En esta oportunidad Juan Salvador Pérez, actual director de la revista SIC, realizó una entrevista al sacerdote jesuita James Martin, sobre cuatro temas de comprensión fundamental para llevar adelante nuestra misión compartida: pobreza, paciencia, la más reciente encíclica Fratelli Tutti y la oración
Juan Salvador Pérez*
El padre James Martin es un sacerdote jesuita estadounidense, escritor y editor general de la también revista jesuita America.(1) En 2017, el papa Francisco lo nombró consultor de la Secretaría de Comunicaciones del Vaticano. También es autor de best sellers en The New York Times y comentarista frecuente de la vida y las enseñanzas de Jesús, y de la espiritualidad ignaciana inspirada en San Ignacio de Loyola. Su más reciente libro se titula Learning to pray, a guide to everyone, traducido al español como Aprendiendo a rezar, una guía para todos, con el que busca acompañar a los lectores a través de la experiencia de la oración. Destaca el autor:
Este libro sobre la oración se diferencia de otros en que trata de hablar de lo que ocurre cuando se reza. Algunos libros sobre la oración pueden ser un poco vagos y hablar de los frutos de la oración o de sentirse cerca de Dios, cuando lo que la gente quiere saber es qué es lo que pasa cuando rezas. (2)
A partir de su experiencia como director espiritual, Martin, s.j., explora los diferentes modos en que se puede cultivar una relación personal con Dios a través de la oración. Así, el libro se convierte en una guía sobre la oración que muestra cómo todos pueden practicarla. Con esto vuelve a insistir en un aspecto clave:
Cuando digo que todo el mundo puede rezar, lo digo de verdad. Dios busca una relación con cada uno, creo que todos podemos experimentarla. Y todos tenemos el deseo de rezar, tenemos un deseo de estar en una relación con Dios. Yo diría que ese deseo viene de Él. Es la manera que tiene Dios de acercarnos a Él. Por eso ese deseo de oración es el deseo de Dios para ti y es así para todos.(3)
Entre sus libros en español también encontramos: La guía jesuita de (casi) todo: una espiritualidad para la vida real y Jesús: una peregrinación, mi vida con los santos y tender un puente.
Autor: James Martin, s.j.
Título: Learning to pray, a guide for everyone
Páginas: 400 pp.
Formato: Hardcover
Publicación: febrero, 2021
Este mes, en una entrevista exclusiva para la revista SIC, el sacerdote jesuita nos compartió un conjunto de reflexiones personalísimas sobre temas fundamentales para nuestra misión compartida.
Algunas reflexiones sobre la pobreza
–La filósofa española Adela Cortina ha venido planteando con agudeza que existe una suerte de “rechazo cultural a la pobreza”, aporofobia (fobia–temor al pobre) lo define ella, extendiéndonos una invitación a superar esta conducta excluyente y antidemocrática. En este sentido, ¿cómo debemos actuar ante la pobreza?, ¿qué debemos hacer ante esta realidad?
–Esa idea tiene sentido para mí. Durante las últimas décadas hemos sido condicionados, al menos en Occidente, a ver a los pobres como amenazas más que como nuestros hermanos y hermanas necesitados. En Estados Unidos, por ejemplo, los ricos han convencido a la clase media de que los pobres son sus enemigos dispuestos a quitarles cosas que, supuestamente, los pobres no merecen. Es lo mismo en todo el mundo, con personas que ven a los refugiados y migrantes, nuevamente, no como personas necesitadas, sino como amenazas, como personas a las que temer, como el “otro”.
Todo esto se opone al mensaje de Cristo, que no solo era pobre, sino que también se ocupó de los pobres y específicamente nos pide, nos exige, cuidar de ellos. Me asombra escuchar a los políticos occidentales ignorar o negar este hecho: parte de ser cristiano es cuidar de los pobres.
Quizás la mejor manera de ablandar los corazones y lograr una conversión entre las personas es presentándoles a los pobres, ya sea uno a uno o mediante historias. Esto es parte de la “cultura del encuentro” de la que habla el papa Francisco. Es mucho más difícil etiquetar a alguien como indigno o como una amenaza si conoces su historia. Es incluso mejor si puedes escucharlo contar sus historias cara a cara. Hay una razón por la que Jesús enseñó en parábolas, es decir, en historias: tienen la capacidad de convertirnos.
Algunas reflexiones sobre la paciencia
–Hoy la humanidad atraviesa tiempos difíciles. Los tiempos difíciles demandan actitudes virtuosas y entre esas virtudes se destaca la paciencia. “Patientia” viene del latín “patis”, sufrir. Hoy la entendemos como la capacidad de sobrellevar las adversidades. En este sentido, ¿qué nos exige ser pacientes en nuestras circunstancias actuales?, ¿cuánto de sufrimiento hay en ser paciente?
