Hallazgos, vacunas y vida

Por Redacción Revista SIC Sociedad, Economía y Política mayo 21, 2021

Tras cumplirse un año de la llegada de la pandemia por el COVID-19, Venezuela registra –aunque de manera extraoficial– niveles alarmantes en sus indicadores sociales, como reflejo de la profundización de la emergencia humanitaria compleja. El momento demanda acciones concretas y la sociedad civil clama por un plan de vacunación nacional que beneficie a todos

No es momento de manifiestos ni declaraciones, es el momento de acciones concretas. El Evangelio es muy claro en ello: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo”. Ese amor exige acción, si no es nada más que palabras vacías.

Por ello, realizamos este llamado urgente a todos los venezolanos, un llamado a la vida.

La acción social ante la emergencia humanitaria compleja

En el mes de marzo se realizó la presentación oficial de los primeros resultados del estudio Sistema centinela para el seguimiento de la situación social, agroalimentaria y de salud ante la emergencia en Venezuela, un trabajo colaborativo entre la Fundación Centro Gumilla (FCG) y la Red Agroalimentaria de Venezuela (RAV), cuya finalidad es sistematizar información sobre la situación socio económica y alimentaria de Venezuela, con el auspicio de la embajada de Francia en Venezuela, en el contexto del proyecto PISCCA (Proyectos Innovadores de la Sociedad Civil y Coaliciones de Actores), programa de fortalecimiento a la sociedad civil organizada que financia iniciativas de pequeña escala a proyectos innovadores y replicables.

El estudio pretende tener una aproximación a la situación en las distintas regiones abordadas. Los hallazgos más significativos revelan que:

– La situación económica y social de las localidades estudiadas es precaria y, en consecuencia, afecta la dignidad humana y el desarrollo progresivo de la población.

– El estado de emergencia del sector salud expone a mayores niveles de vulnerabilidad a la población, especialmente a los sectores populares.

– El sector educativo se considera marginado y excluyente, arrojando un alto índice de deserción escolar, y de niños en situación de calle y abandono.

– La violencia está expresada y enraizada en distintas manifestaciones. Llama poderosamente la atención, la percepción que tiene la población sobre los órganos de seguridad del Estado.

– El rezago tecnológico permanece, sobre todo, en los sectores populares.

– El deterioro de la calidad de vida se expresa en la dificultad del acceso a los servicios públicos y al combustible, la pérdida del poder adquisitivo y las limitaciones a la movilidad.

– La emergencia humanitaria está marcada por el riesgo de desnutrición, la inseguridad alimentaria y el estado de sobrevivencia a los que está expuesto el grueso de la población.

– La pérdida del poder adquisitivo y el alto costo de la vida, inmersa en una ola inflacionaria y de “dolarización desordenada”, limita o anula, en el peor de los casos, la capacidad de respuesta de los venezolanos para cubrir sus necesidades básicas.

La necesidad de un plan de vacunación nacional

Desde la sociedad civil son muchísimas las voces que piden de manera constante que se implemente con diligencia y eficacia un plan de vacunación para todos los venezolanos. La Comisión Episcopal de Laicos y Ministerios también se ha sumado a ello a través de un impecable mensaje al pueblo venezolano1 en el que ratifican la postura del Comunicado de la Presidencia de la CEV, ante la urgencia de la vacunación contra el COVID-19.2

La gran crisis, económica, política y social que vive nuestro país, a la cual debemos sumarle la crisis sanitaria de impacto mundial, debe interpelarnos y, por supuesto, llamar la atención máxima de las autoridades gubernamentales. El mensaje de la CEV hoy nos invita a reflexionar sobre aspectos claves que dan cuenta de lo siguiente:

La vida humana es sagrada e inviolable. Desde su inicio, comporta ‘la acción creadora de Dios’ y permanece siempre en una especial relación con su Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: NADIE, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente (Instrucción Donun Vitae. 41).

Es por ello que el derecho a la vida y también a la salud, entre otros, están consagrados de hecho, en pactos y convenciones internacionales, como la manera en que los individuos viven en sociedad y se relacionan entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos. A Venezuela le urge un Plan de Vacunación a la brevedad posible. La llegada de vacunas no puede supeditarse a negociaciones, ni conveniencias e intereses políticos. Se trata de la vida de millones de venezolanos lo que está en juego.

Por todas esas consideraciones, antes mencionadas, es que hacemos un llamado a las autoridades gubernamentales y al pueblo de Dios que peregrina en Venezuela a las siguientes exhortaciones:

1. La posibilidad temprana del ingreso de vacunas para la población susceptible y de alto riesgo. Entre ellos y de urgente atención, el personal sanitario: médicos, enfermeras, auxiliares, asistentes, camilleros, y administrativos de hospitales, clínicas y ambulatorios públicos y privados, a la brevedad posible.

2. Un plan de vacunación transparente y confiable a la vista del pueblo venezolano. Con vacunas de reconocida procedencia, que hayan concluido su proceso de pruebas y que estén debidamente aprobadas por los organismos internacionales; no en etapas de pruebas o experimentales.

3. Unión de esfuerzos de todos los actores de la sociedad, involucrados en el proceso de cuidados, implementación de medidas y acceso a todos los insumos que sean necesarios.

4. La convocatoria de Organismos privados comprometidos con el bien común del país, y que pudieran coadyuvar con el proceso de adquisición y distribución de vacunas, sería de gran ayuda para aligerar el apremiante momento actual, garantizando una más rápida actuación frente al virus con mejores resultados a mediano y largo plazo.

5. En un momento tan crítico, en el que se pierden muchas vidas a causa de esta pandemia, precedida de una severa crisis que ya venía causando miseria y dolor en nuestra gente, no es exagerado pedir a las naciones hermanas y del mundo entero, con sus organismos internacionales respectivos, dirigir su mirada a esta grey que hoy los necesita. En la Iglesia, es principio evangélico socorrer al que sufre, ayudar al que necesita, apoyar fraternalmente y justamente eso es lo que nos hace una Iglesia universal.

6. Al pueblo en general le pedimos, respetar, cumplir y hacer cumplir las normas y medidas sanitarias de protección. La vacuna aminorará los efectos del virus a mediano y largo plazo, en cambio extremar las medidas y respetar las normas, lo harán al corto plazo.

7. Evitar las prácticas discriminatorias en todos los sentidos, desde los juicios a priori, como todos aquellos gestos que etiquetan a los enfermos y convalecientes. La empatía y la compasión deben marcar la vida de nuestro pueblo en estos momentos en los que asumimos nuestra fragilidad humana. Nadie está exento de sufrir este virus y sus consecuencias, aun cuando hay casos asintomáticos. Por eso, el llamado es a ayudar de la manera en que nos sea posible, desde nuestra condición de hermanos. No permitamos el aprovechamiento de las circunstancias por las que atraviesan muchos, por parte de quienes solo quieren obtener ganancias a costa del dolor y la urgencia de otros. Apelamos al buen corazón que siempre ha caracterizado a los venezolanos.

Que así sea.

Notas: