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Frente a la crisis, las tensiones y la ansiedad que vivimos, construyamos un país donde reine el entendimiento, la justicia y la paz

AFP - Ronaldo Schemidt

Por P. Alfredo Infante s.j.*

“Yo estoy con ustedes siempre hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:20)

 Los venezolanos vivimos desde hace mucho tiempo en un contexto de pecado estructural, que atenta cada día contra la vida de la mayoría de la población. Como Iglesia, nuestras plegarias han estado habitadas por el dolor y el sufrimiento de nuestro pueblo que clama al cielo. Los indicadores sociales dan cuenta de nuestro drama: 5.643.665 de emigrantes; 32 % de los niños de las parroquias más pobres del país tienen retardo de crecimiento; la violencia delincuencial y policial mantiene en zozobra nuestra cotidianidad; el abandono de las aulas de clases es alarmante y la desigualdad educativa ha crecido abismalmente por la falta de internet y bienes tecnológicos; el acceso a los medicamentos, especialmente para el tratamiento de enfermedades crónicas, está prácticamente negado, así como también a los servicios públicos de agua, gas y electricidad.

Este contexto de violencia generalizada, que está matando a nuestro pueblo, se ha profundizado en los últimos años como consecuencia de la crisis política, las sanciones económicas y, más aún, la pandemia, que llega en un estado de extrema fragilidad de nuestro sistema sanitario y de atención social.

La Red de Acción Social de la Iglesia (RASI) ha promovido respuestas concretas a favor de las comunidades y las personas más vulnerables. Como hombres y mujeres cristianos hemos encontrado, en nuestra relación íntima y profunda con Jesucristo, la fortaleza que da la fe y la sabiduría para responder solidariamente al llamado que Jesús, Señor de la Vida y de la Historia, nos hace y para emprender, como Red, respuestas humanitarias a favor de las personas y las comunidades más vulnerables. Todo esto sin perder de vista los objetivos fundacionales de nuestras organizaciones, los cuales están encaminados al desarrollo humano y comunitario, el fortalecimiento del tejido social y la convivencia pacífica y democrática.

Sin embargo, somos conscientes de que nuestra acción solidaria, en este contexto de emergencia humanitaria, es subsidiaria y, por ello, para que este pecado estructural se supere es urgente una conversión en todos los sectores (políticos, económicos, sociales, religiosos, etc) para que logremos, como sociedad, una concertación que restablezca el Estado de derecho y se garantice la vida y la dignidad humana de todos los venezolanos.

En medio de esta hora aciaga, seguimos siendo hombres y mujeres de esperanza y creemos que, como Iglesia y como país, estamos viviendo un auténtico Kairós, con la beatificación de José Gregorio Hernández (JGH). Aquel grito “el doctor José Gregorio es nuestro”, que unió en una sola voz a todos los sectores sociales y políticos de la Venezuela de entonces -el día del funeral (1919) de nuestro Beato- quedó arraigado en el corazón de nuestro pueblo. Esa voz aún resuena y nos llama a una conversión por la vida y la dignidad de nuestro pueblo. Necesitamos una sanación a todos los niveles.

El gran novelista Rómulo Gallegos expresó en aquel momento: “delante del féretro de JGH todos sentíamos el deseo de ser buenos”. Esperamos que ese “deseo de ser buenos” ilumine nuestra conciencia y nos active a favor de la vida y del bien común y obre el milagro de la conversión, para restablecer el entendimiento en democracia y la convivencia justa y fraterna de todos los sectores del país.

Fuente: Manaure Quintero / REUTERS

Ese deseo de ser bueno y hacer el bien es un llamado del Espíritu:

1.- A cada venezolano, para que entendamos que el cambio comienza en cada uno de nosotros, que las salidas individuales son un camino ciego, que la corresponsabilidad y la participación obran desde lo pequeño las grandes transformaciones.

2.- A cada bautizado, para que, a ejemplo de nuestro Beato, sintamos el llamado de construir condiciones de vida y dar vida en medio de la adversidad, con la convicción de “vencer el mal a fuerza de Bien” (Rom 12,21).

