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Fragmentos: Fin de la II Guerra Mundial

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Jesús María Aguirre

Fragmentos de memoria sobre el fin de la segunda guerra mundial (1939-1945)

  • Reviviscencias01

No puedo decir que tengo recuerdos infantiles del final de la guerra mundial, pues estaba por cumplir apenas dos años. Era el 7 de mayo de 1945. A través de este collage intento reconstruir los momentos históricos de esa primera infancia cuando salía de paseo con mis padres por la Avenida de Loyola en Azpeitia (Guipúzcoa).

La guerra civil española había dejado una secuela de odios, pobreza y penuria máxima, pero ya la confrontación europea no nos había envuelto con su torbellino infernal de la guerra europea y mundial. Por esos días, el rey Balduino de Bélgica, estuvo alojado en el Hotel Izarra -hoy llamado Loyola-, pues su país había sido invadido por los alemanes.

Al pueblo y a Loyola llegaban huérfanos austríacos y alemanes, que eran acogidos por familias cercanas a los jesuitas. La relativa neutralidad española permitió la recepción en su suelo de muchas víctimas de la contienda mundial, sobre todo del Eje Roma-Berlín.

Francisco Franco y Adolf Hitler (1940)

Ya avanzando en mi niñez tuve como compañeros muchachos y muchachas austríacos, cuya presencia para mí era una auténtica incógnita, pues no hablaban ni vasco, ni castellano. Pocos años más tarde, recuerdo que hubo una gran recepción en el pueblo de un integrante de la División Azul, contingente que Franco había enviado en apoyo de los alemanes y que había sido derrotado en el frente ruso. Una vez liberados por los soviéticos eran recibidos en su país de origen como un cuasi-héroes que habían luchado para hacer frente al comunismo.

¿Qué pasaba entre tanto en Europa?03

El siguiente collage de memoria gráfica y textual está elaborado con varias fuentes de presentación y diversos textos de acceso libre. La parte fotográfica de la Segunda Guerra Mundial se tomó de: Fotos Rares du Net, mars 2014 y las referencias del P. Pedro Arrupe s.j. pueden encontrarse en video.

A las 02:41 de la mañana del 7 de mayo de 1945, en los cuarteles de la SHAEF en Reims, Francia, el Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados.2 Esta incluía la frase «todas las fuerzas bajo el mando alemán cesarán las operaciones activas a las 23:01 horas, hora de Europa Central, el 8 de mayo de 1945». Tales palabras no hacían diferenciación entre las fuerzas de la Wehrmacht que luchaban contra los aliados occidentales o contra los soviéticos, por lo cual se infería tácitamente que ponía fin a toda resistencia alemana dondequiera que la hubiera.

Cuando la Stavka soviética se enteró de la rendición firmada sólo ante británicos y estadounidenses en Reims, exigió que el comando supremo de la Wehrmacht también capitulara ante el Ejército Rojo, alegando que una rendición «parcial» dejaba a las tropas alemanas en libertad para seguir luchando contra las fuerzas soviéticas.

El gobierno soviético apreciaba también el sentido histórico del momento y exigió que se «ratificara» la rendición de Reims ante el estado mayor del Ejército Rojo. Precisamente al día siguiente, poco antes de la medianoche, los máximos jefes de la Wehrmacht fueron llevados a Berlín, liderados por el general Wilhelm Keitel, donde en la noche del 8 de mayo firmaron un documento similar en el cuartel general soviético situado en la localidad de Karlshorst (un suburbio de Berlín), rindiéndose explícitamente ante la Unión Soviética, en presencia del general Gueorgui Zhúkov, comandante en jefe de las tropas soviéticas en Alemania. De hecho, esta rendición fijaba a las tropas de la Wehrmacht el deber de rendirse «también» a las 23.01 horasdel mismo día.04

“Los gobiernos de los Estados Unidos de América, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y el Reino Unido, y el gobierno provisional de la República Francesa, asumen por este medio la autoridad suprema con respecto a Alemania, incluyendo a todas los poderes poseídos por el gobierno alemán, el Alto Mando Militar y cualquier gobierno o autoridad estatal, municipal o local. La asunción, para los propósitos señalados sobre dicha autoridad y las potencias no afecta la integridad de Alemania”.

