Javier Hernández
No importa que el Banco Central de Venezuela, el gabinete económico y el propio presidente de la República se nieguen a divulgar ante la opinión pública las cifras de escasez: el drama del desabastecimiento es sufrido a diario por todos los venezolanos sin distinción, y en una amplísima gama de rubros que va desde leche en polvo, pasando por pañales y medicinas hasta repuestos de maquinarias, vehículos e incluso boletos aéreos. Según Datanálisis, el índice de escasez en el mes de Marzo de 2015 ronda el 57%.
En cuanto a las causas de tan grave situación, podría decirse que hay básicamente dos posiciones: por una parte, los representantes del gobierno nacional han señalado la existencia de una “guerra económica” orquestada por sectores nacionales y trasnacionales adversos políticamente al gobierno, que pretenden generar malestar social, descontento y protestas por parte de la población con la intención de promover por diferentes vías –constitucionales o no- la salida del poder del presidente Nicolás Maduro.
En la acera de enfrente, se encuentran quienes como yo, piensan que la actual situación de desabastecimiento y su hermana siamesa, la inflación, son consecuencias claras principalmente de decisiones de política económica tomadas a lo largo de varios años y que hoy manifiestan con fuerza sus previsibles y muchas veces alertadas consecuencias, entre ellas especialmente el tema que hoy nos ocupa, el desabastecimiento y la escasez.
En cuanto a la producción nacional, en ausencia de cifras oficiales debemos referirnos a los problemas de producción que enfrentan las empresas tanto privadas como públicas. De las empresas estatales podemos señalar casos emblemáticos como la paralización de los centrales azucareros en manos del estado, las torrefactoras de café expropiadas, las productoras de harina de maíz del grupo Fernández Berrueco, la expropiada MONACA, Lácteos Los Andes entre otras productoras de alimentos exhiben un notable decrecimiento en su funcionamiento. Por otra parte, se conoce de la paralización intermitente de empresas privadas por falta de insumos, empaques y envases etc. La opacidad en las cifras oficiales y la perniciosa costumbre de no hacer públicos los informes de gestión de los ministerios en sus páginas web impiden cuantificar apropiadamente la influencia que un mermado aparato productivo nacional tiene sobre el más reciente –y persistente- repunte del desabastecimiento y la escasez.
Por otra parte, la congelación de precios como política antiinflacionaria condujo a la reducción de la producción en muchos rubros, debido a la imposibilidad de producir y comercializar internamente con niveles de precio por debajo del costo de producción. Esa situación, reconocida por el propio estado al permitir ajustes esporádicos de grandes magnitudes como mecanismo de alivio temporal de la escasez de ciertos rubros, ha producido una situación de abastecimiento intermitente, a la vez que potencia el atractivo del contrabando como mecanismo para la obtención de rentas por la explotación del diferencial de precios entre Venezuela y por ejemplo, Colombia.
LAS IMPORTACIONES COMO FUENTE DE OFERTA AGREGADA
Aunque decirlo es una perogrullada, los productos que la población demanda ó son de origen nacional ó son importados. Ya hemos visto como se ha afectado la producción nacional, veamos ahora el comportamiento del otro componente de la oferta agregada: las importaciones.
El estado Venezolano, en su creciente rol como actor económico de primer orden, en el marco de un modelo económico que propugna un nuevo equilibrio económico donde el estado actúa como productor directo de bienes y servicios, contrarrestó las consecuencias de este tipo de medidas anti empresa privada con un masivo crecimiento de las importaciones del país, apalancadas con un abundante ingreso petrolero y catalizadas por la política de anclaje cambiario como mecanismo para el control de la inflación.
Cifras del Banco Central de Venezuela evidencian que en el lapso 1997-2014, las importaciones de bienes y servicios se incrementaron a una tasa de 9,5% interanual en promedio, con lo cual se dio soporte a la política social del estado Venezolano, la redistribución del ingreso, el incremento del consumo y con ello, el conjunto de indicadores sociales exhibidos a lo largo de estos años como evidencia del incremento en el bienestar de la población y el éxito del modelo económico.
Gráfico Nº 1
Como se muestra en el gráfico 1, las importaciones crecieron, desde un valor de 16.7 millardos de dólares en 1.999 hasta un record de 59.3 millardos en 2012, en clara sintonía con lo referido por el ex ministro Giordani en cuanto a que en ese año, se hizo un uso extremo de los recursos para poder ganar las elecciones y preservar el poder político. En el gráfico 2 se demuestra que el chavismo como modelo económico presentaba como rasgo inherente, un constante incremento de las importaciones. El chavismo es, sin duda, un modelo basado en el consumo.