3.- A cada comunidad y organización social comprometida, para que, en el espíritu de la encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco, nos articulemos con otras comunidades y organizaciones. constituyendo redes de solidaridad que se transforme en una fuerza social abocada al restablecimiento del Estado de derecho y, así, pasar a condiciones de vida más dignas, haciendo de la fraternidad una auténtica fuerza renovadora y constructora de paz. Que entendamos, de una vez por todas, que los particularismos son paralizantes y autodestructivos y que, como en el acontecimiento de Pentecostés, el Espíritu Santo obra la unidad en la pluralidad de dones y en el entendimiento por la vida (Hch 2,1-13)

4.- A cada uno de nuestros pastores (obispos, presbíteros, diáconos, vicarios) y vida religiosa, para que sigan alentando la sinodalidad que se expresa en la participación y corresponsabilidad del pueblo de Dios, y animen en los bautizados una fe comprometida con los derechos humanos, el ecumenismo y la construcción de una ciudadanía abocada al bien común.

5.- A las personas que gobiernan el país, para que entiendan que la idolatría del poder sacrifica los destinos del país y va dejando en el camino muchas víctimas inocentes. Creemos que nunca es tarde para recapacitar, ceder privilegios y posiciones a favor del bien común. Consideramos que es posible llegar a acuerdos que posibiliten una solución pacífica de nuestras diferencias y esto se ha evidenciado, en pequeño, en el nombramiento del nuevo CNE, pero se deben seguir dando más señales, como el urgente acuerdo favorable a la vacunación anti COVID-19, la derogatoria de las normas que pretenden limitar, de manera generalizada y arbitraria, la cooperación internacional y el accionar de las organizaciones humanitarias a favor de la vida, así como la liberación de los presos políticos.

Finalmente, debe cesar el empeño unilateral de imponer las ciudades comunales, a contravía de la distribución del poder territorial que establece nuestra Constitución. Dios abre siempre oportunidades para cambiar y volver al camino del bien y la vida. Como dice el salmista: “Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor” (Sal 33).

6.- A los actores de la oposición política, para que se esfuercen en construir una alternativa viable, consensuada y soberana donde los destinos del país y las condiciones de vida de nuestro pueblo estén en el centro.

7.- A los empresarios, para que, ante tanta adversidad, asuman como misión la responsabilidad social y apuesten por el progreso de nuestro país, poniendo todos los medios para negociar y reactivar la economía.

8.- A la comunidad internacional, para que, en el marco de los convenios y tratados internacionales, medie, acompañe y observe con imparcialidad una solución pacífica y negociada a nuestra crisis política, y se pueda reestablecer el orden constitucional y el sistema democrático.

En el espíritu de la fiesta cristiana del Pentecostés, paradigma del entendimiento, y con la fe en nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor, que nos dice “he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10, 10), confiamos en la buena voluntad de todos los sectores del país para que, desde el abismo en que nos encontramos, pongamos nuestra mirada en la Luz y encontremos el camino para una solución pacífica a nuestra crisis de tantos años, y así mejorar las condiciones de vida, recuperar la democracia, el Estado de derecho y caminar, con nuestras diferencias, hacía una comunión fraterna para que, como dice el lema de nuestra jornada de este año, podamos “entendernos porque somos hermanos”.

Beato José Gregorio Hernández: ruega por nosotros.


* Sacerdote jesuita. Párroco en «San Alberto Hurtado», La Vega, parte alta. Coordinador del área de DDHH de la Fundación Centro Gumilla

Notas:

  1. Comunicado de la Red de Acción Social de la Iglesia en el marco del XII Encuentro Constructores de Paz 2021.

Fuente:

Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco. 21 al 27 de mayo de 2021. N ° 104. Disponible en: https://mailchi.mp/bed36ffbf168/signos-de-los-tiempos-n-104-21-al-27-de-mayo-de-2021

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