  • El Padre Arrupe ora al estilo japonés

06La Alemania de Hitler ya estaba fuera de combate, entonces ¿quién quedaba? Japón. Los americanos llevaban trabajando varios años en la creación de la bomba atómica, y cuando ya consiguieron que fuese una realidad, sus planes de usarla no cambiaron, tan solo varió el objetivo.

En vez de Alemania, el destinatario fue Japón. El 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera de las dos bombas atómicas. El bombardero Enola Gay arrojó sobre Hiroshima la mortífera carga, que mató de un plumazo a 70.000 personas e hirió de gravedad a otras 70.000.

Recuerdos del jesuita P. Arrupe, testigo de la bomba atómica

El 6 de agosto de 1945, a las ocho de la mañana, el jesuita Padre Arrupe fue testigo de la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima. Mientras dice misa, una explosión lo arroja al suelo. Al mirar por la ventana, se da cuenta de que aquello no es un bombardeo más, sino algo nuevo y terrible. Inmediatamente, envía a unos novicios a buscar ayuda y ali07mentos, y él corre con el resto a Hiroshima para rescatar a quien pueda, y convierte el noviciado en un hospital de emergencia. Más de ciento cincuenta personas, abrasadas por la irradiación, son atendidas por una comunidad que apenas cuenta con medios y elementos para ello, con los conocimientos de medicina que guardaba. Más tarde, Arrupe escribió un libro sobre esta experiencia: “Yo viví la bomba atómica”, y posteriormente llegó a ser General de los Jesuítas.

08Cabe recordar que al día siguiente de entrar Japón en la II Guerra Mundial, el 8 de diciembre de 1941, al Padre Arrupe lo metieron en la cárcel acusándole de “espía”. Lo recluyeron en un cuartucho de dos por dos metros. Al cabo de un mes fue puesto en libertad, debido a la admiración que provocó su buen comportamiento y su conversación con carceleros y jueces.

En Hiroshima había 260 médicos, pero 200 murieron instantáneamente a causa de la explosión. La mayoría de los restantes quedó herida.

Los muy pocos sobrevivientes, entre ellos el padre Arrupe , graduado en medicina no disponía de ningún elemento para auxiliar a las víctimas. Las farmacias, los depósitos de drogas, habían desaparecido bajo los escombros. Y aun en el caso de que se hubiera dispuesto de elementos, se ignoraba por completo qué clase de tratamiento debía de aplicarse a las víctimas de aquella monstruosa explosión.

Los primeros heridos auxiliados por el padre Arrupe, sin embargo, fueron favorecidos por un acontecimiento todavía no explicado: en medio de la confusión un aldeano puso a disposición del sacerdote un saco con 20 kilos de ácido bórico. Fue el primer tratamiento 09que se les administró: cubrir todas las heridas con ácido bórico. En la actualidad, todos se encuentran en buen estado de salud, dice el padre Arrupe, quien todavía no puede entender qué hacía un campesino de Hiroshima con 20 kilos de ácido bórico en su casa.

A pesar de este duro golpe, Japón no se rindió, y el presidente Truman prosiguió con su mortal ofensiva. El 9 de agosto de ese mismo año tuvo lugar el lanzamiento de la segunda bomba, esta vez, sobre Nagasaki. En este ataque fallecieron 80.000 personas.

El 15 de agosto, antes de que la aviación americana prosiguiese con sus lanzamientos, el emperador japonés Hirohito anunció públicamente su rendición. Finalmente, la capitulación oficial se firmó el 2 de septiembre de 1945 en el interior de un acorazado estadounidense.
Exactamente 6 años y un día después, el conflicto mundial más dañino hasta el momento puso punto y final.

