Antonio Pérez Esclarín
Con verdadero desconcierto y un profundo dolor recibí la noticia de que el Tribunal Primero de Ejecución del Estado Aragua negó la medida humanitaria de libertad a favor del comisario Iván Simonovis y, por el contrario, ordenó su reclusión en el Centro Nacional de Procesados Militares, conocida como cárcel de “Ramo Verde”, en Los Teques, que no se parece en nada a un hospital. Simonovis sufre de osteoporosis debido a la incapacidad de absorber vitamina D proveniente del sol, como consecuencia de su reclusión en una celda de “El Helicoide”. También sufre síndrome de túnel carpiano y riesgo de fractura lumbar. Con la intención de dorar una medida tan inhumana, el Tribunal ordenó que Simonovis recibiera luz solar todos los días de ocho a nueve de la mañana y de cuatro a cinco de la tarde.
Cuando conocí la negación del perdón, me vino a la mente la parábola que nos cuenta Mateo en el capítulo 18 de su evangelio, de aquel criado perverso que tenía una deuda muy grande con su rey y, cuando le pidió clemencia, fue perdonado por completo. Tras recibir el perdón, se encontró con un compañero que le debía una mínima cantidad y el criado perdonado empezó a exigirle de muy malas maneras al otro que le pagara la deuda y, a pesar de sus súplicas, no tuvo compasión y lo metió en la cárcel. El rey no pudo comprender tanta crueldad, e increpó al siervo perdonado con estas palabras: “¿No tenías tú que tener compasión de tu compañero como yo la tuve de ti?”, e indignado exigió que el siervo cruel pagara toda su deuda. ¿Cómo es posible que los que fueron perdonados por el golpe cruento del 4 de febrero, en el que murieron más de 300 personas, manifiesten tanta insensibilidad y tanta incapacidad de perdón con unos comisario a los que, además, nunca se les ha probado la participación directa en el golpe del 12 de abril?. Porque, por mucho que se empeñen en reescribir y acomodar la historia en su propio beneficio, el golpe de febrero no fue una gesta heroica, continuadora de la de Bolívar, sino que fue una vulgar asonada militar, además fracasada. ¿Por qué convertir en gesta heroica un acto de traición a la constitución y además un acto derrotado? Que yo sepa, es la única derrota militar en la historia de Venezuela que se celebra. Todo golpe, venga de donde venga, debe ser condenado, y no magnificado. Santificar algunos golpes, es dejar la puerta abierta a otros posibles golpistas que, además, pueden argumentar que siguen bien vigentes los motivos con los que los golpistas de febrero justificaron su golpe. ¿Por qué se calla que el propio Fidel Castro fue uno de los primeros en condenar categóricamente el golpe de febrero?
Me gustaría saber qué piensa sobre la negación de la medida humanitaria a Simonovis, Arias Cárdenas, un hombre doblemente perdonado: primero por su participación directa y protagónica en el golpe de febrero, y luego por su oposición a Chávez al que acusó de las mayores vilezas; un hombre además que, como antiguo seminarista, debe tener hondas convicciones cristianas y conoce muy bien que no se puede ser cristiano sin capacidad de perdonar. Y que no me vengan con la falacia o el cuento de la autonomía e independencia de los poderes, cuando todos sabemos que eso, hoy en Venezuela, es un cuento chino. A los que les quede alguna duda de esta afirmación, que revisen el caso de la juez Afiuni.
El Vicepresidente Maduro nos insiste que Chávez lucha por su vida aferrado a Cristo. No dudo que luche por su vida con todas sus fuerzas y su enorme pasión, y le deseo su pronta y total recuperación. Pero ¿a qué Cristo se aferra? Porque no hay un Cristo de la venganza, sólo existe el Cristo del perdón.