José Gregorio Delgado Herrera
El día de San Ignacio de Loyola (Julio 31) en Venezuela con oración y discernimiento, el CNE en los últimos minutos del 30 de julio anunciando los resultados de la ANC, los votantes corresponden con 8.089.320. Mientras, la abstención se mide según fuentes autónomas alrededor del 88 % de los electores. Iñigo López de Loyola (1491 – 1556) fue un hombre de armas transformado en religioso, líder de la Contrarreforma, fundador de la Compañía de Jesús, autor de los Ejercicios Espirituales, allí se destaca la meditación de Las Dos Banderas, como expresión de una elección personal, del camino a seguir en la vida de los ejercitantes. A los 30 años cae herido por una bala de cañón en la Batalla de Pamplona, y allí se inicia su conversión.
Ignacio de Loyola acompaña hoy nuestra esperanza y rebeldía, en medio de la verdad de un día de luto, entre 10 y 16 muertos y un megafraude constituyente, la participación está entre 2.5 y 3.5 millones de votantes, sin contar el voto nulo que se desconoce. Se nos intenta imponer una Constituyente presidencial, según la FGR desconociendo los resultados anunciados en plena coincidencia con la oposición y la comunidad internacional, una convocatoria, proceso y dudosos resultados, inconstitucionales e ilegítimos.
De los compañeros de Ignacio, en sus aportes sobre el Derecho de Gentes, nace la doctrina jurídica de la legítima rebelión o resistencia popular ante los reyes injustos o abusadores de sus pueblos, principio que llega la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, allí se establece que constituye un derecho humano el “supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. La constitución pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, dice textualmente en el Número 74, “Cuando la autoridad pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad”.
Esta defensa de los derechos en contra la represión oficial, el abuso de autoridad y la usurpación, justifican para los venezolanos, invocar los artículos 333 y 350 de la Constitución, en contra de las decisiones del TSJ, el CNE y el Gobierno de Nicolás Maduro con su propuesta constituyente, anunciada el 1° de mayo y consumada este 30 de julio.
Igualmente, la ilegitimidad e inconstitucionalidad de las bases comiciales del proceso constituyente se consuma por atentar en contra de la soberanía popular, los derechos de participación y voto universal con representación proporcional de las minorías, el referendo popular, para imponer un sistema político e ideológico que atenta contra la democracia y el pluralismo político, denunciado por los obispos venezolanos, la sociedad civil y la academia.
El pueblo manifestó su voluntad activada en la consulta pública del 16 de julio, expresión libre y soberana, más de siete millones y medio de venezolanos se expresaron en contra de la pretendida Asamblea Nacional Constituyente, ANC que se consumó este 30 de julio. Al considerar el discurso de batalla de Maduro y las expresiones guerreras de algunos candidatos a constituyentes o voceros del PSUV, adquiere sentido hoy, que nos recordemos de la MEDITACION DE DOS BANDERAS, que propone: dos Ejércitos que se contraponen y dos modelos de Ciudades o Reinos con sus características contrapuestas.
San Ignacio de Loyola viene hoy en auxilio de millones de venezolanos desanimados ante los sucesos de sangre y fuego que anteceden a esta pretendida ANC y las reacciones de Nicolás Maduro, con sus críticas a países que desconocen la ANC y aplican sanciones anunciadas, incrementa sus amenazas y hace un falso llamado a la paz.
Analizamos la inconstitucionalidad de la ANC y nuestros legítimos derechos a la Abstención y a la Rebelión, con un propósito de cambios y decisiones del pueblo y sus voceros democráticos, el dolor y el desanimo se transforman en las fuerzas necesarias para continuar el camino, en la lucha y el reclamo por los derechos y libertades.
Este discernimiento, para continuar en los propósitos previos y la experiencia de lucha con y desde el pueblo, en el contexto de le recuperación de la democracia y la defensa de la Constitución, en medio de las aguas turbulentas y los rápidos, semejando a un viajero en Kayak por un río barines, aprovechando los descansos del camino.
Para muchos significa este 30J desesperanza y desaliento, nos recuerda un consejo de san Ignacio, que podemos formular así: en los momentos de desánimo, mantenerse en los propósitos, no hacer mudanza. Y adicionalmente, hablar con una persona, para, buscar el consejo y la orientación, una persona que nos sirva de guía o acompañante en el camino, para poder hablar sobre nuestras expresiones de desánimos y tomar fuerzas para avanzar.
Ha llegado el momento que retomemos los elementos de la verdadera cultura de paz y los beneficios para todos los venezolanos, hagamos una pausa y en medio del dolor por los caídos, recordemos que aún tenemos que elegir entre las dos banderas que se nos presentan en este campo de batalla que identificamos en los caminos de Venezuela. Este lenguaje militar se debe transformar, para dar lugar al lenguaje religioso, como parte de una transformación personal y colectiva, siguiendo el ejemplo de San Ignacio y la Compañía de Jesús. Un esfuerzo para avanzar en la experiencia y en el camino del bien. Si se hace difícil el lenguaje de los ejercicios espirituales, considerar los documentos y las declaraciones emanadas de la Conferencia Episcopal Venezolana, analizando la realidad nacional y sus argumentos para estar en contra de la propuesta constituyente.
Al recordar las Dos Banderas, se pueden establecer sus elementos, los contraste entre riqueza y pobreza, para diferenciar el Rey terrenal y el Rey eternal, pero, recordemos al ver los discursos y reacciones desde el gobierno deslegitimado, su bandera se asocia con la vanidad, la soberbia y la mentira; mientras que, del otro lado está el pueblo rebelde, su bandera se asocia con modestia, humildad y verdad.
Un pueblo de libertadores, con líderes capaces de comunicar sus ideas con sinceridad y transparencia, capaces de asimilar las autocríticas, para avanzar en el propósito de cambiar las conductas autoritarias y dictatoriales que se perciben en el gobernante y su entorno, y promover el sometimiento a la Ley y el Derecho.
El propósito de acercarse al pueblo de libertadores, para generar un nuevo gobierno, cuyo Presidente de la República, no tenga delirios de grandeza o la soberbia, y sea un gobernante humilde capaz de pedir a Dios la “sabiduría para gobernar”, demostrando actitudes de servicio a su pueblo para brindarle el mayor bienestar. Solo así, podremos afirmar que, Ignacio de Loyola acompaña nuestra rebeldía y esperanza en la lucha por la democracia verdadera en contra de un régimen despótico, corrupto y tiránico.