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Indo-pacífico: epicentro geopolítico

YOMIURI SHIMBUN_AP PHOTO_PICTURE ALLIANCE _ DEUTSCHE WELLE(1)

Por Félix Arellano

El epicentro de la dinámica mundial, particularmente económico-comercial, se ha desplazado progresivamente al Pacífico, más concretamente al área indo-pacífica, como se ha podido comprobar con la conformación de un esquema flexible y novedoso de coordinación de los Estados Unidos, con otros 12 países de la región, definido como Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF por su sigla en inglés), que ha sido adoptado en la reunión de la alianza Quad que se efectuó en Tokio, Japón, en el marco de la reciente gira oficial del presidente Joe Biden, que también ha incluido a Seúl, Corea del Sur.

La nueva iniciativa del IPEF nace en el contexto de la alianza Quad, un mecanismo informal de Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad por su sigla en inglés), conformado por los Estados Unidos, Japón, India y Australia, que tiene como objetivo abordar los temas de seguridad en la región. La alianza, si bien se inició en el año 2007, ha logrado una plena reactivación desde el 2017 y comparte con el IPEF la línea estratégica de avanzar en el establecimiento de límites al expansionismo chino en la región y el mundo.

Sobre el nuevo mecanismo del Indo-Pacífico (IPEF) conviene destacar que, desde el mes de octubre del año pasado, el presidente Biden había adelantado públicamente la aspiración de conformar un marco de entendimiento y cooperación en diversos temas económicos –naturalmente con implicaciones políticas– con las principales economías del área indo-pacífica, que geopolíticamente contribuyera a contrarrestar el creciente ascenso de China en la zona.

Adicionalmente, la nueva iniciativa podría contribuir a superar el desatino del presidente Donald Trump de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica Integral (TPP por sus siglas en inglés) en enero del 2017; un acuerdo amplio de libre comercio que contemplaba entre sus objetivos estratégicos establecer límites al expansionismo chino.

Conviene recordar que el proceso de negociación del TPP resultó tortuoso y largo. Se inició con un pequeño núcleo de cuatro países (P4), integrado por Brunei, Chile, Nueva Zelandia y Singapur en el 2005, y fue creciendo progresivamente, tanto en el número de miembros, como en su complejidad temática, hasta lograr el objetivo de conformar una ambiciosa zona de libre comercio, entre 12 países, cuyo texto fue suscrito finalmente en el año 2016; empero, en enero del siguiente año, el presidente Donald Trump, entre sus primeras órdenes ejecutivas, decidió retirar a su país del TPP.

El retiro de los Estados Unidos afectó la fortaleza del TPP, pero los 11 países restantes no se paralizaron, iniciaron las revisiones necesarias y adoptaron un nuevo texto definido como Acuerdo Comprensivo y Progresivo Transpacífico de Cooperación (CPTPP por sus siglas en inglés), que fue suscrito en marzo del 2018.

Por otra parte, aprovechando el aislacionismo en materia comercial del presidente Donald Trump, con su “American First”, el gobierno chino, con su hábil estrategia de expansión económica mundial, promovió otro acuerdo de libre comercio, definido como Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) que, con la participación de 15 países miembros –los 10 miembros de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) más China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia– fue suscrito en el mes de noviembre del 2020.

A diferencia de los acuerdos mencionados, el novedoso Marco Económico del Indo-Pacífico, que se ha suscrito en Japón, no es un acuerdo formal ni constituye una zona de libre comercio; en consecuencia, no requiere de las formalidades jurídicas de la ratificación por los órganos legislativos.

Los regímenes informales –que no son nuevos, pero sí escasos– generan resistencias, tanto por parte de los gobiernos, como de las sociedades, toda vez que dependen exclusivamente de la voluntad de los gobernantes en cumplir con los compromisos adoptados. Pero conviene destacar que tales regímenes no constituyen mecanismos ineficientes; por el contrario, algunas de las experiencias han resultado exitosas, como fue el caso del Grupo de Contadora en nuestra región (Colombia, México, Panamá y Venezuela; 1983), que logró promover aportes sustantivos para la construcción de la paz en Centroamérica, o los grupos económicos (G5, G7, G20) que han logrado importantes acuerdos para enfrentar las recurrentes crisis financieras de la economía global, como fue el caso de la grave crisis del 2008.

Es cierto que los mecanismos informales carecen de estabilidad jurídica; sin embargo, paradójicamente, también se puede observar que las experiencias formales que contemplan la suscripción de acuerdos, su correspondiente ratificación legislativa, la conformación de organizaciones y burocracias, etc., no representa una garantía de éxito y varios acuerdos de integración en la región constituyen un claro ejemplo.

El Marco Económico del Indo-pacífico se plantea objetivos más limitados, sin mayores formalidades, con el ánimo de facilitar la cooperación y generación de confianza entre sus miembros, en un contexto internacional muy complejo y desafiante que combina, entre otros, las perversas consecuencias de la pandemia del Covid-19, en particular para los sectores más vulnerables, con los efectos adversos para la economía mundial de la irracional invasión rusa a Ucrania que ya está disparando la inflación y generando escases.

La iniciativa formalmente presentada por el presidente Joe Biden en su visita a Japón, aspira promover la cooperación en áreas estratégicas como el comercio de semiconductores, la política fiscal, las energías limpias, las cadenas de suministros y la lucha contra la corrupción. Cabe destacar que los 13 países miembros comparten la apertura de los mercados, la activa participación del sector privado, la estabilidad macroeconómica y la promoción de la inversión privada.

Adicionalmente, debemos destacar que uno de los aspectos estratégicos del nuevo proyecto tiene que ver con la activa participación de los gobiernos de Estados Unidos y la India, que no forman parte de los otros esquemas de integración o cooperación existentes en el área indo-pacífica (ASEAN, CPTPP, RCEP).

Por otra parte, convendría recordar que también el continente africano, en plena pandemia del Covid-19, logró culminar un ambicioso proyecto de zona de libre comercio, el más grande del mundo por el número de países miembros (54 de los 55 países miembros de la Organización de la Unidad Africana), que han definido como la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA por sus siglas en inglés) suscrito el 1 de enero del 2021.

En el marco de las contradicciones que caracterizan la dinámica internacional, debemos destacar que nuestra región –pionera en la promoción de la cooperación e integración económica– en estos momentos, que la zona de indo-pacífico se posiciona como el epicentro geopolítico global y en otros continentes avanzan en la apertura comercial, promoción de oportunidades de inversiones, generación de empleo y bienestar social, nuestra región, producto de los populismos, radicalismos y autoritarismos ideológicos, se estanca y enfrenta polarización, fragmentación y desintegración.

Han transcurrido varios años concentrados en una diatriba paralizante, que seguramente beneficia a las cúpulas para mantenerse en el poder, pero solo genera pobreza, miseria y exclusión para nuestros pueblos.


Fuente:

TalCual Digital: talcualdigital.com

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