–Pasamos la mayor parte de nuestra vida esperando. Podríamos decir que la mayor parte de nuestras vidas no la vivimos en el espantoso terror del Viernes Santo o en la suprema alegría del Domingo de Resurrección, sino en algún punto intermedio. La mayor parte de nuestra vida, entonces, la pasamos en Sábado Santo: esperando, anhelando, preguntándonos. Esperamos que las cosas mejoren. Esperamos que la vida cambie. Esperamos una vacuna. Parte de esta espera es la paciencia.
La espera cristiana es más que una simple espera ciega, como si no supiéramos lo que sucederá o si todo dependiera del destino. La espera cristiana supone esperanza. Confía en que el cambio siempre es posible, que siempre hay nueva vida en el horizonte y que nada es imposible para Dios. Como descubrieron los discípulos el Domingo de Pascua.
Algunas reflexiones sobre la Fratelli Tutti
–“Todos hermanos”, un par de palabras que definen la propuesta del pontificado de S.S. Francisco. Esta encíclica es un llamado urgente a la fraternidad y a la amistad social como medios de reconstrucción, de sanación, de un mundo herido… ¿cómo realmente nos hacemos hermanos?, ¿cómo concretamente nos hacemos hermanos?, ¿cuándo somos verdaderamente hermanos?
–Estas son preguntas importantes. Para mí, podría resumirse la gran encíclica del papa Francisco Laudato Si, sobre la creación, con una frase poderosa que él usa: “Todo está conectado”. Y quizás una forma de resumir Fratelli Tutti es con la frase “Todos están conectados”.
Parte de ser hermanos y hermanas no es simplemente cuidarnos los unos a los otros, por muy importante que sea, sino hacernos amigos. ¿Y qué significa eso? Significa tomarse el tiempo para escucharnos, unirnos a los demás en tiempos difíciles e incluso llorar con ellos.
¡Y reír también!
Una de mis expresiones favoritas sobre este punto proviene de un jesuita profesor de teología moral en el Boston College, James F. Keenan, s.j. Es brillante su definición de misericordia, pero también puede usarse como una definición de amistad y de ser hermano o hermana de alguien. Dice que es la “voluntad de entrar en el caos de la vida de otra persona”.
Eso es lo que se necesita.
Algunas reflexiones sobre la oración
–Usted recientemente publicó un libro (lo define como un manual) para “aprender a rezar” … El momento es preciso, porque una situación borde como la que vivimos con la pandemia, nos llevó a todos (de una forma u otra, creyentes o no) a encontrarnos íntimamente con nuestros temores y nuestras preguntas. Algunos años atrás el cardenal Carlo María Martini, s.j. y Umberto Eco, reflexionaron epistolarmente sobre ello, y quisiera retomar este tema ante estas circunstancias: ¿en qué consiste la oración del que no cree?, ¿y en qué consiste la oración del que cree?
–¡Esas son preguntas difíciles!
Creo que podría estar en desacuerdo con algunas personas que dicen que el no creyente puede orar. En su lugar, podría usar la palabra “meditar”. Ciertamente, un no creyente puede meditar, y muchos lo hacen. Pero si la persona se resiste por completo a la idea de Dios, entonces sería difícil “orar”. Porque la oración tiene un objeto, y ese objeto es Dios.
Pero incluso si hay un poco de curiosidad sobre la posibilidad de la existencia de Dios, ¡entonces creo que Dios puede trabajar con eso! Así que el agnóstico, o el que duda, o el que busca, seguramente puede orar.
En ese caso, una de las cosas más importantes es que el que busca reconozca que el mismo deseo por la oración proviene de Dios. Es decir, muchas de estas personas que buscan sienten que están orando simplemente por curiosidad. Pero a menudo les digo: “Así es como Dios los está atrayendo”. ¿De qué otra manera haría Dios eso? Una pequeña placa en una casa de retiro resumió esto para mí: “Lo que buscas te está buscando”.
¿Cómo ora el creyente? Bueno, ¡de tantas formas! (Esa es una de las razones por las que escribí mi nuevo libro). Pero en el fondo, él o ella ora honestamente, con confianza y luego con aceptación. Y de la forma que desee. Y no hay formas incorrectas de orar. Cualquier camino que te acerque a Dios es el camino correcto para ti.
*Director de la revista SIC.
Notas:
- Portal oficial de America, the jesuit review: https://www.americamagazine.org/
- Rome Reports (28 marzo 2021): “James Martin publica libro para enseñar a rezar” Traducido por Daniel Díaz Vizzi. Disponible en: https://www.romereports.com/2021/03/28/james-martin-publica-libro-para-ensenar-a-rezar/
- Ibidem.
James Martin, SJ: “Part of being brothers and sisters is not simply caring for one another —as important as that is— but becoming friends”
The director of Revista SIC, Juan Salvador Pérez, interviewed the Jesuit priest James Martin s.j. about four themes: poverty, patience, the encyclical Fratelli Tutti and prayer.