  • La revista SIC y la segunda guerra mundial

Como se sabe, Venezuela no intervino directamente en este conflicto bélico, y se mantuvo neutral hasta el 15 de febrero de 1944, cuando participó indirectamente exportando petróleo para las fuerzas aliadas. Mientras se desarrollaba la guerra la revista SIC, centrada más bien en la lucha ideológica entre las corrientes democráticas, el nazismo y el comunismo, no siguió los acontecimientos bélicos, sino que publicó varios artículos de los jesuitas P. Víctor Iriarte y el brasileño Brentano.  Asimismo un par de artículos se refirieron a la relaciones Pío XII y Truman y a los sufrimientos del pueblo polaco. Apenas en la sección de los comentarios de la revista, al finalizar el año, se hizo eco del juicio de Nuremberg y del estallido de la bomba atómica. 10La revista SIC veinticinco años después de la guerra

En años sucesivos encontramos varios artículos alusivos a la guerra mundial y a la bomba atómica,  y entresacamos este texto debido a la pluma del entonces joven jesuita Carmelo Vilda:

Vea: Thomas Merton y Ernesto Cardenal: Dos monjes que no tuvieron miedo al pentágono

En 1956, Cardenal ingresó en el Monasterio de Getsemaní, en Kentucky, como un sencillo novicio. Su maestro, el gran poeta norteamericano Thomas Merton, escribe: “El llamado divino que recibió Cardenal era sólo una forma mística de saberse más cerca de los hombres, de los problemas de América Latina., de la miseria y la. Injusticias universales.” “Si no fuera así, -el misticismo sería falso, pura autosugestión y puro escapismo.”

Maestro y novicio -se llevarán bien. Parecen dos espíritus gemelos. Cardenal recuerda que Merton les hacía rezar para que cayese Batista y triunfasen -los rebeldes de Fidel Castro. De Merton también heredó la actitud de protesta y  denuncia, conductas ambas muy cristianas, si por amor a la verdad se dicen aun las -verdades difíciles.

Copio a continuación unos cuantos testimonios de Merton:

“No necesitamos del cristiano que simplemente experimenta una complacencia interior en las palabras y en el ejemplo de Cristo, sino de aquel que busca seguir con perfección a Cristo no sólo en su vida personal, no sólo en la oración y la penitencia, sino también en la participación política y en todas sus actividades sociales.”

– “Nada de alejamiento.de las cosas más actuales de este mundo y de sus dos resortes, el poder político y el dinero.”

Para Merton, ni siquiera el monje debía separarse del compromiso que la trama de la vida impone al hombre sobre el dinero y la política. Y lo dijo él, que era místico, silencioso y poeta. Cardenal no lo olvidará.

“Un moralista radicado en el mundo moderno necesariamente tiene que ser un denunciador.”

“Permítame afirmarlo sin rodeos: el gran pecado del conjunto europeo-ruso-americano (pecado que se ha hecho extensivo a China) no es solamente la deshonestidad moral y la infidelidad a la verdad, sino, sobre todo, su desmedida arrogancia para con el resto del género humano.”

“A Cristo no se le .alcanza con altisonantes y pomposas declaraciones, sino en el diálogo humilde y fraterno; y se le encuentra menos en una verdad impuesta que en una verdad compartida.”

“El enemigo no es Rusia, ni China, ni el comunismo ni Castro, ni el capitalismo, ni el imperialismo. El enemigo está dentro de nosotros. El enemigo, en realidad, es la guerra, y la guerra tiene su raíz en el odio, en el miedo, en el egoísmo, en el libertinaje… Debemos armarnos, no contra Rusia, sino contra la guerra.”

“El recurso a la bomba atómica es una apostasía de Cristo, es una nueva crucifixión; la gran tentación de nuestro tiempo es la de una cruzada nuclear y su mayor escándalo el pensar que la guerra nuclear podría ser racional y cristiana.”

No es extraño que este repudio de la fuerza, de la autoridad arrogante, del poder bélico, sea también una de las características de toda la obra poética de Cardenal. Se puede percibir fácilmente en otra serie de salmos.

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