- “El documento del sínodo tiene que ver con la Iglesia pero es un mensaje para toda la humanidad, nos involucra a todos y es una responsabilidad de todos”.
- “No creo que haya otra experiencia en la historia de la Iglesia donde un Papa convoque a los pueblos indígenas, habitantes originarios de la Amazonía, a un Sínodo de la Amazonía, para que estemos en sus discusiones internas, nos permitan dar propuestas, elevar nuestra voz”.
- “Si el movimiento indígena está unido y tiene claros los objetivos puede lograr muchas cosas”.
- “En Venezuela, estamos buscando una alternativa económica para que nuestros hermanos dejen de ser utilizados por toda esa infraestructura que es la minería (…) Es una oportunidad de demostrar que sabemos hacer otras cosas”.
Minerva Vitti Rodríguez*
Ciudad del Vaticano.- Es 26 de octubre de 2019 y falta un día para que se terminen las discusiones del Sínodo de la Amazonía, un encuentro que ha reunido 283 personas entre obispos, jefes de dicasterios de la curia romana, miembros del consejo presinodal, expertos, auditores y auditoras, delegados fraternos e invitados especiales.
Gregorio Mirabal, del pueblo indígena curripaco de Venezuela, que actualmente dirige la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), espera en una de las calles de Roma antes de entrar al Aula Pablo VI, en el Vaticano, donde se está desarrollando el encuentro. Ya tiene casi 20 días en este lugar donde está participando como invitado especial y, a pesar de que hay presencia de varios indígenas, Mirabal representa a la única organización indígena regional que participa en las discusiones internas de este Sínodo.
Al frente de Mirabal hay un grupo de personas que cantan y animan a los compañeros que van rumbo a la sesión que inicia a las cuatro de la tarde. Muchos de ellos hacen parte de Amazonía Casa Común, una serie de eventos que suceden en paralelo al Sínodo y que buscan acercar esta ciudad europea a los territorios amazónicos. Algunos participantes del Sínodo pasan sonrientes por el medio de la rueda improvisada que han formado estas personas. Otro grupo de religiosos camina por fuera, indiferentes, mirando de reojo el gesto fraterno. No todos están de acuerdo que se realice este Sínodo. “Es normal, no somos iguales”, dice Mirabal ataviado con su corona de plumas, un suéter con estampados étnicos con la imagen de la COICA, un bolso tejido que lleva cruzado y un maletín de tela con el logo de Sínodo.
Mirabal ya tiene un año como coordinador general de la COICA, la organización indígena más grande del continente americano, porque reúne a las organizaciones regionales y de base de los nueve países de la Amazonía: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Suriname, Guyana Francesa y Brasil.
La COICA lidera la defensa de los derechos y territorios de 506 pueblos indígenas y más de 66 pueblos en aislamiento voluntario y contacto inicial, en una región única de 7,5 millones de kilómetros cuadrados. Además, tiene 35 años desarrollando un trabajo de promoción de los derechos territoriales, ambientales y culturales; la protección de los conocimientos ancestrales indígenas y de la propiedad intelectual colectiva; la implementación de la consulta previa, libre e informada y la adopción de medidas contra el cambio climático.
En esta entrevista el dirigente indígena nos habla de su trabajo en la COICA, la situación de las organizaciones indígenas de la cuenca amazónica, el caso venezolano, su participación en el Sínodo de la Amazonía y la conversión ecológica a la que todos estamos llamados. Finalmente compartimos la Declaración Final de la COICA sobre el Sínodo Especial para la Región Amazónica.
La COICA y las luchas territoriales
—¿Cómo ha sido su trabajo en la COICA?
—Vengo de presidir la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), en Venezuela. No ha sido fácil salir de lo local a dirigir una organización tan grande como la COICA. Una estructura muy interesante pero muy compleja porque fue creada para ser una voz internacional.
Para el décimo congreso, donde fui elegido, el trabajo de la COICA estaba muy bajo porque la organización se había desconectado un poco de las luchas territoriales, entonces la conclusión era que el consejo directivo, el consejo de gobierno tenía que permanecer en la sede en Quito, porque había muy poca presencia allí y que se conectara con las agendas territoriales de los pueblos.
