Por Alfredo Infante sj
El miércoles 05 de noviembre, participé en un conversatorio sobre educación con los doctores Bravo Jáuregui, investigador de la UCV y Tulio Ramírez director del doctorado de educación de la UCAB.
La primera presentación fue la del doctor Bravo Jáuregui, a quien se le planteó como pregunta generadora:
¿Cómo están los asuntos propios del sistema educativo venezolano en 2019?
El investigador sostiene que las cosas no están como dice el gobierno, pero tampoco, como dicen sectores extremos de la oposición que exageran una realidad que en sí misma ya es escandalosa. Lamentablemente, esto no hace más que confundir.
Deja claro que hay una política intencionada de desinformación por parte del gobierno, por ejemplo, «no hay memoria y cuenta desde 2015 y en cuanto al financiamiento no hay manera que se produzca un informe racional, todo es opaco».
Sin embargo, insiste que el hecho de que haya una política pública de desinformación no significa que no haya información, es necesario buscarla, ordenarla, sistematizarla, para monitorear el estado de la educación, a esto se dedica el doctor Jáuregui.
Partiendo de su monitoreo nos presentó algunos hallazgos importantes que dan cuenta del estatus actual del sistema educativo venezolano, «lo primero es que se está desconstitucionalizando la educación, y se trata de una desinstitucionalización vía destrucción para imponer un sistema paralelo gestionado no por docentes sino por militantes con la tarea no de educar sino de adoctrinar». Enfatizó que «sólo el 7% de la educación universitaria es constitucional».
En cuanto a la cobertura escolar sostiene, mostrando los indicadores, que «hoy hay menos personas escolarizadas que en 1998, y en este proceso de desescolarización la caída más drástica ocurrió en el período 2007-2008, año crítico para las misiones. Las misiones representaron un crecimiento ficticio, no sostenible»
Otro elemento a resaltar es que pese a las condiciones infrahumanas que viven los docentes, el sistema educativo se ha convertido en un aparato discrecional de reparto de prevendas, hecho que ha fragilizado a las organizaciones docentes en la exigencia de sus derechos, aunque en este momento, los numerosos sindicatos docentes están uniéndose para luchar por sus derechos y recuperar la educación, al respecto afirma: «Desde hace mucho tiempo no se ponían de acuerdo 8 federaciones. Cada Federación tiene una catajarra de sindicatos. Y por parte de las organizaciones pro gobierno hay un silencio que espanta. Pero algo muy importante es que hoy se está dando un acercamiento de la dirigencia gremial con la base, eso no ocurría desde hace muchos años».
Por su parte, el Dr. Tulio Ramírez se le planteó como pregunta generadora: ¿Ha entrado la educación universitaria venezolana en el siglo XXI? El académico hizo primero una introducción sobre la educación en general, acotando que «Venezuela está contra corriente por el populismo académico, nada exigente. En materia curricular van entre 4 o 5 propuestas cada una peor que la anterior, porque el énfasis no ha sido en lo pedagógico sino en adoctrinar en valores socialistas. Hasta la fecha se han nombrado 11 ministros de educación, y aunque pareciera que hay improvisación, se trata de un proyecto político para destruir la institucionalidad del sistema educativo».
El doctor Tulio hace un paralelismo con el proyecto educativo asiático utilizando las categorías de Bernardo klilsberg: «El primer criterio es la adecuación:
los asiáticos invirtieron en infraestructuras adecuadas y este gobierno no construye ni repara escuelas. No tiene como prioridad la inversión. Mas que adecuación ha habido abandono y destrucción.
El segundo es selección rigurosa de personal: en el sistema asiático la contratación ocurre previa rigurosa selección de los mejores. En latinoamérica y el caribe este criterio no ocurre por varios factores, pero en el caso venezolano este gobierno ha tenido la estrategia de suplantar a docentes profesionales por docentes interinos y fieles a la revolución, porque su visión educativa es adoctrinar». También enfatizó que «mientras oficialmente en Asia el año académico es de 200 días hábiles, en Venezuela es de 180 días, y estos nunca se cumplen». Una vez expresados estos supuestos, pasó a responder la pregunta planteada:
¿Está la universidad en el siglo XXI? Para responder se centró en dos indicadores como lo son: la generación e intercambiabilidad del conocimiento. En cuanto a la generación de conocimiento observa una involución en la producción de investigaciones y artículos científicos. «En 1998 Venezuela ocupaba el número 5 en la producción de investigaciones y hoy ocupa el número 10, superado por Ecuador, Peru, Colombia y Cuba». Respecto a la intercambiabilidad, explica que las universidades no tienen presupuesto para participar en congresos nacionales e internacionales donde se comparte y produce conocimiento: «No hay para pasaje, lo que nos queda es el internet». Las universidades no sólo no están a la altura del siglo XXI , sino que están sobreviviendo y dando un salto hacia el siglo XIX