándolo en procesión hasta el Cementerio General del Sur, camposanto que, para entonces, en junio de 1919, quedaba a las afueras de la ciudad.

Este coro recorrió toda Venezuela y se hizo un sentimiento nacional, quedando como un latido en la memoria colectiva como signo del bien, la bondad y la belleza del pueblo venezolano.

Aquel día se juntaron todas las clases sociales, tendencias políticas, creyentes y no creyentes, estudiantes, académicos, científicos y, en especial, los pobres, a quienes el doctor sirvió con reverencial devoción, encontrando en ellos la presencia de Cristo Jesús.

Casi 101 años después, el paso de José Gregorio Hernández sigue irradiando y despertando entre nosotros las energías de la vida, tal como lo expresó el escritor Rómulo Gallegos cuando describió las exequias del médico trujillano: “delante del féretro de José Gregorio Hernández todos sentíamos el deseo de ser buenos”. Hoy, el Siervo de Dios sigue pasando y despertando esperanza.

JGH consagró su vida al Sagrado Corazón de Jesús y el pasado 19 de junio, fecha de celebración de esta solemne fiesta, el papa Francisco firmó el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que autorizó la beatificación del “médico de los pobres”. ¡Bello homenaje!

En la rueda de prensa celebrada ese mismo día, el cardenal Baltazar Porras insistió en que “José Gregorio Hernández es nuestra memoria civil, tan olvidada en un país en el que desde el poder se realzan los méritos de los hombres de armas”;  también recalcó que “José Gregorio Hernández es el ciudadano de a pie que se levanta diariamente a construir el país; el profesional honesto que se entrega haciendo un buen servicio a los demás; el funcionario público incorruptible que sabe de la importancia de las instituciones para el desarrollo del país; el profesor que está convencido de que sin educación de calidad no hay país; el científico comprometido con la superación de la pobreza y con poner al país a la altura de los tiempos; el hombre solidario que vive para los demás; el cristiano, laico, que se toma su bautismo en serio y lo hace vida; José Gregorio Hernández es la iglesia que opta por los pobres y con bondad y misericordia acompaña a su pueblo y exige justicia”.

Recordemos que en la pandemia de la gripe española de 1918, en la que murieron más de 40 millones de personas en el mundo y que también diezmó Venezuela, el Dr. José Gregorio Hernández y su colega Luis Razetti no solo atendieron a cientos de enfermos, sino que  -en tiempos de dictadura gomecista y por amor a Venezuela- fueron capaces de denunciar las precarias condiciones de vida de buena parte de la población: “Lo que está matando a tanta gente no es la gripe propiamente dicha, sino el estado de absoluta miseria en que vive la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con escasas o ningunas condiciones de higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis”, señaló en su momento el galeno de Isnotú.

En este tiempo de dificultades y necesidades, ahora que celebramos el anuncio de la elevación a los altares de José Gregorio Hernández como beato, sigamos su ejemplo de ciudadano comprometido con la vida de los venezolanos.

Fuente: https://mailchi.mp/95dfb438eb67/signos-de-los-tiempos-n-64-19-al-25-de-junio-de-2020

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