El jueves 25 fue un día histórico porque concluyó un largo juicio en Córdoba. Se juzgaba a 43 genocidas que actuaron durante la dictadura militar-cívica. Y 28 de ellos recibieron perpetuas, entre ellos el ex general Menéndez
Emilio Marín
Se puede empezar por el final de esa jornada memorable. A las 13 y 20 horas del jueves, el presidente del Tribunal Oral Federal N°1 de Córdoba, Jaime Díaz Gavier, dijo “este juicio ha terminado”. Llevaba una hora y 35 minutos de lectura de la resolución adoptada por unanimidad con sus colegas Julián Falcucci, José Quiroga Uriburu y el suplente Carlos Ochoa.
Adentro de la sala había representantes de organismos de derechos humanos, querellantes, testigos y políticos, incluido el gobernador Juan Schiaretti. Esas palabras finales del camarista fueron acompañadas de aplausos y abrazos, un festejo módico si se tiene en cuenta lo que implicaba esta megacausa La Perla. Había durado 3 años, ocho meses y veintiún días, con 354 audiencias, ventilando el horror vivido en el principal campo de exterminio del interior y tercero en importancia detrás de la ESMA y Campo de Mayo. Se tuvieron en cuenta 700 casos, con 311 víctimas que continúan desaparecidas
El festejo también alcanzó a quienes poblaban la sala de prensa, donde había periodistas locales, nacionales y de medios internacionales que apreciaron que allí había algo trascendental y valía la pena estar en vivo y en directo.
Donde la algarabía fue mayor fue en la puerta de los Tribunales Federales donde se apiñaban 10.000 personas, con sus pañuelos, el logo de las 30.000 flores rojas, pancartas de los desaparecidos y banderas de los organismos, gremios y partidos políticos. Sólo faltaban las insignias del PRO y el radicalismo, una nueva prueba del abismo adonde el ingeniero Mauricio Macri arroja al viejo partido no digamos de Alem e Yrigoyen sino más recientemente de Raúl Alfonsín, el de la Conadep y el Juicio a las Juntas. La borratina de la UCR fue un lamentable signo de este tiempo donde no se quiebra pero sí se dobla.
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