Por Jesús Olza
Ha muerto en la enfermería del colegio San Ignacio el Hermano José Agustín Letamendía a los 91 años. Cocinero, chofer, jefe de mantenimiento, organista, conuquero, en fin “todero”, trabajó haciendo oficios humildes en la casa de los jesuitas y dando catequesis a la gente pobre, que lo quería mucho, en los barrios pobres y caseríos de las afueras de Cumaná. Era muy sacrificado y humilde. Ya de muy viejo lo trajeron a la enfermería, ayudaba a los enfermos y sirvió en pequeñas labores hasta el final. Y como las enfermeras cuidaban de que fuese limpio y aseado se veía joven y guapo como nunca.
Tenía en un pequeño espacio sus matas de lechoza, que le salían muy hermosas y un mini-mini huerto (el padre Ugalde no le dejaba que se agarrase más terreno) con verduras y plantas aromáticas de condimentar. Con él se muere el último hermano coadjutor jesuita español (él vasco como la mayoría de los que trabajaron en Venezuela, vascos y navarros).
En la Biblia dice que Dios creó primero la luz, y él fue luz del mundo. Jesús también fue luz del mundo; en el evangelio de Mateo nos dice Él a nosotros “vosotros sois la luz del mundo” (cosmos o universo hermoso de ahí la palabra cosmética), “vosotros sois la sal de la tierra”. Todos los cristianos debemos serlo. No puedo menos que dar gracias a Dios por esos hermanos y padres que han sido luz y sal que le da gracia y sabor a la vida. Este ha sido el legado del Hermano Letamendía y de sus compañeros: ser luz y sal en nuestras comunidades.