Gráfico Nº 2
Algunas consideraciones adicionales que permiten evaluar la política comercial del país y la utilización de las importaciones como instrumento para suplir el estancamiento ó reducción de la producción nacional como consecuencia de la adopción por parte de la administración Chávez de cierto tipo de medidas económicas, son las relacionadas con la participación por sector institucional, sobre el total de importaciones registradas en el país. En este sentido, las cifras del Banco Central de Venezuela revelan el incremento en la participación de las importaciones públicas en el total, en detrimento del sector privado. Aun cuando se incrementa el monto destinado a las importaciones, la situación de desabastecimiento intermitente de ciertos rubros, ya presenta varios años.
Gráfico Nº 3
Gráfico Nº 4
Dentro del argumento de la guerra económica como explicación a la grave crisis de desabastecimiento que enfrenta el país, voceros del gobierno nacional han insistido en señalar la responsabilidad del fraude y la simulación de importaciones por parte de empresas privadas que han recibido la aprobación de divisas por parte del estado y no realizan la importación de los bienes, perjudicando gravemente a la nación. Esta versión aunque es sólo una explicación parcial del problema, es innegable y está reforzada además por la denuncia de la ex presidenta del Banco Central de Venezuela y ratificada por el ex Ministro de Economía Jorge Giordani en el sentido de señalar la fuga de más de 20 mil millones de dólares a través de empresas de maletín que generaron enormes ganancias cambiarias por la desviación de dólares hacia la especulación en el mercado paralelo.
Nótese que los esquemas de corrupción asociados al mercado cambiario y las importaciones, ocurren justamente en un período en el que se incrementa notablemente la participación de las empresas estatales en las importaciones totales. La firma Ecoanalítica por ejemplo, estima que las importaciones ficticias en el sector público alcanzaron los 22,7 millardos de dólares en el lapso 2003-2012
Debe hacerse notar adicionalmente, que el flujo de importaciones condiciona además, los volúmenes de producción interna, por lo que en un escenario de disminución de importaciones, la presencia de productos nacionales en los anaqueles se ve afectada, dada la dependencia de la industria nacional, de insumos de origen importado tales como materias primas, empaques, maquinarias, repuestos etc. En este sentido, las cifras del BCV demuestran como los bienes intermedios han constituido en el lapso analizado la mayor proporción del total de importaciones.
Gráfico Nº 5
Gráfico Nº 6
Medidas económicas con efecto retardado?
Algunos amigos e incluso colegas militantes del oficialismo han argumentado en defensa de la hipótesis de la guerra económica, que, si el problema son las expropiaciones, el control de precios, y el anclaje cambiario ¿cómo es que entonces, los problemas de escasez y desabastecimiento se presentan con tanta intensidad en este momento y no antes? Para ellos es claro que se trata de una estrategia de la oposición política nacional e internacional para derrocar al presidente Maduro, en la difícil coyuntura que le ha correspondido dirigir a partir de la muerte del presidente Chávez, líder indiscutido del proyecto político en el poder.
En primer lugar, no es cierto que el problema del desabastecimiento sea algo nuevo, atribuible al momento político posterior a la muerte de Chávez. Recordemos que el escándalo de los alimentos descompuestos importados por PDVAL, se deriva justamente entre otras cosas, de la importación acelerada y sin planificación de miles de toneladas de alimentos para cubrir el V Plan Excepcional de Desarrollo Económico y Social para el Abastecimiento de Alimentos de la Cesta Básica, Materia Prima para la Elaboración de Alimentos y otros Productos Agroalimentarios de Primera Necesidad (Gaceta Oficial N° 38.811 de fecha 15-11-2007)
Por otra parte, es difícil comprobar estadísticamente si es cierto que en años recientes el fenómeno de la escasez y el desabastecimiento estaba ausente de la dinámica social del venezolano. Al respecto, puede observarse el comportamiento mensual del índice de escasez que dejó de publicar el BCV y que, experimentaba ya en 2012 una notable aceleración. Se lee en la nota de prensa de noviembre de 2013:
El indicador de escasez ascendió de 21,2% a 22,4%, mientras que el índice de diversidad de productos en el mercado descendió de 124,2 a 106,7.
En esa misma nota, se hace referencia a los valores históricos de dicho índice incluso en períodos de elevadas importaciones y una elevada participación del estado en tales importaciones. En 2012 por ejemplo, año record de importaciones, la escasez fue mayor en los dos años previos.