Mi primera rueda de prensa fue por el caso Chevron- Texaco. Esa semana se dio la decisión de la justicia ecuatoriana y bueno ahí estaba la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Cofeniae), los pueblos de la sierra. Fue impactante porque cuando yo llegué a acompañar, la gente preguntaba ¿qué hace la COICA aquí? Porque la COICA no acompañaba estos procesos, entonces yo con mucha humildad les dije que nosotros estamos recuperando nuestra identidad. A partir de allí nos aliamos con estas organizaciones indígenas y hemos estado más en la calle.
Estoy aquí por lo del Sínodo que es algo clave para la humanidad, pero para mí lo que está pasando en Ecuador ha sido una escuela y una fortaleza de que si el movimiento indígena está unido y claro en los objetivos puede lograr muchas cosas.
—Puedes darnos un panorama de cómo están las luchas de los pueblos indígenas en la cuenca amazónica.
—Colombia está muy fuerte con la minga, que la hemos acompañado con la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic) y con la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (Opiac). En Brasil, era la primera vez que un coordinador de la COICA iba al Acampamento Terra Livre. Estuvimos haciendo incidencia en el Palacio de Gobierno de Brasil, en el senado, acompañando a los hermanos.
Hay otras experiencias donde estamos muy débiles. El caso Bolivia: acaba de terminar la décima marcha que coincide con la reelección de Evo Morales. En el caso de Venezuela es cómo el poder del Estado influye, tiene mucha incidencia y minimiza las luchas de los pueblos. En mi país somos muy pocos indígenas, pocas organizaciones están fortalecidas y la situación no permite la unidad de nuestros pueblos, pero es un proceso.
—¿Cuál es el estado actual de las organizaciones indígenas en estos territorios?
—Hay varias realidades: organizaciones muy fuertes, organizaciones no tan fuertes y organizaciones que están muy debilitadas en la cuenca amazónica. Entonces como COICA estamos tratando de dinamizar esas luchas. Ecuador, Colombia, Perú, son ejemplos de que si podemos organizarnos mejor, podemos defendernos mejor y que poco a poco los otros que no están tan fuertes ni cohesionados vayan retomando.
El mandato de la COICA ha sido muy fuerte, nuestra toma de posesión fue la entrega de una lanza. Esta corona [Mirabal toca el distintivo que lleva puesto] que tiene un mandato de lucha, entregada por las autoridades indígenas de Ecuador y de otros países, es realmente es un reto.
No ha sido fácil pero estamos aquí: hemos recuperado la vocería en Naciones Unidas, este espacio de la Iglesia. En el tema de cambio climático, para la conferencia de la COP Chile (que ahora se realizará en España bajo la presidencia de Chile) llevamos ya posiciones oídas de nuestros pueblos, de lo que están reclamando. En los casos de Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia están fuertes, pero también son las mismas voces y aspiraciones de nuestras organizaciones que no están tan fuertes.
—En el caso de Venezuela, ¿cómo ha sido el acercamiento de la COICA a las organizaciones indígenas?, ¿existe algún esfuerzo o estrategia que pueda fortalecer los procesos para que disminuya esa división que existe entre nuestras organizaciones indígenas? Ambos sabemos que es complejo por los temas de seguridad y la cantidad de factores políticos que existen, pero Colombia y Brasil encabezan la lista de muertes de defensores del ambiente, incluso más que en Venezuela, y ya ustedes han adelantado acciones en estos lugares.
—Nosotros estamos en la comisión de paz de Colombia. Tenemos un represente de la COICA que es el representante de la Opiac y es impresionante la violencia del gobierno colombiano contra los defensores indígenas. En este año de gobierno de Duque ya van como 80 muertos y más de 400 en dos años. Si te pones a ver esos números Brasil los supera. En 2019 de gobierno de Bolsonaro se han cometido muchos asesinatos por el tema territorial, pero antes también. Después de México están Brasil y Colombia encabezando la lista con más defensores asesinados.
En Venezuela se manifiesta de múltiples formas. No está el asesinato de 80, 100, 400 hermanos indígenas pero si se refleja en los hospitales, en la lucha que tienen nuestros pueblos por buscar una vida mejor y muchas veces toman como opción las minas y este es otro mundo. Muchas veces no les va tan bien, no regresan, se enferman, se mueren y en esa búsqueda de un bienestar también salen de nuestro país. Salen a Brasil, Colombia, más allá de nuestras fronteras y un número elevado.
Yo como COICA he hecho dos visitas de muy bajo perfil porque esa misma polarización que tiene nuestra sociedad no escapa a los pueblos indígenas, entonces hay hermanos que exigen que la COICA se enfrente al Estado y hay hermanos que dicen que la COICA debe apoyar el Estado. Nosotros hemos dicho que no somos gobierno, somos una organización indígena de derechos territoriales y en la medida que podamos reconocer lo positivo, también estamos en la capacidad de reconocer lo negativo que está pasando.
Cuando vemos el panorama nacional cada realidad es distinta: Delta Amacuro, Bolívar, Amazonas, el occidente. Nosotros dijimos que vamos a comenzar por ORPIA, de donde yo vengo, y estamos construyendo una agenda para dar una alternativa a la minería. No estamos en capacidad de enfrentar al Estado porque no estamos unidos, no estamos fuertes, no tenemos esa capacidad de incidencia, pero si estamos buscando una alternativa económica para que nuestros hermanos dejen de ser utilizados por toda esa infraestructura que es la minería, donde al final la mayoría son obreros, se benefician muy poco de lo que realmente da esa actividad que es tan destructiva y tan dañina. Estamos en esa construcción de la agenda.
—¿Qué tiene que suceder para que las organizaciones indígenas en Venezuela se fortalezcan?
—Primero ponernos de acuerdo entre nosotros, porque nosotros queremos despolitizar la lucha indígena en nuestro país. No puede ser que haya indígenas rojos, blancos y verdes. No puede ser. Nosotros somos indígenas pero primero hay que hacerles entender a nuestros hermanos. Primero vamos a hablar como indígenas. Si me vienes con un discurso prestado de la izquierda o la derecha no estamos haciendo nada, no estamos construyendo algo. Eso va ser un proceso. El pueblo venezolano también está en ese debate. Están viendo cómo hacen propuestas, alternativas ante toda esta situación y yo creo que nosotros como pueblos indígenas ya iniciamos ese debate y aspiramos que en el corto plazo ya estemos caminando con nuestras comunidades. Si logramos un incentivo que apoye el turismo en nuestras comunidades, que valore la artesanía y las actividades que no tengan nada que ver con la minería, comenzaríamos por allí, porque es una oportunidad de demostrar que podemos hacer otras cosas. Sabemos hacer otras cosas.
Pueblos indígenas en el Sínodo de la Amazonía
—¿Cómo ha visto a la Iglesia católica en este camino sinodal con los pueblos indígenas?
—Para nosotros el Sínodo de la Amazonía es una noticia muy importante. No creo que haya otra experiencia en la historia de la Iglesia donde se convoque a los habitantes de la Amazonía, que son los pueblos indígenas, habitantes originarios que estuvieron primero que nadie allí. Esto es muy relevante porque el Sínodo es una de las máximas instancias que tiene la Iglesia pero es un espacio interno de ellos y nosotros estamos allí en sus discusiones, dando propuestas, elevando nuestra voz. Que después de muchos siglos un Papa convoque a un Sínodo por la Amazonía no puede pasar por debajo de la mesa. De aquí va a salir un documento que tiene que ser un mensaje fuerte para la humanidad.
Por supuesto hay un sector de la Iglesia que no está de acuerdo con nuestra presencia. Es normal, no todos somos iguales. Sin embargo hemos estado con mucha dignidad haciendo nuestra propuesta y la incidencia porque para nosotros el llamado del Papa Francisco a este Sínodo es uno de los últimos mensajes a la humanidad para salvarse. Sino oímos lo que está diciendo el Papa Francisco, sino leemos la Carta Encíclica Laudato Si´, el Instrumentum Laboris que se está debatiendo, realmente no estamos preocupados por lo que está pasando.
—¿Qué alianzas se pueden dar entre los pueblos indígenas y la Iglesia católica? Entendiendo que cada uno cumple su rol y responsabilidad pero actualmente ambos viven en la Amazonía, por ejemplo, existen religiosos que tienen 50 años entre ustedes. Utilizo la palabra alianza porque es con la que ustedes han nombrado esta relación.
—Nosotros hemos dicho que es un Papa muy valiente al plantear esto. Ha habido debate científico, religioso, de nuestros pueblos allá dentro y es esta la pregunta ¿la humanidad quiere una Amazonía destruida o en pie? Los pueblos indígenas están luchando porque se mantenga en pie, pero va a depender mucho también de las inversiones que haga Europa, Asia, Estados Unidos hacia el extractivismo en América Latina. Si no paramos eso, sean gobiernos de izquierda o de derecha, realmente no vamos a poder hacer mucho. Pero ya el hecho de que nuestro hermano, como yo le digo al Papa Francisco, lo esté planteando con tanta autoridad es un avance.
Ojalá que el mundo católico y más allá de sus fronteras atienda esto, porque el documento del sínodo tiene que ver con la Iglesia pero es un mensaje para toda la humanidad, nos involucra a todos y es una responsabilidad de todos.
Ya hemos dado nuestros aportes, ya hemos sentido el compromiso del Papa, pero la Iglesia es diversa, entonces la Iglesia tiene que cambiar muchas cosas, tiene que renovarse, hacer la conversión, eso se ha debatido mucho adentro. También la Iglesia tiene su crisis, están en la Amazonía pero las juventudes de Europa no quieren ir hasta allá, ya no hay muchas vocaciones autóctonas, y eso es alarmante porque se pierde la presencia de la Iglesia en las comunidades. Estamos contentos de que se plantee con tanta sinceridad y que de parte y parte hagamos ese compromiso por la Amazonía.
—Nos dice que hay que detener a los grandes capitales. Varios compañeros indígenas han denunciado en este Sínodo la inversión del Banco Vaticano y de otras instituciones eclesiales en empresas extractivistas que depredan nuestros territorios amazónicos. ¿Crees que la Iglesia debería tener una participación más activa en la defensa de los territorios?
—Nosotros hemos dicho eso allí adentro, hemos pedido que revisen las inversiones de la Iglesia católica y que si están favoreciendo el extractivismo que paren eso y que esas inversiones vayan para la reforestación, el apoyo de las comunidades indígenas, la conservación de la Amazonía. Eso lo hemos planteado y por supuesto que han tomado nota. Nosotros hemos dicho que la Iglesia debe ser coherente: si está planteando un Sínodo por la Amazonía no puede hacer inversiones que destruyan la Amazonía y sus pueblos.
También le hemos pedido a la Iglesia que diga algo de lo que está pasando en la Amazonía. Ha habido una discusión de que la Iglesia no es política, porque todos los gobiernos de izquierda y derecha les dicen que no se metan en su gobierno, que se calle la boca. Entonces les hemos dicho, sea de izquierda o de derecha, ustedes tienen que decir algo. No hay que callar con lo que está pasando pero tampoco hay que caer en la tentación de la politiquería. La Iglesia tiene que elevar una voz desde la Iglesia católica sin identificarme con los intereses políticos de la izquierda o la derecha. Cuando nos mezclamos caemos en el error de ser parte de la pugna y esta no es la idea sino generar una luz que oriente las luchas de nuestros pueblos. Debemos organizarnos como indígenas y liberarnos como indígenas.
— Son muchos niveles. Esa conversión ecológica de la que hablas se debe dar para estas sociedades que con sus modelos de consumo presionan nuestros territorios a través de las corporaciones, o algunas comunidades indígenas que, debido a la precarización de sus vidas y estas mismas presiones, deben hacer actividades destructivas en su propio entorno.
—Nosotros hemos dicho que están los cinco continentes pero que en este momento el cambio tiene que ser personal. Tú y yo somos responsables de lo que pueda pasar en el planeta. Si nosotros hacemos ese cambio en la familia, en nuestra escuela, desde lo más pequeñito, podemos hacer algo. Cada segundo, cada minuto que nosotros hagamos algo lo hacemos a favor o en contra del planeta. Si logramos esa sintonía más allá de los cuatro mil millones de católicos, más allá de esos 300 millones de pueblos indígenas que hay en el mundo, convencemos a otras religiones y a otros pueblos a lo mejor podemos salvar el planeta.
