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Fe y Alegría: 68 años enseñando y aprendiendo

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Por Luisa Pernalete 

Fe y Alegría, que se define como un Movimiento de Educación Popular Integral y de Promoción Social, está cumpliendo 68 años de vida, de historia, y también de aprendizajes. Comparto los que veo, todos importantes y entrelazados.

La educación despierta potencialidades

En un buen maestro, en una buena primaria puede estar el futuro de éxito y realización de cualquier chico o chica, aún con entornos muy difíciles, permite, pues, potenciar las inteligencias múltiples.

Sin maestros no hay escuela ni educación posible

Hemos ayudado a crear centros educativos en casas de familia, galpones prestados, hasta en patios con sólo un árbol como abrigo se han abierto cursos de capacitación. Recuerdo dos de las últimas escuelas que ayudé a crear en Guayana, una en San Félix, con vista al Orinoco. Pasamos cinco años, junto a las madres de la comunidad, gestionando un terreno ante la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), que no terminaba de entregarlo, pese a que estaba calificado para educación, pero la comunidad no tenía escuela así que la abrimos en el local de la Capilla. Luego, al otro año, fuimos buscando casas de familia que nos prestaran su porche o su recibo, así estuvimos cinco años, hasta que nos dieron el terreno y se pudo construir la sede, pero teníamos maestras… Por eso hay que cuidar al personal y procurar su dignificación.

La formación es base

No sólo formación de los docentes, de todo el personal; de los equipos directivos, del administrativo, del personal de apoyo para el ambiente –el obrero–. Se trata de formarlos para su responsabilidad y también como personas, fomentando el cultivo de la interioridad y su importancia. Mientras peor está la situación, mayor falta hace la formación de la persona. También hay que incluir a los padres y representantes en la formación. Las reuniones no pueden ser sólo para entregar boletas, mucho menos para quejarse de los alumnos.

Flexibilidad, creatividad… 

El mundo es cambiante, la educación tiene que servir no sólo para “pasar exámenes” y llenar planillas, sino para formar personas, para crear fraternidad, construir ciudadanía y, en definitiva, para que se pueda aprender toda la vida. La rigidez no ayuda, menos en estos tiempos cambiantes. Hay que recordar la pregunta que nuestro fundador, el padre José María Vélaz, s.j., en su conocido poema titulado “Testamento”, nos dejó: “¿Hasta dónde podrán volar el ingenio, la ilusión y los anhelos?”. A mí me gusta responder así: hasta el infinito. 

También habría que añadir el llamado del fundador a atreverse, a educar en las fronteras…

Los problemas se reconocen, no se esconden ni se disfrazan

Este es un aprendizaje muy importante. Si no se reconoce un problema, nunca se enfrenta y ahí seguirá, haciendo daño al personal o a los alumnos. Pero si se reconocen, se da el primer paso para enfrentarlo y resolverlo. No nos puede dar pena reconocer que hay cosas que no están saliendo bien, por ejemplo. La humildad es expresión de inteligencia y no de debilidad, como a veces se cree.

Solos no podemos, necesitamos aliarnos

Por aquí pudimos haber comenzado, pues, el padre Vélaz, hace 68 años, no se fue solo a recorrer barrios pobres de la Caracas de entonces. Salió acompañado y emprendió este camino junto a un grupo de alumnos de la también recién fundada Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), y luego, habiendo llegado a la comunidad de Catia, se alió con Abraham Reyes y su esposa Patricia; esa extraordinaria pareja que generosamente le cedió la casa que habían estado construyendo con tanto sacrificio para su familia… En esa casa nació la primera escuela de Fe y Alegría. 

Fe y Alegría Venezuela

Luego, Vélaz, que siempre pensó no en una escuela, sino en una red de escuelas, argumentando: “tenemos que ser muchos para que nos oigan y nos hagan caso”, siguió buscando aliados, para conseguir recursos, para conseguir terrenos, para conseguir gente osada que se atreviera… Y hoy lo estamos viviendo, porque sabemos que la educación venezolana está en emergencia y se requiere de una gran alianza para salvarla. 

Las alianzas comienzan en la propia escuela, con el trabajo en equipo; luego dentro del personal, luego la alianza con las familias – siempre del mismo lado de la cancha–, luego se hace extensiva a los vecinos y la comunidad, y ahora, a todos los actores del país. De ahí nuestro lema de este año: “Alianza por la educación”.

Fe y Alegría Venezuela

Fe y Alegría, más que un bonito nombre

Finalmente, hemos aprendido que la “fe” y la “alegría” son necesarias para educar. Fe en Dios, fe en los maestros, fe en los alumnos que llegan a nuestros centros, fe en que, a pesar de las dificultades, las semillas germinarán. Y alegría en lo que hacemos, la pedagogía de la alegría es parte de nuestra práctica educativa.

Nos debemos sentir orgullosos de este movimiento educativo, nacido en Venezuela y ahora presente en 22 países. Esperamos que los aprendizajes nos ayuden a perseverar, a seguir apostando por la educación y seguir ayudando a otros.

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