liderendeportes.- La iglesia católica y la FIFA comparten en América los credos más irreductibles: el cristianismo y el fútbol. Millones de feligreses acuden cada domingo a las iglesias para rezar sus plegarias, con el mismo fervor que otra multitud plena los estadios del continente para rendir culto a los dioses del balón.
Hincha fervoroso del club argentino San Lorenzo de Almagro, el Papa Francisco es el socio más famoso de la institución, y en sus días de Arzobispo de Buenos Aires ofició en 2008 la misa para celebrar el centenario de su equipo del alma.
No es nueva la pasión de los Papas por el fútbol. Benedicto XVI aunque no era un apasionado del juego, declaró su afición por el Bayern Múnich; y Juan Pablo II no sólo fue un destacado arquero del MKS Cracovia en su natal Polonia, sino que era un furibundo seguidor del Barcelona.
Respetuoso de la afición de los italianos por el Calcio, su santidad Juan Pablo II pidió iniciar su pontificado el 22 de octubre de 1978 a las 10:00 de la mañana, para evitar coincidir con un duelo decisivo entre Roma y Bologna, que jugaban esa tarde.
Pero el Papa Francisco ha querido que la fe de la iglesia y el fútbol coincidan en un proyecto que mueva montañas: goles para la esperanza. Se trata de un acuerdo firmado por el Vaticano y la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) para apoyar a las Schollas Ocurrentes, institución promovida por el Sumo Pontífice con el propósito de brindar atención social y educación a los niños en situación vulnerable en todos los países de Suramérica que participan en la Copa América.
“La Conmebol donará a las Schollas Ocurrentes 10 mil dólares por cada gol convertido o penal atajado durante la venidera Copa América de Chile, un acuerdo que se extenderá por las copas de 2016, 2019, 2023 y 2027”, explicó el presidente de Fevefútbol y vicepresidente de la Conmebol, Rafael Esquivel, quien se reunió con el Papa para sellar el acuerdo.