alai.- Después de mucho bla, bla, bla, simplemente fracasaron.
La campaña mediática global vendía la certidumbre de que la reunión en Hawái sería la última ronda de negociaciones, pues se alcanzaría el acuerdo definitivo del TPP. La Declaración Conjunta (final) de la reunión simplemente no tiene nada de certidumbre.
Después de cuatro días y noches de negociaciones y presiones de varios cientos de cabilderos transnacionales encabezados por el Pro-Cónsul estadounidense, se re-confirmó la persistencia pública de contradicciones sobre temas claves, entre otros, sobre lácteos, el azúcar, fármacos y autos.
Aunque en su breve Declaración Conjunta los ministros indican que resta “un número limitado de cuestiones pendientes”, cuantificadas en 2% por el ministro australiano, sabemos que hay otros temas estructurales con profunda contradicción intergubernamental y social, que pueden llevar a la ruptura y retiro de algunos países.
Los temas (y función social) de las empresas estatales, de los mecanismos de regulación del abasto e impedimento de la sobreproducción (claramente el sistema de oferta canadiense), de regulación de la propiedad intelectual a favor de la ciudadanía, del abasto de los sistemas de salud pública (medicamentos genéricos sin precio monopólico), de los sistemas de comunicación (libertad de internet), innovación tecnológica, y de regulación monetaria (manejo de divisas), entre otros.
La declaración oficial de Hawái vuelve a usar el mensaje engañoso de que “Los progresos realizados esta semana reflejan nuestro compromiso permanente para ofrecer un acuerdo TPP ambicioso, integral y de altos estándares que apoyará el empleo y el crecimiento económico en toda la región Asia-Pacífico”.
¡Faltaba más!, pues el “inminente” y “ya cocinado” acuerdo, decían sus promotores, cae en el tobogán del receso de verano del Congreso de Estados Unidos, se enfría el falso triunfalismo para discutirlo en el próximo periodo de otoño-invierno y entra con mayor probabilidad en el clima político electoral presidencial 2016.
Toda una nueva etapa, donde las contribuciones monetarias a las campañas no son suficientes para sustituir el juego de las masas ciudadanas movilizadas y de los votantes. Un fracaso más de los fundamentalistas neoliberales mexicanos y de Peña Nieto.
¿Cuál será la retórica de los tres ministros latinoamericanos para enmascarar el fracaso?
Ciudad de México, 31 de julio de 2015.
Por Alejandro Villamar, economista mexicano, miembro de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC).