Alfredo Infante sj
Para muchos resulta desconcertante la afirmación que en el Evangelio de hoy Jesús hace sobre la ley: «No he venido a abolir la ley y los profetas sino a darle plenitud». Recordemos que las mayores controversias de Jesús fueron con los fariseos y maestros de la ley, es decir, con la «ortodoxia» judía del momento.
Jesús era un judío marginal y su palabra y praxis fue molesta para los custodiadores de la ley de su tiempo. En este contexto lo esencial de la ley, el decálogo, se había eclipsado con una serie de reglamentos que favorecían al poder estatuido y suponían una carga para la mayoría. Jesús dirá en Jn 10,10 «He venido para que tengan vida y vida en abundancia»; y en los sinópticos pondrá a la persona como absoluta y la ley relativa a su dignidad «El sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado» (Mc 2,27-28). Jesús, con su praxis, con su modo de relación, busca liberar la ley del leguleyismo farisaico y va a lo esencial de los mandamientos, que es el amor.
Jesús dice que viene a plenificar la ley y los profetas. Los profetas dedicaron sus energías a hacer que Israel escuchara la voz de Dios, recreara la memoria y volviera a la experiencia fundante del Éxodo, al Dios que libera, que acompaña y le constituye pueblo, haciendo una alianza de amor, dándole la ley como camino de vida.
Por eso, la primera lectura (Dt 4,1.5-9) nos sitúa en la memoria fontal «Pero, ten cuidado y guárdate bien de no olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos». Jesús enfatiza que va a dar cumplimiento a «la ley y los profetas». Volver a lo esencial «a la alianza de amor». En él se cumple, se hace vida el pacto entre Dios y la humanidad fundado en la ley del amor, sello del Espíritu. Jesús viene a plenificar con su vida la ley, pero no cualquier ley.
Hay leyes injustas que están al servicio del poder y sus intereses; esas leyes amenazan la dignidad humana. La legalidad no siempre está fundada en la justicia; hay marcos jurídicos que atentan contra la dignidad humana y resguardan intereses de poder. Por ejemplo, en Venezuela la Asamblea Nacional Constituyente(ANC) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) han puesto la institucionalidad y la ley al servicio del poder dictatorial y en contra de la dignidad humana.
La lucha por la justicia y los derechos humanos es bendecida por Jesús, quien nos llena de esperanza al decir «En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley»; la verdadera, la que está al servicio de la dignidad humana.
Oremos: Señor, que no seamos neutrales; que nuestra parcialidad sea ahora y siempre la dignidad humana, que este sea siempre nuestro criterio para evaluar nuestras leyes.
Sagrado corazón de Jesús, en vos confío
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.