El mensaje para la cuenca amazónica es que la salvación de la Amazonia es la salvación del planeta y la salvación-liberación se hace desde nuestros espacios. Ahora la Amazonía está amenazada en los nueve países. Son los mismos fantasmas, las mismas empresas con diferentes nombres, izquierda, derecha, centro, están allí presentes. Nosotros tenemos que aprender a defender nuestra casa, nuestro territorio, tenemos que empezar a reflexionar sobre eso, ¿qué le vamos a dejar a nuestros hijos?, ¿qué le vamos a entregar a la nueva generación? Si en este momento la nueva generación está cuestionando que le estamos entregando un mundo destruido, un planeta destruido. En la Amazonía, de donde vengo yo, todavía hay espacios que se pueden conservar. Por ejemplo, uno de los parques nacionales más grandes del mundo, el Parque Nacional Caura, todavía hay posibilidades de hacer algo allí. En los monumentos naturales del Orinoco, el Autana, a pesar de que hay muchísima minería legal e ilegal, todavía se puede hacer algo. Estamos a tiempo todavía y no podemos desanimarnos. Primero hacer esa reflexión como pueblos indígenas de que tenemos que actuar como indígenas, con esa claridad que tenían nuestros abuelos de que nuestro territorio es nuestra casa.
—En algunas entrevistas que le han realizado se han centrado en su espiritualidad, le han preguntado si es católico o no, ¿siente que esto es lo más relevante para participar en este sínodo?
—Yo he tenido muchas entrevistas con la prensa europea y yo les he dicho que este sínodo no es para católicos o no católicos. Nosotros estamos como pueblos indígenas. En este momento mi responsabilidad es defender la espiritualidad indígena sino no estuviera aquí. Es defender nuestra cosmovisión, nuestra identidad, porque mis abuelos no conocieron el catolicismo. Yo no puedo venir a hablar como católico porque yo vengo a defender otro mundo, un mundo que quieren destruir, que está a punto de dejar de existir. Lo que he dicho es que la religión católica no está reñida con la espiritualidad indígena, porque es una misma creación, porque lo que me enseñaron mis padres y mis abuelos es una tradición espiritual de hace millones de años y ese mismo Dios, que a lo mejor está aquí, que el Papa Francisco es el representante de Dios en la Tierra, es el mismo Dios que creó el mundo. Caer en una discusión de si soy católico o no, no es el fondo de este Sínodo. Aunque mucha gente lo haya malinterpretado, en el fondo yo estoy claro: yo vine a defender la espiritualidad de nuestros pueblos, porque para eso fui electo y eso no está en contradicción en la creencia de que hay un Dios.
—Desde su espiritualidad indígena, ¿cómo han sido esos caminos de encuentro con la Iglesia católica?
—Hoy terminamos y me voy con dos imágenes muy poderosas: una imagen del Papa Francisco con un mensaje directo al mundo: o salvamos la Amazonía o salvamos la Amazonía. Este es un mensaje muy poderoso y la Iglesia ojalá lo entienda y lo apoye, porque hay un sector que no está de acuerdo. Y la otra imagen con la que me voy es con los que no están de acuerdo dentro de la Iglesia que los pueblos indígenas entren con su espiritualidad. Lo ven como una herejía, una profanación de que entremos con nuestras coronas, plumas y espiritualidad. Les hago un llamado para que reflexionen porque si queremos un cambio la conversión tiene que ser de parte y parte. Así como nosotros aceptamos que hay un Dios católico que quiere a sus hijos y que todos somos sus hijos; nuestra espiritualidad dice que nuestras montañas, nuestros ríos nacieron para servir, para cuidar a su pueblo y ellos no piden nada a cambio. Cuando tu tomas agua, comes una fruta de la selva él no te cobra. Cuando el sol te ilumina él no te está cobrando y ahí está nuestra espiritualidad y eso también lo dice el Dios de acá de Roma, de los católicos, ese Jesucristo que ha dicho que siempre va a estar con el pueblo. También en nuestra espiritualidad esos Dioses caminan con nuestros pueblos. Están allí presentes.
Declaración Final de la COICA sobre el Sínodo Especial para la Región Amazónica
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*La periodista Minerva Vitti Rodríguez viajó a la cobertura del Sínodo de la Amazonía, en Ciudad del Vaticano (Roma, Italia), invitada por Burness Communications.