James Martin SJ is an American Jesuit priest, writer, and editor-at-large of the Jesuit magazine America. In 2017, Pope Francis appointed Martin as a consultant to the Vatican’s Secretariat for Communications. He is a New York Times Best Selling author and frequent commentator on the life and teachings of Jesus, and on Ignatian spirituality as inspired by the life and teachings of Saint Ignatius of Loyola. Author of numerous publications, his latest book is titled Learning to pray, a guide to everyone.
1.- Poverty. The Spanish philosopher Adela Cortina has pointed out that there is some kind of cultural rejection of poverty or, as she coined it, aporophobia (phobia ̶ fear ̶ of poverty and poor people), and she invites us to overcome this marginalizing, undemocratic behavior. How should we act in the face of poverty? What should we do about this reality?
That idea makes sense to me. Over the past few decades, we have been conditioned, at least in the West, to see the poor as threats rather than as our brothers and sisters in need. In the United States, for example, the rich have convinced the middle class that the poor are their enemies—ready to take things from them that the poor supposedly don’t deserve. It’s the same across the globe, with people seeing refugees and migrants, again, not as people in need, but as threats, as people to fear, as the “other.”
All this is opposed to the message of Christ, who not only was poor himself, but also ministered to the poor and specifically asks us—commands us—to care for the poor. It’s amazes me to hear politicians in the West ignore or deny this fact: Part of being a Christian is caring for the poor.
Perhaps the best way to soften hearts and effect a conversion among people is to introduce them to the poor, either one on one, or through stories. This is part of the “culture of encounter” that Pope Francis speaks of. It’s much more difficult to label someone as undeserving or a threat if you know his or her story. It’s even better if you can hear him or her tell their stories face to face. There’s a reason why Jesus taught in parables, that is, in stories: they have the ability to convert us.
2.- Patience. The humankind is currently going through hard times. Hard times demand virtuous attitudes, and patience stands out among those virtues. It comes directly from Latin Patientia, “the quality of suffering or enduring.” Today, we understand it as the ability to withstand adversity. What does it require of us to be patient in our present circumstances? How much suffering is there in being patient?
Most of our lives
are spent waiting. Most of our lives, you could say, are lived not in the awful terror of Good Friday or the supreme joy of Easter Sunday but somewhere in between. Most of our lives, then, are spent in Holy Saturday: waiting, longing, wondering. We wait for things to get better. We wait for life to change. We wait for a vaccine. Part of this waiting is patience.
The Christian wait is more than simply a blind waiting, as if we don’t know what will happen, or it is all up to fate. The Christian wait presumes hope. It trusts that change is always possible, that new life is always on the horizon and that nothing is impossible with God. Just like the disciples discovered on Easter Sunday.
3.- Fratelli Tutti. All Brothers, a couple of words that define Pope Francis’s plea. This encyclical letter is an urgent call for human fraternity and social friendship as means of reconstruction, of healing a wounded world. How do we really become brothers and sisters? How do we specifically become brothers and sisters? When are we truly brothers and sisters?
These are important questions. For me, you could sum up Pope Francis’s great encyclical Laudato Si, on creation, with a powerful phrase he uses, “Everything is connected.” And perhaps one way to sum up Fratelli Tutti is with the phrase “Everyone is connected.”
Part of being brothers and sisters is not simply caring for one another—as important as that is—but becoming friends. And what does that mean? It means taking the time to listen to one another, to join with them in difficult times and even to weep with them. And to laugh too!
One of my favorite expressions of this comes from a Jesuit professor of moral theology at Boston College, James F. Keenan, SJ. It’s his brilliant definition of mercy, but it also can be used as a definition for friendship, and for being someone’s brother or sister. He says it’s the “willingness to enter into the chaos of another person’s life.” That’s what’s needed.
4.- Prayer. You recently published a book (you define it as a handbook) for Learning to Pray. The moment is quite right, because a borderline situation like the one we are living with the pandemic led us all (in one way or another, believers or not) to encounter our deepest fears and questions. Some years ago, Cardinal Carlo Maria Martini S.J. and Umberto Eco addressed the issue in an exchange of letters, and I would like to go back to this topic in these circumstances: How does a nonbeliever pray? And how does a believer pray?
Those are difficult questions! I think that I might disagree with some people who say that the non-believer can pray. I might use the word “meditate” instead. Certainly, a non-believer can meditate, and many do. But if the person is completely resistant to the idea of God then it would be hard to “pray.” Because prayer has an object, and that object is God.
But even if there is a tiny bit of curiosity about the possibility of God’s existence, then I think God can work with that! So the agnostic or the doubter or the seeker can surely pray.
In that case one of the most important things is for the seeker to recognize that the very desire for prayer comes from God. That is, many seekers feel that they are praying simply out of curiosity. But I often say to them, “This is how God is drawing you.” How else would God do so? A small plaque in a retreat house summed this up for me: “That which you seek is seeking you.”
How does the believer pray? Well, so many ways! (That’s one reason I wrote my new book.) But at heart he or she prays honestly, with trust and then with acceptance. And in any way that he or she desires. And there are no wrong ways to pray. Whatever way brings you closer to God is the right way for you.