Gráfico Nº 7
Índice de escasez publicado por el BCV
Fuente: BCV http://www.bcv.org.ve/c4/notasprensa.asp?Codigo=10985&Operacion=2&Sec=False
Otro argumento utilizado con frecuencia trata sobre el consumo: la recuperación del ingreso del venezolano a consecuencia de una política social distributiva produce que los ciudadanos ahora demanden mucho más bienes, por lo que los mismos se hacen escasos. Bajo este argumento queda claro que las políticas económicas del estado no se apoyaron en una expansión de las capacidades de producción del país sino que se apalancó básicamente sobre un creciente ingreso petrolero que permitía cubrir con importaciones, la renovada capacidad de compra del venezolano. En este sentido, las cifras del INE evidencian que las importaciones aumentaron más que el consumo, por lo que la escasez evidenciaría una severa caída de la producción interna.
Gráfico Nº 8
En ausencia de cifras actualizadas por parte del BCV y el INE, me he valido de información emitida por fuentes estadísticas de algunos socios comerciales para intentar inferir las magnitudes del ajuste que estaría haciendo el gobierno nacional, en respuesta a la crisis del sector externo que enfrenta el país como consecuencia de la abrupta disminución en la cotización internacional del petróleo en el contexto de importantes desembolsos por pago de deuda en lo que resta del año.
Se observa que, según el DANE, las exportaciones de Colombia hacia Venezuela presentan en el mes de Enero, una disminución de 68% respecto al mes de enero de 2014, de 49,08% respecto a enero de 2013 y de 41,8% respecto a enero de 2012.
Tomando cifras del Ministério do Desenvolvimento, Indústria e Comércio Exterior de Brasil (http://www.desenvolvimento.gov.br/) se observa que las exportaciones desde Brasil a Venezuela en el primer bimestre del año 2015, han disminuido en 47% respecto al mismo lapso del año anterior pasando de 612 millones de dólares a 323.8 millones USD.
Las exportaciones de México hacia Venezuela, según la Secretaría de economía de ese país, pasaron de 2.100 millones de dólares en 2013 a 1.551 millones de dólares en 2014, lo que representa una disminución de 27,9%
Finalmente, las exportaciones de EEUU a Venezuela disminuyeron 14,1% según cifras del U.S Department of Commerce pasando de 13.2 millardos USD en 2013 a 11.33 millardos USD.
Queda claro que históricamente, la política económica del chavismo, ha sido una política orientada hacia el consumo, no hacia la producción. El mejoramiento del bienestar que se logró durante el primer gobierno del presidente Chávez y que se refleja aún hoy en indicadores sociales, fue producto, además de la política de redistribución de ingresos basada en una mayor participación del estado en la economía, de la disposición de abundantes ingresos petroleros que permitieron la expansión del consumo tanto público como privado. Las consecuencias previsibles de las políticas de anclaje cambiario, congelación de precios internos y minimización del sector privado vía expropiaciones y nacionalizaciones hoy se padecen en forma de una menor producción nacional, mayor escasez, menos establecimientos privados, una recomposición del empleo y el producto interno bruto a favor del sector público, menos marcas y en general menos opciones para el venezolano. Ese modelo colapsó, y ya venía mostrando signos de agotamiento en cuanto a las posibilidades de seguir empujando el crecimiento de la economía a través de un crecimiento del gasto público. La acusada disminución del precio del petróleo lo que ha hecho es evidenciar una realidad que estaba siendo ocultada por los volúmenes de importación que el estado pudo financiar con el ingreso petrolero y un colosal endeudamiento externo.
En conclusión, la actual situación de escasez del país obedece a múltiples circunstancias, en primer lugar a problemas de producción interna pero fundamentalmente a una menor disponibilidad de divisas que ha impactado fuertemente en el abastecimiento de bienes finales importados y de insumos para la producción nacional. El contrabando, la especulación y la guerra económica (que puede perfectamente existir) son factores que influyen pero que definitivamente no determinan la situación actual. Las mermadas disponibilidades de divisas son responsabilidad única del gobierno nacional, que a diferencia de otros países petroleros, no acumuló ahorros en épocas de altos ingresos. Sólo con una política orientada a la rentabilización y el apoyo a la producción interna puede tener algún impacto positivo en la situación del abastecimiento. La actual coyuntura petrolera, que supone un ingresos en divisas de casi la mitad de lo percibido en promedio en los últimos años, es una oportunidad de oro para lograr, a partir de la necesidad, las transformaciones innovadoras que el país demanda pero para ello hay que deslastrarse de dogmas y avanzar hacia una sana coexistencia entre la producción privada y la estatal, de otro modo seguiremos tensando la cuerda… no se sabe hasta cuando.