Por Carlos Torrealba
Ayer estuve conversando con personas populares y de clase media baja sobre lo ocurrido el domingo y el martes en el parlamento venezolano, además de un poco de economía cotidiana. Para los que estamos pendientes de la política estos acontecimientos ocupan nuestra más alta atención. Para el resto lo que ocupa su atención no es la política, sino todo aquello que afecta directamente su vida del día a día: el transporte, los servicios, la comida, los altos precios, es decir, las cosas que obligan a llevar una vida con grandes dificultades y tropiezos que es lo más parecido a sobrevivir con un nivel de precariedad que mina cualquier posibilidad de bienestar material y social.
Cuando hago estos encuentros y acercamiento con la gente en la calle cada vez más me convenzo que los políticos de la Venezuela de hoy tienen una gran desconexión con los problemas principales que preocupan y afectan a la gran mayoría de los venezolanos. Es como si hubiera dos países: uno en el que viven y actúan los políticos y otro en el cual el resto no se siente expresado, interpretado o representado en el andar de los primeros. O, visto de otra manera, parece que hay un claro desencuentro y divorcio entre la agenda política y la agenda social del país.
Tal vez ello explique una percepción que ayer encontré entre las personas con las cuales hablé sobre lo ocurrido en el centro de Caracas y en la sede del parlamento tanto el domingo como el martes: esa percepción califica esos hechos como una pelea entre políticos que persiguen sus propios intereses, al margen del sentir mayoritario del país.
A mi no me cabe duda que la gente quiere un cambio que cambie su realidad económica y social para poder tener una mejor vida, pero no ve que se esté haciendo nada para que ese cambio ocurra, solo peleas, mezquindades, desencuentros.
Creo que a nuestros políticos le haría bien salir de sus zonas de confort, mezclarse con la gente en la calle y escuchar lo que piensa. Quien sabe, a lo mejor obtienen inspiración para entender esa Venezuela profunda y, probablemente, muchas y buenas ideas para rediseñar estrategias de lucha en la dirección de recuperar la democracia y resolver la crisis económica y social del país.