Pedro Miguel Lamet
La misteriosa relación entre el amor y la muerte constituye una constante perenne en la historia de la literatura y de todas las artes. La tópica frase “te amaré siempre” mueve a los amantes a desear romper las lindes del espacio y el tiempo. Quizás porque la experiencia de infinito de la vivencia amorosa pide eternidad. Aunque el “hasta que la muerte nos separe”, y hoy día con demasiada frecuencia otros condicionamientos, se imponga a la postre con su realismo. De todas formas, ¿puede el amor superar a la muerte? Sin duda a través del recuerdo y una cierta forma espiritual de presencia puede pervivir en algunos casos por superación del superviviente. Pero, ¿podría prolongarse incluso a través de alguna presencia física?
Tal es el reto que se plantea el lírico italiano Giuseppe Tornatore en este nuevo film romántico que ofrece una audaz propuesta. El autor de Cinema paradisso nos presenta una historia de amor extramatrimonial de un científico astrofísico, Ed Phoerum, que dobla en edad a su amante, Amy Ryan, una joven actriz especialista en el doblaje de escenas de riesgo. Ambos, envueltos en un poderoso sentimiento envolvente, cubren los huecos de sus ausencias gracias a la tecnología: skype, whatsup, chat y todos los recursos audiovisuales del móvil, PC etc. Pero ambos guardan además un respectivo secreto: la enfermedad incurable de uno, y el trauma juvenil de la otra, al no poder evitar un accidente que costó la vida a su padre.
El problema salta a la pantalla cuando el profesor, encarnado por el misterioso y sugerente Jeremy Irons, siempre detallista y presente de mil maneras en la vida de Amy, desaparece del mundo de los vivos. Entonces comienza el desafío para Tornatore, desde un guión bastante rocambolesco, que raya en lo inverosímil. Ed crea una red de engranajes humanos y técnicos, gracias a una compleja serie de grabaciones realizadas en vida y encargos de entrega, para mantener su presencia en el imaginario de Amy, ligados a los previsibles acontecimientos o sus contrarios, que se desarrollarán en el día a día de la mujer amada.
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